Por un momento piensa en la posibilidad de Olympia muriendo en la guerra que se avecina. Se alejó durante un tiempo del dolor que le había provocado enterarse que Olympia siempre pondrá por encima su reino a sí misma, aunque eso jamás le hará olvidarla.

     La quiere, está más seguro que nunca.

     Perderla después de no haber podido estar nada a su lado le destrozaría, ni siquiera puede imaginar cómo pudo sentirse Dorian cuando él sí pudo estar con ella durante un tiempo, por muy breve que fuese, además de que siempre habrá algo que les una, los frutos de ese amor.

- ¿Y tú, enclenque? – Rune se gira a mirarle con el ceño fruncido - ¿qué intentas hacer con mi hermosa hija?

- ¿Tan notorio es?

     Dorian suelta una gran carcajada antes de palmear su hombro.

- No sois muy discretos precisamente. Tú no eres capaz de apartar tu mirada de ella y Olympia... - vuelve a reír – ella no se atreve a mirarte. Es valiente e intrépida hasta que se enamora, se parece a su padre – suspira.

     Rune ríe también.

     En eso está de acuerdo.

     Olympia no huye de nada, siempre es la primera en aventurarse a cualquier cosa, por peligrosa que sea, nunca tiene miedo, al menos no lo muestra, pero sus sentimientos es algo muy distinto, vive escondiéndolos incapaz de mostrarlos, asustada y cobarde.

- Sigo creyendo que vuestro matrimonio no sería una buena unión, sois aliados, es cierto, pero la inestabilidad de Peirl es abismal y tú necesitas reinar Deinn, el cual pronto tendrá un conflicto con un reino vecino según los rumores. Si Olympia llegase al trono y solucionase el problema de Peirl, el reino no podrá recuperarse tan rápido como para hacerle frente al problema de Deinn, pero se verá obligada.

      Rune piensa en las palabras y siente que tiene razón.

     Deinn está en un momento de tensión con un reino vecino, tiene más aliados gracias a los matrimonios de sus tías con los reyes de dichos reinos, sin embargo, conoce a Olympia, ella se lanzaría la primera a ayudar porque está en su naturaleza, odia las injusticias.

- ¿Ya te has dado por vencido con Alexander? – pregunta una voz a sus espaldas.

     Ambos se giran rápidamente para descubrir a Olympia tras ellos, de pie, con sus manos en su cadera y una ceja alzada desafiándoles. Ha escuchado todo y detesta la idea de que se hable de su matrimonio y sus alianzas sin ella presente.

     Al final es la única que va a tomar la decisión.

- ¡Jamás! – exclama Dorian sorprendiendo a los jóvenes – sabes lo que opino sobre vuestro matrimonio, solo... intento abrir más oportunidades para ti, hija – esboza una inocente sonrisa, que de inocente no tiene nada.

     Olympia niega con la cabeza, sabe que su padre es igual de cabezota que ella.

- No quiero pensar en ello en este momento, tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos ahora mismo – se sienta junto a ellos – debemos entrar al templo, hablar con quien haya que hablar y regresar al poblado, no sabemos cuándo Eitan puede volver a actuar.

- Probablemente Daymon y Alexander ya hayan regresado, si ocurriese cualquier cosa Haeri estaría al mando y sabe cómo comportarse en una situación así, con ellos tres Eitan no tendrá nada que hacer.

     Olympia esboza una sonrisa de orgullo y de inmediato mira a los dos hombres que la acompañan. Ambos perciben el brillo en sus pupilas.

- Con solo uno de ellos Eitan no tiene nada que hacer – el rostro de su amigo aparece en su mente – ese chico tiene la sangre tan fría que, si se lo toma en serio, podría acabar con medio ejercito por sí mismo.

Lucha de coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora