Capítulo 15: ¡Lokabrenna, sirve de algo!

36.2K 3.6K 549
                                    

¡Yugoslavia! ¿Siquiera era eso un país? No, estaba bastante segura de la geografía actual como para saber que no lo era. ¿Lo había sido? Posiblemente había escuchado la palabra en clase durante mis años fingiendo ser una estudiante humana, no era como si me hubiera parecido un dato interesante para recordar a juzgar por el ahora. Bien, un lunático atemporal y una desalmada problemática. Al menos podía estar segura que cualquier persona en su sano juicio no se cruzaría con nosotros por propia voluntad. Hacíamos un dúo memorable con nuestras inestabilidades psicológicas.

Tanto como me hubiera gustado deshacerme de él no podía negar que tenía razón en un punto, estábamos en medio de la nada y las últimas muertes por tortura me habían dejado fuera de combate. Lo último que necesitaba era volver a pasar por lo mismo, sola, y sería como servirme en bandeja para mi asesino si sabía aprovechar el momento. Había aceptado su compañía, solo hasta que encontrara a Holland. Tan pronto como me reuniera con ella buscaría el modo de deshacerme de Robin definitivamente.

Por supuesto, mi móvil no había tenido señal de ningún tipo antes de quedarse sin batería. O quizás era la baja batería lo que le había impedido funcionar correctamente... En momentos así deseaba darme una patada por haberme olvidado de cargarlo, aunque tampoco había parecido de vital importancia el día anterior. Tendría que esperar a conseguir otro teléfono o un modo de cargarlo para llamar a Holland.

Robin tampoco había sido de mucha ayuda al momento de saber dónde demonios estábamos. ¿Preguntarle cuándo? El brujo podía responderte con una precisión obsesiva. ¿Dónde? ¡Estábamos hablando de un sujeto que no sabía que existía Cuba! ¿Quién demonios no sabía que existía Cuba? ¡Ese lugar era el paraíso del alcohol para los cambiaformas y tenía las mejores fiestas! Pero él parecía no conocer el mundo humano más allá de Italia, cuando no se confundía de fechas y llamaba Constantinopla lo que estaba bastante segura que debía ser Estambul por dónde me dijo que se encontraba.

—¡Esto es tan aburrido! —exclamó Robin cruzando los brazos detrás de su cabeza—. ¿Es siempre así? ¿Cómo no se mueren de aburrimiento con la monotonía de la linealidad temporal?

Vendería el alma que no tenía por un modo de dejarlo mudo. Él no había soportado más de diez minutos de caminata sin empezar a quejarse como un niño pequeño. Lo mataría, debía existir un modo de matar a un guardián del tiempo. No podía mantener un ritmo constante, a veces se adelantaba a saltos y otras se quedaba atrás quejándose por todo el camino recorrido y el que faltaba por recorrer. Me tomó varios minutos antes de comprender el motivo, eso e imaginar a un Bass riendo y burlándose sobre cómo los brujos no eran nada sin su magia.

¿Qué eran unos pocos kilómetros para una cambiaformas que había vivido en Rike durante su niñez, que sabía lo que era pasear todo el día en el bosque o caminar horas de un pueblo a otro? Lo más rápido allí era un caballo, y había pocas cosas tan emocionantes como montar un caballo tan veloz como fuera posible. ¿Pero para un brujo que estaba acostumbrado a llegar de un lado a otro con solo atravesar la puerta correcta y que además controlaba el tiempo a su antojo? Si debía ser sincera, era admirable, hubiera perdido a Holland a la media hora.

—Nadie te está obligando a vivir el tiempo del mismo modo que cualquier persona normal —dije y él sacó un reloj de bolsillo para mirar la hora.

—No creas que te dejaré sola aunque sea por un momento —respondió simplemente.

Suspiré, era un caso perdido. El brujo realmente podía llegar a ser terco cuando se obsesionaba con algo. Al menos habíamos dejado el campo atrás para llegar a una zona urbana, no era como si la noche no fuera inminente y necesitáramos un lugar donde dormir. Mi cuerpo no estaba en tan buen estado como para saltarme una noche y tenía entendido que los brujos realmente necesitaban unas horas de sueño, aunque también tenía entendido que Robin era capaz de detener el tiempo, dormir, y luego retomar el ritmo mientras para mi hubiera pasado una fracción de segundo.

Ni lo pienses (Trilogía Nina Loksonn #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora