Capítulo Cuarenta y Dos (Parte II)

Comenzar desde el principio
                                    

No sé cómo somos capaces de recuperar nuestra respiración. Mis piernas se quejan de todo el esfuerzo y mis rodillas seguramente están irritadas, pero no importa. El momento lo valió.

—Y que quedé claro que te amo —digo cuando recupero mi voz. Ríe.

—Sí, recibí tu amor.

Sonrío contra sus labios y lo abrazo.

—Gracias por estar conmigo en esto, copo de azúcar. Tener tu apoyo significa mucho para mí.

—Siempre estaré para ti. Te echaba de menos, seguíamos viéndonos, pero no era lo mismo.

—Lo sé, no sé por qué fuimos tan jodidamente idiotas para creer que no podíamos superar los problemas juntos.

—Pero el tiempo nos ayudó para pensar y reafirmar lo que queríamos. Yo, yo quiero esto, quiero intentarlo.

—Tengo una hija y ella significa mucho para mí.

—Lo sé y la amo, amo cómo eres con ella, es una de las cualidades de ti que amo. No será un problema para mí.

—Gracias, Copo de azúcar.

— ¿Por qué?

—Por aceptar ser un desastre conmigo.

Sonrío y beso su mejilla luego me estremezco cuando bajo de él porque necesitamos deshacernos del preservativo. Cuando me pongo de pie mis piernas protestan. Sonreímos como adolescentes que acaban de hacer una travesura y luego tomamos una ducha juntos, que conlleva a un poco de toqueteo en nuestras partes bajas y orgasmos del tipo manual. Ahora nos encontramos acostados en su cama, yo usando una de sus camisas. Mi mejilla descansa en su pecho y sus dedos juegan con mi cabello.

—A veces me pregunto por mis padres biológicos —susurra captando mi atención—. No siento que guarde rencor hacia ellos, me gusta pensar que tenían una razón válida, que querían que yo tuviera un mejor futuro del que podrían darme.

Es la primera vez que conozco a alguien que tiene una opinión tan madura y reflexiva sobre haber sido dejado en una casa hogar.

»No puedo estar molesto con ellos por haber sido el detonante que me llevó tiempo después a la familia que lo daría todo por mí.

— ¿Qué edad tenías cuando llegaste a la casa hogar?

—Cuatro o cinco años, no lo recuerdo con claridad. Estuve mucho tiempo asustado de nunca tener una familia y de no haber sido suficiente para mis padres biológicos, pero al crecer reflexioné mucho sobre ello. Y me di cuenta que no estaba cabreado con ellos, que en todo caso yo conseguí una familia maravillosa y quiero creer, me gusta hacerlo, que ellos solo querían lo mejor para mí cuando me abandonaron.

»No siempre tiene que ser mierda, no siempre tiene que tratarse de padres de mierdas abandonando. Hay ocasiones en las que la situación es más grande y ellos solo quieren que tú estés bien y tengas un futuro brillante. Tal vez, ellos fueron jodidamente geniales deseando un futuro maravilloso para mí.

—Tienes razón.

—Sin embargo, me gustaría alguna vez tener la oportunidad de verlos y escuchar sus razones. Espero no juzgar y no ser un maldito idiota.

— ¿Crees que algún día eso ocurra?

—No lo sé, nunca me he sentido preparado o con la necesidad de buscarles, pero sé que un día querré hacerlo. Cuando tenga hijos biológicos, hay cosas como antecedentes médicos que necesitaré saber y quizá esa solo sea la mierda de excusa que busque para finalmente saber de ellos.

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora