2. El Trato

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Cuando la vio entrar en su despacho airada, ataviada con el mismo vestido corto de flores palabra de honor de hoy y las gafas puestas, tuvo una erección al instante

_En que puedo ayudarla Señorita García – le dijo seriamente.

_No entiendo mi nota profesor – le dijo suavemente pero con osadía, sentándose sin invitación y mirándolo fijamente– Creo que mi trabajo se merece más de un tres.

_ Pues está equivocada señorita, usted tiene la nota que se merece – le contestó dirigiéndome una sonrisa perversa

_No, Pablo tiene un trabajo peor que el mío, sobre el mismo tema, y tiene un 6. El mío se merece por lo menos un 8

_El que decide las notas que se merece soy yo, no lo olvide – le dijo bien claro y con autoridad

Ella no pudo evitar agachar la cabeza y sonrojarse, pero aun así, continuó hablando

_Es que no se entiendo porque me suspende, he dedicado mucho tiempo a este trabajo y no entiendo porqué tiene tan mala nota

_Si no lo sabe usted no sé qué podía decirle yo. Tiene la nota que se ha ganado – Dijo el dando por terminada la conversación y volviendo a sus papeles

_ Pues el examen me salió perfecto – lo desafió – Y si tengo que volver en Julio, iré a hablar con el decano – Se levantó con calma y se dio la vuelta para dirigirse a la puerta

La rabia lo inundó por dentro con su provocación. Cogió rápidamente unas esposas que había encima de su mesa, y la alcanzó antes de que abriera la puerta.

De repente, Natalia sintió como la agarraba por las muñecas y le colocaba, de un movimiento casi espontáneo, unas esposas, inmovilizando los brazos en la espalda, la rodeó con un brazo y le tapó la boca fuertemente con una mano. Se puso rígida como un palo y lo sintió en su oído decir:

_ Te mereces esa nota, porque eres incapaz de respetar a la autoridad, y siempre buscas una forma alternativa para hacer las cosas de la forma que te da la gana – La apretó contra su pecho y sintió una enorme y dura erección restregándose contra su trasero – Para aprobar tienes que respetar la ley y asumir que hay cosas que no puedes evitar.

Sin destaparle la boca sintió como con su otra mano le bajaba la parte de arriba del vestido y agarraba con fuerza uno de sus pechos. Ella empezó a revolverse contra él, intentando liberarse.

_ Ves pequeña, sé que no te importa que te toque pero te revuelves como una salvaje, olvidando que quien manda aquí soy yo.

Pero quién narices se creía ese tío, vale que estaba buenísimo, pero ella no le había pedido nunca que la tocara, ni siquiera formaba parte del club de fans que lo perseguía por toda la facultad. Siguió revolviéndose y él soltó su pecho para dirigir la mano a su entrepierna, levantándole el vestido rápidamente, le aparto el tanga para acariciar suavemente su sexo con dos dedos – Ella se encogió y gimió en su palma

_ Estás húmeda así que no me equivocaba. A lo mejor aún puedo enseñarte algo si me dejas... - Le colocó el tanga y el vestido en su sitio, volviendo a dejarla cubierta - ¿Estas dispuesta a aprender una lección muy valiosa que nunca olvidarás y así aprobar el trabajo? ¿O te suelto y te marchas corriendo, como una niña asustada igual de ignorante que cuando llegaste?

Natalia siguió rígida, pero dejó de moverse. No quería suspender esa asignatura después de todo lo que había trabajado, y a pesar de que estaba segura que acababa de proponerle que se acostara con él a cambio de una buena nota, cosa que le parecía denigrante, el calor y la excitación que le recorría el cuerpo hizo que se lo pensara. Estaba como un tren y era la única asignatura que impartía así que no tendría que volver a verlo jamás, aparte de cuando se cruzaran por los pasillos de la facultad y se aseguraría de evitarlo ¿Tampoco sería tan terrible no? Llevaba meses queriendo echar un buen polvo, y ese tío era guapo, interesante y parecía que sabía lo que hacía, la humedad que tenía en su entrepierna palpitante le gritaba que lo dejara volver a tocarla, al fin y al cabo la mayoría de las profesoras de allí habían sido alumnas que se acabaron casando con uno de sus profesores y viceversa, nadie pondría el grito en el cielo si alguien llegaba a enterarse, y le daba igual acostarse con él para que le pusiera la nota que merecía, sabía que su trabajo era bueno. Sintió como le destapaba la boca y le preguntaba muy seriamente

_ Entonces pequeña rebelde ¿Te atreves a quedarte para que te eduque correctamente, o te dejo irte corriendo para aceptar la nota que te he puesto, y no volver a verte nunca?

Lecciones PrivadasWhere stories live. Discover now