El Rostro de una Definitiva Elección

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La teletranportación del encapuchado lo condujo a un pequeño pueblo de campesinos medievales. El haber llegado allí no le producía tanta alegría puesto que había permanecido anteriormente en dicha forma de vida creciendo y produciendo su vitalidad pero a la vez olvidando su propósito y sueños.  

En pocos instantes de haber llegado estaba explorando el lugar. Comenzó observando y estudiando la biodiversidad de especies que habían en las áreas no aradas. Luego comenzó a observar las técnicas de cultivos de los agricultores cuales les parecieron contraproducente. Comenzó a preguntarse qué hacia allí cuando de una esquina apareció una hada que el muy bien conocía.

—¿Para qué llegué aquí?— le preguntó a la hada sabiendo que la misma no le contestaría puesto que nunca la ha escuchado.

Mientras veía la hada danzar por los aires, se percató entonces de algo que jamás había esperado ver. En una de las casas, se podía ver de la ventana a una mujer cuya belleza jamás había presenciado. De esa bellezas que emiten una energía que no entendemos pero si sentimos. Entonces recordó que la hada siempre aparecía en las ocasiones donde se encuentra con la Inspiración.

Rápidamente sacó su lápiz y abrió su cuaderno. Comenzó a trazar lentamente los elementos de tal belleza. Los trazó tal cual los había visto y al final se llevó una decepción. El dibujo no emitía la misma belleza de la mujer que veía. Empezó a recordar desde cuando habia abandonado el dibujado cual fue su primer talento y se alejó al bosque.

Allí se sentía decepcionado, perdido y consigo mismo pidiendo algo que no entendía. Dió una caminata sin rumbo y luego comenzó a meditar mientras veía a la hada volar. Estuvo así durante un tiempo, hasta que decidió ver el dibujo que había hecho. El misterio de los dibujos es que mientras uno los ve prolongadamente uno empieza a verlos diferentes. Eso estaba experimentando el encapuchado, su dibujo cada vez parecía más perfecto a lo que estaba esperando. Ya su belleza no era sólo extraña sino que también única. Comprendió entonces que la función de estar allí y la función de la misma muchacha era reflejar en el papel una belleza que sólo habia visto borrosamente en el corazón. Se alegró entonces y pasó la página.

—Sé que te llegaré a ver algún día porque definitivamente eres tú— se dijo el encapuchado recordando el dibujo de la mujer— Solo debo de seguir trazando mi camino.

Acto seguido se teletransportó. La hada sonrió al escuchar las palabras del encapuchado puesto que sabía a lo que se refería. Se estaba dejando guiar por las señales.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009 © #2

El Cuaderno del EncapuchadoDär berättelser lever. Upptäck nu