Título único. 🌹 Hanahaki 🌹

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Una albina se encontraba por los alrededores de una concurrida ciudad de noche, no sabía como es que había terminado en aquella situación tan particular.
Un dolor en su garganta le impedía respirar, pero era aun peor un agudo dolor que le dificultaba la respiración, ¿Qué le ocurría? ¿Qué le pasaba? No importa ya, tenía que ir un lugar, lejos de las miradas preocupadas que le daban uno que otro ciudadano.

Quería huir de todo eso, su cabeza comenzaba a doler de tantos dolorosos pensamientos, uno en particular estaba en su mente sin dejar de torturarle.

Todo había ocurrido en la mañana cuando se había encontrado con quien era el causante de su sufrimiento, Enji, quién era una de las personas más conocidas del país por su influencia, no solo por ser el mejor heroe, sino tener una poderosa familia muy prestigiosa.

Un ataque inminente se habia llevado acabo cuando la peli blanca estaba caminando sobre el asfalto cuando un villano le habia amenazado, fue cuando el héroe pelirrojo milagrosamente se encontraba cerca para salvarle, ella estaba felíz. Su persona especial le había salvado, ¿Qué más podía pedir?

Ese era el momento que ella estaba esperando desde hacía tiempo, ¿Confesar sus sentimientos o seguir guardandolos en el fondo de su apacible corazón? Estaba temblando frente al semblante serio de quién se encontraba frente a ella, ¿Cuando ambos se habían convertido tan cercanos pero lejanos a su vez?

- ¿Quieres corresponder a mis sentimientos?

No era ella quién había hablado, era su corazón y ese era la razón de la cuál no haya titubeado o tartamudeado al hablar. Su más puro sentimiento se hizo presente.

Un sonrojo se hizo presente rapidamente, ¿Podía pasarle algo peor? Todo esto estaba bajo la atenta pero sorprendida mirada del más alto, no sabía como responderle. Ya habia sido presa de muchas situaciones similares a la que el habia rechazado a todas las adolecentes que habían dicho sus sentimientos.

- Lo siento pero sera dificil de... - Uso un tono neutro en su voz, no un brusco y demandante como salio hablar.

No había alcanzado a seguir con lo que diría cuando la peli blanca había salido corriendo por el miedo a ser rechazada, o solo era por vergüenza?

Toda esa situación le estaba mareando a medida que el dolor punzante en su pecho le hacia detenerse dandose cuenta de que no sabía donde se encontraba, estuvo caminando todo el dia. Estaba exhausta, sentía mucho dolor.

Había llegado a un puente muy solitario, no había nadie por lo que agradecio por lo bajo de sus más profundos pensamientos. Comenzaba a hacer frío y lo sentía recorrer su cuerpo a medida que pasaban los minutos.

Toco su abdomen comenzando a agacharse tapando lentamente su boca a medida que comenzaba a sentir que necesitaba expulsar algo, ¿Cómo es qué se había enfermado? Simplemente no podia resistir al dolor que aumentaba gradualmente a cada instante. Comenzaba a desesperarse, ya no aguantaba más.

Comenzo a vomitar pétalos rojos de su interior, ¡¿Cómo era posible aquello?! Escucho hace mucho a una mujer que hablo sobre una extraña enfermedad llamada Hanahaki, Esta enfermedad trataba sobre el amor, uno que si no era dicho comenzaban a expulsar pétalos, lo mismo ocurría si no eran correspondidos... Era una enfermedad operable, era posible sacar los pétalos y en algunos casos más extremos anular los sentimientos haciendo que el individuo olvidará a la persona y los sentimientos.

Siguió desesperada vomitando a cada momento los dichos pétalos. También un escozor se hacia presente mientras su corazón estrujado comenzaba a derramar lágrimas, su estado era fatal.

Sus lágrimas surcaban su rostro en búsqueda de aquella persona que era el culpable de aquel estado en que se encontraba. Necesitaba del ardiente amor de su vida.

No se había percatado que a quién más anhelaba solo se encontraba a escasos metros de ella, quién por inercia fue a verificar que aquella persona a quien no podia identificar se encontrará en óptimas condiciones. Grande fue su sorpresa de ver a la joven en tan deplorable estado.

Por instinto se acerco, sentía como su pecho era preso de la desesperación, ¿Cuánto más tenía que hacerle sufrir? El profundamente la amaba, si tan solo la de menor tamaño no hubiera escapado de manera súbita este le habría dicho con orgullo que correspondia a sus sentimientos pero esta se había desaparecido.

Sin perder más tiempo corrió a abrazarle, verle así de lastimada hacía que se le rompiera su corazón, solo quedaba decirle sus sentimientos, aunque la única prueba que el tenia en esos momentos, de que aquella chica le amaba eran los pétalos. Si, bien conocía aquella historia de los pétalos.

- Rei. - Llamo a la dicha para llamar la atención, su tono de voz era apacible y no el que siempre solia utilizar con todos.- Será difícil de sobre llevar pero, creo poder corresponder a esos sentimientos.

La nombrada se encontraba cubierta en el cuerpo ajeno escuchando atentamente mientras se afirmaba de la ropa ajena, sobre todo al escucharle, su agarre se había intensificado.

- ¿E-eso es cierto? - Pregunto dudosa.

El pelirrojo no sabía que hacer, ¿Cómo demostrarle que en verdad estaba diciendo la verdad? Una gran idea cruzo por su cabeza, una que resultaría en su totalidad.

Se separo de la chica quien bajo su mirada ocultando su rostro tal vez con posible vergüenza. Tomó ambos hombros de la dicha, mantener la distancia seria algo imprudente, por lo que miro fijamente los hermosos orbes cafes, mientras poco a poco iba cortando más y más la distancia hasta besarle cerrando asi mismo la distancia en su totalidad.

¿A quien le importaba que la pobre chica estuviera hecha un caos? Siempre solía ser hermosa pero aún más cuando sonreía.

Aquella correspondió al beso demostrando asi cada uno sus más puros sentimientos, la representación de ambos y su amor mutuo.

La albina sostenia la mano del mayor mientras que este estaba de igual forma sin importar que dijieran de ambos, solo importaba una cosa, el amor.

- Te amo tanto.

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