38. Ya acéptalo, Brenda

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—Es que, hija. No sabía...

Eso es más de lo que puedo soportar.

—¿No sabías que era mi cumpleaños? —lo interrumpo al instante.

—No sabía que harías una fiesta —contesta, con desagrado.

Encima tiene el descaro de ofenderse.

—Por supuesto que no lo sabías, si fuiste incapaz de devolverme las llamadas —no puedo evitar reclamarle, esta vez.

Stacy voltea hacia mí, sorprendida porque nunca antes le había hablado así a papá.

—¡Ya te dije que no tuve tiempo! —él me alza la voz ahora—. Tengo un trabajo y una familia de la cual ocuparme.

¿Y acaso yo no soy su familia?

—No te veo desde hace meses —insisto—. ¡Y sólo te pido que hagas un esfuerzo por mi cumpleaños!

—Te lo compensaré en otra oportunidad —contesta, más relajado de lo que debería. Más de lo que yo estoy ahora.

—No habrá otra oportunidad —replico, perdiendo ya toda esperanza de verlo esta noche.

Él suelta un suspiro, cansado. Así como me siento yo después de haber intentado por tanto tiempo tener una buena relación con él.

—Brenda, estás exagerando. Simplemente hoy no puedo.

Mi hermana me lanza una mirada advirtiendo que deje de insistir, de humillarme ante su falta de afecto. Pero necesito respuestas. No puedo callarme más.

—No se trata solo de hoy... —exteriorizo—. Nunca tienes tiempo para nosotras.

Quiero que lo sepa. Que entienda cómo me siento. Y por un segundo creo que mi sinceridad conseguirá tocarlo. Hasta que su respuesta llega.

—¡No seas dramática! ¡No puedo estar pendiente de ti!

¿Pendiente de mí? Si no lo está desde hace años...

Mis ojos se llenan de lágrimas y corro el riesgo de que se me quiebre la voz.

—Claramente, nunca lo estás —le contesto, antes de cortar la llamada sin despedirme.

Stacy se aproxima y me arrojo a sus brazos, derrotada. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas hasta perderse debajo de mi mentón.

Todo lo que ella me ha dicho con respecto a papá durante toda mi vida se hace presente en mi mente.

Que nunca tiene tiempo para nosotras. Que su prioridad es siempre su otra familia. Que ni siquiera le importamos en verdad.

En el fondo, siempre supe que todo eso podía ser cierto. Pero confirmarlo así, justo en este día, es demasiado.

Él, más que nadie, debería ocuparse de mí hoy. Sabe perfectamente que es la razón por la que me cuesta ser feliz en mi cumpleaños. ¿O acaso se le olvida que se fue de casa el día que cumplí los seis años?

Me aferro a los hombros de Stacy y ella acaricia mi cabello con dulzura.

—No te pongas así por él —me ruega—. No vale la pena.

—Es que no puedo —contesto, con la voz entrecortada por el llanto—. ¡Es nuestro padre! ¿Cómo puede ser tan insensible?

—Ya acéptalo, Brenda —insiste ella, sin darse cuenta de que sus palabras me lastiman mucho más—. No nos quiere.

Mis lágrimas surgen con mayor intensidad, una vez que la escucho afirmar eso que ya me temía.

Me siento tan débil que me cuesta sostenerme. Stacy me acerca a la cama y me sienta en ella.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora