c'est juste toi et moi ce soir

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Teme no ser capaz de entrar en la vida de Johnny con sutileza. Todo fluye tal como un río, en el cual Youngho lo acompaña, guía y protege, donde todo es fácil y no nota la velocidad con la que avanzan; mas cuando la realidad y los recuerdos lo aplastan de nuevo, se dice que debe ir más despacio. Que aún no está listo y que todavía sigue atado a una memoria, que se ahogará en las aguas de un río de tristeza inmensa si trata de ir demasiado rápido y pierde al hombre que ha dejado entrar en su vida (de nuevo).

Aunque el propio John lo estuviera introduciendo en su mundo de la mano y a pasos lentos, se sentía como si hubiera corrido por mucho, mucho tiempo. No es lo mismo para el chico que para Jaehyun, que aún vive pensando en lo que perdió en un descuido. Desde aquel fatal incidente que le gustaría olvidar, le ha costado aceptar cosas simples como que alguien quisiera ser su amigo o estuviera interesado en él porque, tristemente, personas que decían ser sus amigos lo apuñalaron por la espalda. Y no era fácil volver a confiar.

No obstante, con Youngho, incluso si a veces se asustaba al comprobar el progreso de su relación, todo es mucho más fácil.

Todo el asunto le ha hecho darse cuenta de que ha sido un poco egoísta con una persona que sí se preocupa por él y decide ir a visitarla a ella y a su pequeño monstruo. Así hará tiempo hasta que Youngho vuelva.

De alguna forma y a pesar de que Seulgi lo ha visto en sus peores condiciones, se preocupa por lucir decente. Quiere mostrarle que las cosas no han empeorado y que quizás, la vida ha comenzado a sonreírle con un poquito de esa ternura que aparece en las sonrisas de, por ejemplo, una madre que consuela a su hijo y le dice "¿Ves cómo todo se está arreglando? ¿Notas cómo todo el dolor valió la pena?"

Aún es pronto para decir que sí.

Pero siente que no falta mucho para poder afirmarlo.

Youngho lo hace sentir especial. Y eso no tiene precio.

Una vez en la puerta, tras haberse identificado en recepción, llama al timbre una vez. Seulgi abre la puerta a los pocos segundos y nada más verlo, lo abraza, porque el haber desaparecido de repente sin dejar rastro alguno la preocupó como nadie se imagina. Se supone que eran amigos, que Seulgi siempre iba a ayudarlo porque sabía por lo que había pasado y aún así, Jaehyun había decidido irse.

   —¡Pensaba que algo malo te había ocurrido! ¡No vuelvas a hacer esto! —exclama, entre furiosa y alegre, la mujer. Puede no ser tan mayor, pero lo quiere como a un hijo.

   —Tuve que irme. En verdad, Seulgi... aunque te dijera que todo estaba bien, no era así. Tenía una deuda muy grande con Kim.

   Pasan al interior del piso y Jisung, el hijo de ella, está viendo dibujos animados en la televisión y no les presta mucha atención cuando entran, ya que no se da cuenta de que Jaehyun acompaña a su madre. Nunca le ha preguntado a Seulgi qué edad tienen ella o Jisung, pero deduce que el pequeño no pasa de los seis. Se parece mucho a su padre, y Jaehyun piensa que debe ser muy doloroso para la mujer tener que ver en él el rostro de alguien que lo único que hizo fue tratarla mal.

Hablan durante horas y toman té bien caliente pese a que ya empieza a hacer un calorcillo propio de la primavera. Tal parece que hay personas como ellos que no encuentran tal estación tan placentera como otros; no la ven como un tiempo en el que las flores se muestran en todo su esplendor y estar en la calle es agradable, más bien se fijan en los días de lluvia que traen tales meses, en cómo les duele la ausencia de alguien que no los merece y la forma en la que el frío de invierno los abandona, siendo éste una de las pocas cosas que les quedan de esas personas.

Jisung, al darse cuenta de quién es la visita, corre a los brazos de Jaehyun con la timidez tan característica que posee. El mayor lo sube a su regazo y acaricia su pelo con delicadeza y cariño mientras su madre los observa atenta.

sur des rêves et des bisousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora