Nadie Como Tú.

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Ni siquiera había pasado tanto tiempo desde que lo había dejado de ver; al menos eso era lo que la joven Narcissa Black, ahora Malfoy, pensaba, verlo evaporó en tan sólo un instante dos años, él estaba tan guapo como siempre, con esos ojos tan azules como un cielo despejado, con sus cabellos pelirrojos un tanto revueltos.

Arthur Weasley soltó la mano de la mujer que lo acompañaba, y es que con tan solo ver a la joven mujer de cabello rubio trajo tantos recuerdos como creyó extintos; no era así, aún sentía de todo con tan solo verla, aunque fuera sujetando la mano de su ahora esposo, el idiota déspota, Lucius Malfoy.

Nadie en el lugar se percató de la mirada que se dedicaron el uno al otro, y es que lo que ellos habían tenido, jamás salió del Ministerio, bueno, del pequeño armario de escobas que había después de los cubículos de los aurores, Narcissa, siempre apelaba a su papel de hija perfecta para acompañar a su padre y «distraerse un poco», así que podía ver al pelirrojo, al inicio, admitir que sólo iba a verlo a él, costó un poco, pero al final, eso había dado paso al primer beso, nada más había ocurrido; así como todo inició, terminó, con el anuncio de sus padres diciendo que le habían prometido al heredero Malfoy; ella, como buena Slytherin, sólo vio por su beneficio, o eso creyó Arthur.

Narcissa Malfoy observó al siempre despreocupado Arthur, charlando con el ministro, mientras la odiosa de Molly —ahora Weasley—, se paseaba por ahí, dichosa por haberse casado con el pelirrojo, no había algo más que la rubia odiara que a esa mujer.

Weasley –pronunció Lucius Malfoy en un tono de desprecio.

—Lucius –contestó Arthur, en tono amigable.

—El ministro me ha dicho que has regresado de un permiso hace apenas...

—Ah –soltó borrando su expresión, así que Lucius Malfoy se giró.

—Me decías –insistió, sujetando a Narcissa cerca de él.

—Bueno, Molly, mi mujer –soltó un tanto nervioso –hace una semana tuvo a mi segundo hijo.

—Van rápido –soltó Narcissa, ofendida por lo dicho.

Apenas, unos meses después de terminar «su relación»; Arthur había embarazado a esa mujer y por eso se habían casado; más que nada, por el bien del bebé en camino.

—Sólo un poco –sonrió –pero ¿y ustedes?

—No –contestó Lucius –es muy pronto para los hijos, además, tenemos que cuidar mejor el mejor momento, para tener un buen heredero, que no sea... una mujer –completó el rubio con una cara de que eso sería desastroso.

— ¿Qué hay de malo con que fuese una niña? –Cuestionó Weasley sin comprender –Molly desea tanto una hija...

—Las hijas son lo peor que le puede pasar a un linaje –informó el rubio –con ellas terminaría un legado que ha perdurado por siglos.

—Oh, ya veo –observó a Narcissa, estaba impasible.

Ella quería hijos, plural, y si eran niñas, mejor para ella, era una lástima que su marido pensara todo lo contrario a ella.

—Pueden tener ambos –sugirió Arthur.

—Impensable –bufó Lucius y se alejó ofendido por el comentario.

La rubia y el pelirrojo se observaron, ninguno pensó en la posibilidad de quedarse solos en ese evento, bueno, es que al menos él, no creyó toparse con ella, desde que se había casado con Malfoy, Cissy, como gustaba llamarle, rara la vez asistía a eventos.

—Y bien ¿cómo has estado, Cissy? –sonrió.

—Narcissa, si no te molesta –comentó.

—Señora Malfoy, si lo prefieres –soltó, haciendo que ella frunciera los labios, enfadada.

Nadie Como Tú || ArthissaWhere stories live. Discover now