quel est, ton rêve?

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—También hay otro problema —comienza Jaehyun y se gana la mirada atenta de sus padres. —No puedo esperar. Necesito instalarme ya. No... no puedo volver a ese apartamento.

Le gustaría haberse visto la cara en el momento en el que pronuncia esas palabras. Seguramente se ve bastante patético, y da por hecho que la mujer que tiene enfrente suyo se está aguantando las ganas de reírse y señalarlo con el dedo para, seguidamente, burlarse de todo lo que algún día dijo que sería y no ha podido cumplir. Ha vuelto demasiado rápido a donde, según ella piensa, le corresponde estar.

—En ese caso debes hablar tú con Youngho. Con el chico al que le alquilamos el piso. Tendrás que compartir el piso junto a él si no le molesta –de lo contrario deberás quedarte en la calle– hasta que encuentre algún sitio donde quedarse. Ah, y de paso, dile que la mudanza no podemos pagarla nosotros, que lo sentimos.

"¿Quieren ahorrarse un mal trago? Echar a alguien así es vergonzoso", piensa Jaehyun y sabe que no puede ser eso. Que lo enviarán a él a hablar con ese muchacho porque les gusta verlo arrepentido y nada les complacería más que verlo lleno de culpa al desalojar a otra persona por el capricho de cumplir su tonto sueño. Porque si por ellos fuera... les daría igual ver el rostro lleno de preocupación de un joven, les daría igual del todo y Jaehyun puede apostar su vida en ello.


Ocho de la tarde. Un papel con la dirección en su mano. Ya había olvidado donde vivía su fallecida abuela.

Llama al timbre con suavidad, mordiendo su labio ante el nerviosismo. Suspira y vuelve a llamar cuando nadie responde tras unos minutos.

Cuando ve que nadie va a contestar, se gira con intenciones de marcharse. ¿Qué hará esta noche? ¿Tendrá que pasarla en la calle? Sabe que sus padres son capaces de hacerlo dormir fuera (como si no fuera prueba suficiente el haberlo dejado irse a su suerte por no desistir en su objetivo).

—¿Sí? ¿Quién es? —escucha a una voz dulce desde el otro lado.

—Vengo de parte de los señores Jung —contesta y nadie dice nada. Unos segundos después la puerta cede y entra al edificio.

Sube por las escaleras ya que el piso se encuentra en la primera planta y roza con cuidado la pared blanca que posee el edificio. Miles de recuerdos lo invaden y se pregunta por qué no fue más unido con su abuela, por qué nunca tuvieron esa intimidad nieto-abuela que se supone que debe haber. Luego recuerda que se trataba de una Jung y la pregunta se responde sola: estos parecen no tener afecto entre sí en lo absoluto.

La puerta se encuentra abierta. Solo por si acaso, toca la puerta antes de entrar y allí dentro ve a un chico de espaldas poniendo tazas de lo que supone que es café, té o chocolate en la mesita del centro del salón.

A Jaehyun le gusta el ambiente suave del piso. Es cálido y la decoración le parece tan, tan agradable que por un momento se alegra de irse a vivir allí hasta que recuerda el precio tan alto que debe pagar. Sacrificar su futuro haciendo algo que no le gusta.

   Después de analizar la única pieza del piso que puede (el salón), sus ojos acaban posándose en el chico alto que tiene delante suyo. Algo le dice que ya lo conoce, y la expresión que tiene el contrario dice exactamente lo mismo. Se ve tímido, como si ya lo hubiera visto antes, mas Jaehyun no sabe qué pensar.

   —¡Hola! ¡Soy Seo Youngho! —se inclina levemente y le extiende su mano, Jaehyun corresponde y se inclina también.

sur des rêves et des bisousWhere stories live. Discover now