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Tenía qe explicar nuestro espacio;

por qé hoy es lunes, siendo sábado.

Tenía qe sonreír si hablaba de él,

pero tenía qe hablar de él primero.


Al empezar a odiarme recogió sus cosas,

con la esperanza al fondo -donde nosotros-,

y con el mal bañando cada una de sus dudas.


Él buscándole sentidos contarios a mis versos.

Versos qe pedían auxilio; más su perdón.


Lo peor era mirar sus ojos, qe ya no me veían.

Y sin pestañear yo, por si de por vida le perdía.

No lo entendía; ni siquiera lo pensaba.

Me daba excusas, echándome las culpas.

Me recordaba, entonces, qe no somos imanes,

porque los polos opuestos, ya puestos,

también se repelen.


Para sorpresa de Sabina, la vida siguió

con el juego macabro de daños.

Y para esto no hace falta explicación alguna;

cada vez qe le veía significaba

qe se había ido de nuevo.

Su brújula no marcaba ya mi norte.

Y yo aún no sabía llegar a casa.


De las pocas cosas claras qe me quedan por decir,

afirmo qe es la flor más bonita qe jamás a plantar me atreví.


Justificaba con la mirada

hacia el centro de la certeza

otro viaje con heridas.

No más razones ni poemas.

Solo un epitafio qe llora nuestra ausencia.


Y es qe yo ya sólo puedo dormir con los pies fríos.

Y él, simplemente, no lo entendería.

· Floreceré y te pareceré poesía ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora