Ese era el trabajo del cuerpo, el trabajo de ella era apresurar a su cuerpo y para eso es que se perdía tiempo yendo a esos cursos, para que te enseñaran de ejercicios, para que te dijeran cómo debías respirar y para entender que gritar al marido sólo generaba que el bebé tuviera menos oxígeno. También era parte del trabajo de la mujer saber cuándo era el momento de pujar, no antes porque podía apretar el bebé, no después porque no serviría de nada.

Así que el consejo de Raquel aunque tranquilizador era parcialmente cierto, la miró al fondo, tenía cara de angustia, su madre era protectora y sólo hasta que ella fue madre pudo entenderla un poco, no por eso avalaba su manera de quererlos a Santiago y a ella, simplemente entendía que su amor operaba así, con una extrema sobreprotección.

A pesar del dolor Rebecca le brindó una sonrisa, que Raquel le devolvió, su relación era mala, porque ambas eran similares, sin embargo entendía que el amor imperaba, el día que la forzaron a abrir los obsequios del baby shower de Abigail, había visto una vez más cuánto la quería Raquel, esa mujer seguramente se la había pasado todos esos meses tejiendo, porque había hecho una cantidad desmesurada de ropa para bebé, prendas realmente lindas: mitones, gorros, vestidos, bufandas, unas fundas para almohadones en crochet con un hermoso conejo gris en ellas y un lindo tapete también de conejo.

Seguramente su padre le había contado que el cuarto de Abby tenía algunos conejos, no encontraba otra explicación para que Raquel se hubiese inclinado por tanto conejo, incluso había hecho unos animales también tejidos, pero en forma de peluche, cuando a solas le preguntó por qué había tejido tanto, recalcándole que tenía que cuidarse al no tener un riñón pasar tanto tiempo en una posición no era bueno, sin embargo Raquel en confidencia le había dicho que sentía miedo y que esa era la única forma que había encontrado para tramitarlo.

Rebecca había pensado que el miedo era debido al sociópata y se sintió enormemente culpable, pero de forma extraña su mamá no estaba traumada porque un loco le hubiese sacado el riñón, sentía pavor de saberla a ella sola, sin esposo, a punto de divorciarse y con dos niños, de manera que había sido exagerada con la ropa porque pensaba que su nieta estaría sin muchas opciones y Raquel no quería eso, en ese instante Rebecca sintió que amaba mucho a su madre, vio un lado más profundo de ella, uno que trascendía al qué dirán y que se limitaba a pensar en su bienestar.

Desvió la mirada de su madre y observó a François, quien en ese instante tenía una expresión amorosa y le sonreía con ternura, mientras con sus dos manos masajeaba sus caderas.

Arnold se les acercó afirmando que ya todo estaba listo, Rebecca no pudo evitar inhalar profundo porque experimentó cierto miedo, los sentimientos que la invadían en ese momento eran tan ambivalentes, que evidentemente no podría apalabrados, desde luego que quería ver a su nena, lo deseaba mucho, pero al mismo tiempo deseaba poder comprar más tiempo, sentía pavor que no estuviera protegida en su interior, sin embargo apalabrar todo eso era imposible.

Caminó entonces sólo con François, aunque su pequeño se acercó corriendo y dibujó una cruz en su vientre, ella lo miró confundida, hasta que vio que la mirada de Maximilien se desvió buscando la aprobación de su madre, eso la hizo resoplar, pero tampoco dijo nada, el amor que sentía por Raquel se evaporaba cuando hacía esas cosas, no entendía por qué le llenaba la cabeza a su hijo con su Dios, sólo era un ente tirano y castigador, lleno de castigos y pecados represivos.

François tampoco hizo ningún comentario, aunque ella sabía que tampoco era adepto de religiones, simplemente se limitó a alzar a Maximilien del suelo y se lo acercó para que ambos pudiesen darse un beso, Arnold le había dicho que todos ellos podían estar presentes, era ella quien había optado por no permitirlo.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Where stories live. Discover now