26. Cálmate, Pulga

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Tal vez su actuar no estuvo mal, después de todo. O eso creo, hasta que continúa hablando.

—Pero ella se enojó mucho. Se ofendió porque puse en primer lugar mi relación con Stacy. ¡Entonces fue a hablar con ella y le dijo todo!

Diablos. Las cosas no deberían ser así.

—Tenías que haberle dicho tú la verdad a Stacy —intento explicarle—. Y no dar lugar a que se entere por otra persona.

—¡Esto no es culpa mía, es tuya! —se defiende.

—No lo es —le digo. Pero ya no parece escucharme.

Se acerca con rabia para darme un puñetazo. Me cubro el rostro, preparado para recibirlo, pero su puño se cuela a mi costado, tumbando un aparato de luz.

—¡Juro que quiero matarte, Lucas! —confiesa.

Me da la impresión de que ese golpe tácito le sirvió para liberar un poco de la tensión que sentía. Se aparta hacia un lado y se sienta sobre el escenario. Su rabia parece haberse esfumado. Ahora se toma la cabeza con las manos y suspira apesadumbrado.

—Esto no puede estar pasando —piensa en voz alta.

Me acerco con cuidado.

—Estoy seguro de que podrás arreglarlo.

Él mueve la cabeza a ambos lados y luego la agacha hasta casi esconderla entre los muslos.

—Me dejó —insiste—. Me dijo que no vuelva a acercarme a ella. ¡No quiere saber nada de mí!

Se agarra del cabello como si fuera a arrancárselo. Me invade la angustia al verlo así.

—Está enojada, pero se le pasará —hago un intento por subirle el ánimo. Pero a decir verdad no sé si esto tenga solución.

Lo más extraño de todo es verlo tan afligido ahora.

Bruno jamás se puso así. Y menos por una chica.

—Fui un idiota —se queja, bajando con fuerza el puño sobre la madera—. Y no me di cuenta hasta ahora... ¿Cómo pude perderla?

Me aproximo aún más y me siento a su lado. No tengo idea de qué decirle.

Sé que hizo mal, pero es mi mejor amigo y lo veo arrepentido.

Quisiera poder ayudarlo.

—No sé qué hacer —susurra—. Debiste ver la desilusión en sus ojos.

Le coloco una mano en el hombro con la intención de transmitirle mi apoyo, cuando la puerta del bar se abre de repente.

Es Brenda y viene hacia nosotros llena de ira.

Ay no, esto será un verdadero lío.

Me pongo de pie a prisa y doy unos pasos hacia ella. Se detiene delante de mí, de golpe.

—No me pongas una mano encima, Urriaga —me advierte, apuntándome con el dedo— Porque juro que te mato.

Levanto mis manos llevándolas hacia atrás, para que no se ponga más nerviosa de lo que ya está. Aunque eso parece imposible.

—Brenda, no es el momento —intento explicarle, pero con ella no existen razones, es demasiado impulsiva.

No quiero que vuelvan a haber problemas entre nosotros. Pero simplemente no voy a quedarme a ver cómo termina de desgarrar lo poco que queda de mi mejor amigo.

—Sal de mi camino, ahora —ordena.

Me muestro firme, a pesar de que sus ojos me miran amenazantes.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora