20. Veintiuno de julio

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Me cubro los ojos con una mano.

En vano le hable el otro día sobre su comportamiento y le pedí que no lastime a Stacy.

Ella es una chica muy dulce y no la está tomando en serio.

Además, por fin empezábamos a llevarnos bien con Brenda. Y todo se ha arruinado por esto.

Busco alrededor con la mirada.

Si su hermana ya está aquí y ella no, es probable que no venga.

Y yo esperaba verla.

Terminamos de organizar todo y nos ubicamos en los sitios correspondientes.

Francis golpea los platillos de la batería, llamando la atención de la gente.

Durante toda la primera canción me paso mirando la entrada del bar. Aún no pierdo la esperanza de que en cualquier momento ella ingrese por allí.

Pero la primera da paso a la segunda y luego a la tercera, y no hay señales de Brenda por ningún lado.

Ya estoy totalmente desanimado cuando la veo entrar y las palabras se traban en mi boca.

Lleva puesto un jean negro, rajado en las rodillas, que ajusta sus piernas a la perfección. Unas botas a juego, con cordones. Su blusa gris, suelta, deja entrever un poco de piel. Encima, la cubre una campera de cuero, y sujeta su cabello en una coleta.

El estilo rockero le queda increíble.

Francis se acerca a mí con disimulo y le da un toque a mi pie con el suyo. Entonces me doy cuenta de que confundí una parte de la estrofa y la mezclé con otra. Afortunadamente, encuentro la forma de hacer pasar desapercibido mi error, y la canción continúa como debe.

Brenda se sienta en una mesa del fondo y no mira hacia el escenario. La veo acomodar un codo sobre la madera y sostener su cabeza inclinada.

Luce excesivamente triste.

Ni siquiera parece percatarse de que estoy aquí.

Y yo, sin embargo, no puedo sacarle la mirada de encima.

Mientras el resto ejecuta la intro de la siguiente canción, tomo un poco de agua de mi botella y me percato de que alguien se acerca a su mesa, llevando unos vasos cargados de cerveza. Me sobresalto al darme cuenta de que se trata de Esteban, el maldito que siempre anda tras ella en la oficina.

No puede ser.

¿Están juntos?

Eso parece, porque se sienta a su lado y los dos comienzan a tomar y charlar.

Me enferma verlos, y no puedo hacer nada más que continuar con el show.

El humor de ella mejora a medida que pasan las músicas. Más tarde, incluso la veo reír cuando ese tipo pide una ronda de tequila y brindan juntos.

Creo darme cuenta de lo que está intentando. Cada vez que el vaso de ella se rebaja hasta la mitad, él vuelve a llenarlo.

¿Acaso busca emborracharla?

Debe ser la primera vez que quiero que el concierto termine. No me gusta el rumbo que están tomando las cosas.

Y se acaba la última canción. El lugar entero se rompe en aplausos, pero mi vista sigue fija en una sola persona.

Cuando bajamos del escenario, quiero ir hacia donde está. Pero mis amigos se acercan a felicitarme, uno a uno.

Ahora me arrepiento de haber invitado a tanta gente.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora