10.1 Irreal

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Gian tomó asiento frente a mí en un gran sofá.

Jasper, Dimitri e incluso mi tío, me observaban con gran aflicción. Y entonces, no pude detener mis pensamientos, porque había tanto de lo que no tenía ni la más remota idea, y ellos parecían tener todas esas respuestas que me encontraba buscando.

—Esto es complicado—dijo Gian luego de medio minuto de silencio por parte de todos, incluso la servidumbre—. No te pediré que creas en mis palabras, sin embargo, necesito que confíes en nosotros.

Su mirada se encontraba posada sobre mí, parecía analizarme cuidadosamente. Sus palabras traían consigo incomodidad. Me hacía sentir ahogada, acorralada, y también destruida de algún modo. Había algo, una sensación inexplicable, que me hacía revolver el estómago.

—No es seguro hasta que estemos en Endirer—dijo Jasper—.

Se encontraba parado justo detrás del sofá en el que estaba sentada. Tanía las manos sobre el respaldo y su postura decía encontrarse frustrado.

—Nunca habrá momento perfecto—comentó Dimitri—. Si estas en busca de un momento oportuno, debe ser este.

Jasper colocó su mano en mi hombro son suavidad. Conocía ese movimiento, pues lo solía hacer en una situación de riesgo para mí, o incluso, una situación que me generaría incomodidad. Di un vistazo a la mano izquierda de Jasper, se encontraba hecha un puño.

—Entonces, seré yo el que hable—informó con rudeza—.

Dimitri tenía una expresión de desacuerdo, mientras que Gian se encontraba con un semblante neutral

—Supongo que no me opondré—agregó Dimitri luego de un intercambio más de miradas entre él y Jasper—.

Entonces, mi guardián alejó su mano de mi hombro y se dirigió en mi dirección. Tomó asiento a mi lado, y entonces me observó a los ojos. Su mirada estaba llena de duda y la misma dulzura que siempre me confería.

—Edeline, este mundo es más complicado de lo que te imaginas—comentó—.

Esa frase irremediablemente me molestó. Tantas veces la había escuchado y no me había llevado a ningún lado.

— ¿Puedes dejarte de más estupideces?—dije con molestia—.

Me observó perplejo por un segundo, y luego dio una rápida mirada a Gian.

—Lo haré—respondió—. Lo que viste en Dimitri es la expresión de un don que caracteriza a una ínfima parte de la población, nos llaman residuales.

¿Nos llaman...?

Sus palabras decía más de lo que parecía.

—Personas con capacidades espaciales...habilidades que no son sencillas de explicar hasta que las observas con tus propios ojos. Esos son los residuales. —hace una pausa y continúa—. La iglesia se le llama paganismo, artes oscuras, manifestación demoniaca, o cosas parecidas. Y prefieren asesinarnos antes de comprendernos. Por ello, decenas de personas huyen a Sheire. Una nación libre, donde la iglesia no interfiere, donde los residuales podemos vivir una vida digna de lo que somos. Porque eso son sus gobernantes—explica—. Y eso eres tú.

Una punzaba me recorrió desde los pies hasta la cabeza. Su afirmación estaba fuera de mi comprensión.

—Edeline—habla Gian—. Tu madre era residual. Pero, el odio que dirigía a su familia, se convirtió en odio a lo que ella misma era, y también a su nación. En fin, no te abrumare con esa historia ahora mismo. Sin embargo, debes tener en conocimiento que tu madre era hija bastarda del difunto padre del Rey de Sheire, así que en caso de muerte de los príncipes herederos actuales, y hablando sobre que el Rey no tuvo más hermanos aparte de tu madre, la línea de sucesión es tuya.

La punzaba anterior quedó como un pequeño pinchazo, frente a la abrumadora sensación de sorpresa debido a la irrealidad de su afirmación.  

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