El cachorro es una hembra, parece enérgica pero tímida. Con precaución recorre mi habitación y cuando se cansa de andar por mi cuarto se tira cerca de la cama, se estira y bosteza. Hacía tanto tiempo que algo tan adorable no pasaba cerca de mí. 

Se me va a correr el rímel. Dejo que caiga una lágrima de felicidad, es mi incredulidad frente a esas cuatro patas dado vueltas tan cerca. Miro a Martín:

-¿De dónde lo has sacado?

Martín me mira con dulzura, creo que se quiere librar de cualquier pega que pueda ponerle. Me mira a través de esos cristales de culo de vaso y después se atreve a hablar:

-El tío de Alessandro tiene dos dálmatas-me cuenta-. Iba a abandonarlos, pero el padre de Alessandro ha insistido en darles un hogar a todos y me propuso que nos quedásemos con uno. Me lo ha traído esta tarde, se ha meado tres veces ya en el cuarto de la abuela. 

-Martín...

Abrazo a mi hermano

-Ahora sin papá podemos quedárnoslo, ¿verdad?

-Claro





Casi me cuesta abandonar la casa con la perrita tan pequeña. Por lo que me ha dicho mi hermano el padre de Alessandro tenía que darlos ya de ya, y tendremos que darle biberón tal vez porque solo tiene un mes de edad. 

Va a ser un poco grande para un apartamento, pero Martín se compromete a pasearla, y mi abuela tengo la sensación que ya se ha encariñado con ella, sino estaría gritando porque se haya meado en su dormitorio. 

Tenemos pensado llamarla Zia, no es el nombre más original que se nos ocurre, desde luego, pero sí es el más bonito que tenemos pensado. Mi madre siempre contaba que en su infancia tuvo un labrador negro que se llamaba Zia y siempre he pensado que era un nombre bonito. 

Tomás está entusiasmado con la noticia, él también es muy fan de los animales. Tiene un gato gris y gordito con el pelo corto  llamado Gus. La noche está cargada de buen humor y de sonrisas, Silvia e Isabella son tan maravillosas como las recordaba. Están muy ilusionadas con la idea de que esté aún con Tomás y cuando lo conocen tienen muchos piropos para él. 

Isabella es una loca amante de las fiestas y del buen rollo, de esas personas que se llevan bien con todos, como han vuelto tantos jóvenes a Formia de las universidades, Nolan ha accedido a que podamos jugar al Beer-Pong y que eso y la sangría sean las principales bebidas de la noche. 

Hay buena música, aunque siempre me recuerda a Angie. Silvia es más tímida, pero es una de esas personas que están más preocupadas porque tú estés bien que de sí misma. Silvia no deja de buscar también diversión y en mis descansos sin actuar ni limpiar mesas me dedico a bailar con ellas. 

La noche es preciosa, luces de colores y mucha gente en el club. Mis ratos como camarera los disfruto viendo a tanta gente feliz. Después de las campanadas, bastante más tarde me toca actuar. Hay un invitado, un cantante de temas latinos con un poco de rap muy divertido, no es machista ni tampoco hipersexualiza a la mujer, así que sus canciones son bien recibidas por el público femenino. 

Da mucho ritmo y cuando me toca a mí, sabiendo que hace un año de la muerte de Angie decido tocar nuestra canción. Sigo pensando mucho en ella, murió un veintiséis y desde entonces voy esa fecha todos los meses a verla. Es la primera vez que toco que se hunda el miedo después de que me pareciera verla en abril. 

Sigo teniendo esa sensación, de que ella sigue aquí. Muchas veces me parece verla con las gafas plateadas con purpurina por el centro comercial, o dando vueltas con la melena caoba suelta por la playa, metiendo los pies en verano. En los meses otoñales han sido los peores, ver las hojas cayendo y no sentirla tan cerca me duele y el aniversario de su muerte fue muy duro. Puede que ella solo estuviera cien días conmigo, pero tengo en mi alma algo que me dice que va a quedarse mucho más tiempo. 

Lady AbrilWhere stories live. Discover now