connaître-moi, john

Start from the beginning
                                    

Jaehyun termina su bebida en poco tiempo y Youngho tarda un poco más. Cuando ambos acaban, se miran sin saber bien qué hacer.

Sí, solo se miran. Memorizan detalles, facciones. A Jaehyun le gustan los ojos claros de Youngho, la picardía con la que se posan en él y lo estudian de pies a cabeza cada vez que tienen ocasión; a Youngho le gustan las mejillas pintadas de esperanza de Jaehyun, le agrada pensar que ha sido él quien las ha coloreado de un rojo intenso. Es obvio que se atraen y pueden verlo. Pero no se animan a comprobarlo: uno no quiere arriesgarse a ser rechazado y hacer de la situación bastante incómoda y el otro tiene miedo a ser abandonado si le abría una puerta a su corazón.

—¿Y bien? ¿Has tenido tiempo suficiente de pensarlo ya?

   Jaehyun cree que sí puede darle una respuesta. Va a arriesgarse a hacerse amigo suyo y a salir lastimado si Youngho no le corresponde ni lo quiere románticamente, o si después de mudarse pierden el contacto.

   —Sí —responde y asiente—, ¿adivinas cuál puede ser mi respuesta?

   —No tengo ni idea. Después de todo, sé poco de ti. Sigues siendo ilegible e impredecible para mí —Youngho confiesa con la misma picardía que Jaehyun había notado en sus ojos y, sabiendo que lo ha pillado por sorpresa, sonríe.

   Quiere saber más de él.

   Pero a él no le gusta hablar mucho sobre sí mismo. No hay nada bueno que contar.

   —Tampoco sé nada de ti.

   —¿No te gustaría que eso cambie? —vuelve a sonreír victorioso al darse cuenta de que Jaehyun reprime una sonrisa.

   Espera ansioso una respuesta y el castaño encoge las piernas, las abraza con sus brazos y apoya la cabeza en sus rodillas. Una escena demasiado tierna de ver y que Youngho tenía justo delante suyo, cree que no ha hecho nada bueno para merecer ser testigo del estado más natural en el que se puede encontrar Jung Jaehyun, pero no se queja. Después de todo, adora la vista que le da.

   —Tal vez —susurra de tal forma en la que ambos se dan cuenta de la inseguridad de sus palabras—. Háblame de ti, Youngho.

   —¡Bien! —el aludido exclama sin ocultar su entusiasmo— Empecemos con algo simple: mi nombre coreano es Seo Youngho, pero hasta que me mudé aquí no lo había usado mucho. En Estados Unidos soy John Suh. O Johnny. O incluso John D. ¡Como te guste más!

   —John... —repite y Youngho asiente— es bonito. Sigue.

   —Tengo veintiuno, mido ciento ochenta y cuatro centímetros, calzo...—se detiene al notar que Jaehyun niega con la cabeza y sus manos a la vez— ¿qué?

   —Aunque me digas todo eso, seguirías siendo un desconocido. ¿Eso es lo que tú llamas conocer a alguien? —lo cuestiona y sigue negando con la cabeza, suave y sin sonar nada rudo o irritante— Para mí conocer a alguien va mucho más allá. Saber qué te gusta hacer, qué o quién te inspira, o algún aspecto que consideres tonto sobre ti mismo es mucho más valioso que saber tu altura o qué número de pie calzas. Cuando pueda decir "ah, traje esto que sé que te gusta", o "sé que tomará esta decisión porque sé perfectamente cómo es," podré decir que te conozco. Y eso no se consigue en una tarde.

   Anonadado, Youngho le da la razón con un puchero poco típico de un hombre como él.

   —¿Y-y qué hay de ti? —pregunta con los nervios floreciendo y haciéndose visibles.

sur des rêves et des bisousWhere stories live. Discover now