Ha asesinado gente, ha tenido pensamientos oscuros cargados de odio, no puede creer que su traje no sea de un opaco negro. Quizá no un oscuro negro completamente opaco y sin brillo, pero si un oscuro color, él no es un santo.

- Tienes buen corazón – la mujer de pelo rojo coloca su mano sobre el pecho del hombre, sintiendo los apresurados latidos del rey – todos en algún momento de nuestra vida tenemos malos pensamientos y cometemos malas acciones. Eso no significa que tu alma sea oscura, ni que seas un mal hombre.

- Desde el principio yo pude ver que brillabas – confiesa Olympia con una tímida sonrisa, que borra de inmediato cuando Rune le sonríe de vuelta, se siente avergonzada al reconocerlo.

     Isha vuelve a notar las miradas de ambos y acaba suspirando. Comienza a recordar cuando ella aún era joven y conoció a su marido.

     La complicidad de ambos con solo un vistazo, los sentimientos ocultos en sus pechos, ese miedo por perder al otro y, al mismo tiempo, aquel terror de darle rienda suelta al amor.

     En silencio la mujer desaparece, por el momento no tiene nada más de lo que ocuparse allí. Tan solo sentía una enorme curiosidad por la nueva reina elegida por su pueblo, después de tantos años sin un reinado estable, todos allí se encuentran esperanzados por la joven.

     Ha escuchado muchos rumores sobre ella desde su nacimiento, a pesar de que su sangre es mixta, no es de sangre pura, su aura es mucho más brillante que muchas reinas nacidas de ambos padres haers.

     Ghea abre sus ojos cuando Olympia comienza a acercarse a ella, como si se encontrase expectante a cada uno de sus movimientos y hubiese esperado ansiosa su llegada.

- Por fin podemos reunirnos, llevo veinte años ansiando este momento. Bienvenida, princesa Olympia.

     La joven recuerda en ese momento que queda menos de un año para su vigésimo cumpleaños, por lo que de inmediato deduce que la espera desde antes de su nacimiento, desde su concepción. Aunque no pasa desapercibido para ella que le hay llamado princesa y no reina, como si todavía no tuviese el derecho de hacerse llamar de esa forma.

     Por un segundo casi olvida todo lo que se encuentra sucediendo fuera de esas paredes casi derruidas, fuera del bosque que les rodea, se encuentra intrigada por todo lo que está presenciando. Tiene un gran deseo sobre saber más, quiere averiguar todo lo que pueda, sabe que esa mujer debe conocer infinidad de cosas que ellos ni siquiera pueden soñar.

- ¿Cómo es posible que esté esperándome desde antes de mi nacimiento? ¿Ya sabía todo lo que iba a ocurrir? ¿Qué mi hermano asesinaría a mis padres y yo me vería obligada a vivir esta vida?

     Rune mira perplejo como la castaña habla sin titubear.

     Todo lo que están viviendo allí está fuera de la lógica, él todavía no sale de su asombro, se encuentra mudo y observando todo en completo silencio incapaz de procesar todo lo que está viendo, mientras que ella, sin mostrarse afligida o, incluso desorientada, se encuentra manteniendo con facilidad una conversación con la estatua de la fuente frente a ellos.

- Así es – el rosto de la estatua no se mueve en absoluto al pronunciar las palabras, algo que perturba de cierta forma al rey – desde antes de tu nacimiento estabas destinada a convertirte en reina, tu destino era reinar y unificar los dos reinos dentro de Peirl.

- Si ese es su destino, ¿no habría sido más sencillo hacerlo de otra forma que no implicase tantas guerras y tantos muertos? – cuestiona Rune tratando de incorporarse a la conversación.

     Los ojos de la estatua viajan de la reina al joven que le acompaña.

     No necesita formular la pregunta sobre quien es, le conoce. También estuvo esperándole desde antes de su nacimiento. Ellos son el significado de una gran lucha que ni siquiera ellos mismos podrán creer cuando lo presencien.

Lucha de coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora