Volver a empezar. Parte 1

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Niños otra vez

En la gran torre Stark, luego de varios meses reparándola de los desastres de la lucha contra los chitauri y ya remodelada, solo había dos ocupantes. Uno más loco que el otro.

—¡Anthony Stark! Deja ya de hacer eso—bramó hastiado el doctor luego de sentir el leve pinchazo en su costado, otra vez.

—Pero brucieboo... Quiero ver al grandote—contestó el castaño con un pequeño puchero que apenas se notaba por la gran sonrisa que amenazaba salir.

—Ya lo viste hace tres meses, tiempo suficiente. Ahora ve y haz de una vez el sintetizador de químicos que me prometiste, sin eso no podremos avanzar con este proyecto.

No había terminado de hablar cuando el genio ya se había dado vuelta hacia su propia mesa de trabajo, murmurando para sí quejas y más quejas sobre que no pudo ver lo suficiente al gran malvadisco verde aplastar extraterrestres. Farfullando en voz baja sus quejas con fórmulas y algoritmos entremezclados, una mano robótica apareció en su campo de visión, trayendo consigo un tierno muñeco de Hulk chibi, diseñado y creado por un fan.

—¡Grandote!—exclamó con exageración al tomar el peluche en sus manos y darle un gran abrazo, mirando de reojo al doctor que viendo la escena no pudo más que soltar un bufido mientras sonreía.

Luego de la lucha donde terminaron victoriosos, o sea, Iron Man estaba allí, no había otro resultado posible, pudo convencer a Banner de jugar juntos en su taller. En solo tres meses lograron hacerse muy cercanos, una mezcla extraña de amistad y aprecio por el amor a la ciencia. Relación que el genio decidió unilateralmente llamar como Science-bros.

En el principio iniciaron varias investigaciones y proyectos tanto juntos como separados, pero hace dos meses comenzaron a pensar sobre una sustancia basada en células madre y un mineral que se encontró en las armas extraterrestres que podría sanar, reparar y rejuvenecer tejido dañado a niveles aún no conocidos en esta era. Inundados por su sed de conocimiento y gran curiosidad no tardaron mucho en avanzar rápidamente en este nuevo y ambicioso proyecto, ya estaban a punto de encontrar la proporción ideal para empezar a hacer las pruebas en seres vivos.

—Hey, doc—llamó Tony mientras soldaba unos circuitos, calmado y sin apartar la vista de su trabajo— Si esto resulta, ¿que harás después?

Luego de un tiempo de convivir en el laboratorio casi 24/7, ya conocía varias cosas sobre el genio arrogante y siempre prepotente. Al verle tan desinteresado y preguntar como quien no le importa la respuesta en lo más mínimo no pudo evitar sonreír— ¿Y tú que crees que haré? Si todo va sobre ruedas podría ser una gran pista para ver si hay una manera de deshacerme del otro. Así que te informo que de ser así, me tendrás varios años más en este laboratorio. Pero eso tú ya lo sabías, ¿No, Tony?

Maldiciendo interiormente, el nombrado mantuvo la calma y se giró a verlo con una ceja alzada.

—Soy un genio, por supuesto que sé muchas cosas. ¿Qué es lo que está insinuando exactamente, doc?

—Ya, Tony—bufó una suave y determinada voz femenina, acompañada del sonido de los altos tacones al caminar— El doctor Banner también en un genio, no le cuesta mucho sumar dos más dos y darse cuenta de que eres un terroncito de azúcar bajo todo esa envoltura orgullosa y amarga. No dejarás de ser el hombre más codiciado en el país solo por dejar ver qué tipo de persona eres en realidad.

Alzó las cejas con incredulidad y llevándose una mano al pecho hizo una expresión extremadamente ofendida.

—¿El hombre más codiciado del país? ¿Del PAÍS? Pepper, cariño, no importa lo mucho que haya faltado a las juntas y esquivado papeleo, nunca me insultaste de esta manera. Soy el empresario más exitoso, el genio más grande del milenio y el hombre más codiciado del mundo. M-U-N-D-O —enfatizó.

Las desventuradas aventuras de The AvengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora