CAPITULO I: Escrúpulos.

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Viernes en la noche, tiempo que muchos emplean dejando de lado la rutina y relajándose ya que la ciudad se respiraba tranquila. El cielo ahora se encontraba limpio pero el ambiente se sentía algo húmedo, ya que por la tarde había caído una lluviecita apenas palpable y había dejado acopiada una especie de bruma sobre las calles, a este clima se le acoplaba el frío que se hacía presente con más intensidad a la entrada de la penumbra nocturna. Los locales comerciales que se encontraban sobre las calles principales estaban ya cerrados al público, con sus vidrios empañados y en completa oscuridad en sus interiores. De los techos y canaletas de los edificios y casas contiguas, escurría agua en forma de finas gotas sin cesar, las luces de los faroles en las veredas se percibían amarillentas y algo opacas, ya nadie vagaba por las calles a esas horas. El ala este de la ciudad descansaba de su diurno ajetreo.

Algo que destacaba sobre la localidad y, a su vez, lograba impacto entre sus forasteros era el aire entre frívolo y misterioso que se cernía sobre ésta, cada vez que caía la noche. Pero, sumado a su halagüeño paisaje y más precisamente esa noche en particular, una niebla jamás antes vista se expandió por toda ella, envolviéndola de par en par, como emulando el terreno labrado en el cual se dispone el crecimiento de una nueva semilla. Esta espesa, pero a su vez, poco perceptiva bruma perduró en el ambiente durante varios minutos, extendiéndose por cada rincón pero luego, rápidamente, como llegó se disipó. Éste inusual fenómeno no causó estragos a pesar de su extensa distribución, o por lo menos ninguno que se detectara a simple vista, pero sumió sin querer a la ciudad en un insólito e inesperado acontecimiento.

 Éste inusual fenómeno no causó estragos a pesar de su extensa distribución, o por lo menos ninguno que se detectara a simple vista, pero sumió sin querer a la ciudad en un insólito e inesperado acontecimiento

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El reloj marcaba las 23:45 Hs, era viernes. Ubicación, el lado más turbio de la ciudad. Por aquí la noche apenas comenzaba a cobrar vida, el movimiento, por el contrario que en los barrios residenciales, era más intenso en las calles. Vagabundos en los callejones intentando calentarse o revolviendo la basura de los contenedores en busca de alimentos, prostitutas comenzando su horario laboral, menores consumiendo drogas de baja calidad y delinquiendo, toda gente de la misma calaña.

Un par de calles separaban a un concurrido burdel de la entrada a un callejón, delante del cual se movían dos siluetas, éstas se habían desplazado desde dicho burdel hacia solo unos minutos. En primera instancia y a simple vista, se trataba de una pareja, o aparentaban ser una; ambos interactuando, e intercambiando charlas y cierta simpatía. La mujer reía cada tanto y a fuertes carcajadas, esto atraía mucho la atención de los pocos transeúntes que asediaban por dicha calle. Por el aspecto desprolijo de la femenina, solo podía tratarse de una prostituta. Ésta se acercaba frecuentemente a la otra figura en plan de intimidad, pero era rechazada constantemente, el sujeto a su lado la evitaba con actitud pasiva y correcta, pero determinante. La mujer parecía estar en estado de ebriedad o bajo los efectos de alguna droga, era evidente por cómo se movilizaba y por su accionar hacia su compañero, el cual tenía una altura que la superaba por varios centímetros a pesar de los altos tacones que llevaba puestos. Cuando la figura más alta fue esquiva en reiteradas ocasiones, ella comenzó a increparlo de manera histérica. Primero por lo bajo, pero luego la discusión subió de tono y se acaloraba, más y más. Cuando llegó a un clímax, el sujeto alto empezó a demostrar mayor dominio, primero acallándola con ademanes hasta que al comprobar que no lo conseguiría, se impuso y pudo oírse el momento exacto en el que le asestó un golpe de puño directo en el estómago, obligándola a emitir un quejido y segundos después a guardar silencio; los gritos e insultos cesaron, haciéndose evidente un forcejeo entre ambos, lo que podía juzgarse a ojos poco interesados, como una pelea entre amantes, las cuales eran habituales en la cuadra, en la zona en general, por lo que no ameritaba el inmiscuirse. La mujer llevaba solo un vestido corto en color verde esmeralda con brillos —traía poca ropa a pesar del frío—, el cabello color rojo intenso, caía despeinado y semi atado en una cola hacia un costado, su corriente y exagerado maquillaje estaba visiblemente corrido; ya que luego de que concluyera la discusión, el hombre la tomó por el cuello, la abofeteó un par de veces más y rápidamente, el rostro de ella se hallaba bañada en lágrimas, además de unas cuantas gotas de sangre y mucosidad que brotaban de su nariz. La situación se dio vuelta en un parpadeo y ahora la mujer, quien había salido repentinamente del delirio provocado por lo que fuera que había ingerido momentos antes, se encontraba más que asustada. El sujeto más alto vestía un abrigo de gabardina marrón oscuro, cubriéndolo desde el rostro hasta las rodillas, también llevaba puesta una boina negra de cuero, botas negras con punta de acero y en su mano derecha sostenía un cigarro entre los dedos. Su voz casi no se oía ya que hablaba solo entre susurros, pero era evidente su enojo y mala actitud hacia la mujer. Pasados unos minutos los pocos alaridos que emitía la fémina fueron cambiando a quejidos y sollozos desesperados, hasta que el tipo, ya hartó e impaciente, le colocó una mano sobre la boca y la calló de forma definitiva, mientras que con la otra mano, la tomó con fuerza por el brazo y la introdujo en el oscuro callejón. Caminaron hasta el final y en todo el trayecto solo se oían los ahogados jadeos de la mujer. Cuando se toparon con la pared del fondo, soltándola de manera brusca y agresiva, la obligó a permanecer quieta y callada, luego de que la golpeara levemente en el rostro y de amenazarla reiteradas veces. Ella se mantuvo así por unos segundos pero su cuerpo tiritaba sin control, un poco debido al frío, pero más que nada, era por miedo. Hasta que en un arrebato de terror, la mujer dejó escapar una súplica en forma de susurro:

Leyenda, arma alada: El pactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora