9. La melodía del amor

Comenzar desde el principio
                                    

Me tomo unos segundos para responder. Sus ojos me miran fijo, inquisidores, reclamando algo que por un segundo pienso que es verdad. Pero jamás le daré la razón.

—Tú rompiste el pacto primero —suelto, buscando dar vuelta la situación.

Lucas levanta una ceja, sin comprender.

—Estás loca —expresa—. ¡Tú lo rompiste al mostrar ese video delante de todos!

Doy un paso hacia él, amenazante.

—Te burlaste de mí el otro día, en el taller de teatro —logro que se asome un dejo de confusión en su rostro—. No creas que no te vi —continúo, al ver que mi excusa comienza a dar resultados—. Te reíste de mí mientras estaba practicando mis líneas.

—No me reí de ti —se defiende—. Me reí, pero no de ti.

Suelto un bufido, agradeciendo en mi interior que no haya encontrado mejores palabras para justificarse.

—Tú rompiste el pacto primero —insisto.

Entonces me decido a retomar mi camino, pero me sujeta y me atrae de nuevo hacia él.

—No lo hice, pero ya da igual. No volverá a haber ningún pacto, Pulga —asegura.

—Por mí está bien —me encojo de hombros—. Tú eres el que terminará lamentándolo.

Tuerce una sonrisa confiada y me suelta.

Algunas chicas llevan la mirada a nosotros cuando ingresamos, uno detrás del otro, al laboratorio. Escucho murmullos al pasar. "¿Será que era para ella?" le pregunta una chica a su amiga. "La música romántica" oigo mencionar a otra.

Oh, Dios. Ahora piensan que Urriaga escribió esa música... ¿para mí?

Me río en mi interior. Seguro la escribió para Samantha.

El resto del curso no parece pensar lo mismo. Durante toda la semana se preguntan para quién escribió Lucas esa canción.

A Samantha se la ve muy alterada en esos días. Intentando constantemente, sin mucho éxito, convencer a todo el mundo de que la música era para ella.

Urriaga molesto y humillado.

Samantha atormentada e insegura.

Ese cambio de escenario es justamente lo que necesitaba para alegrar mis tan monótonos días. Mi humor mejora por completo. Tanto, que me encuentro a mí misma sonriendo tontamente por haber roto ese absurdo pacto.

Las horas de clases se vuelven más interesantes ahora que vuelvo a tener esa sensación de que Lucas podría devolverme el golpe en cualquier momento. Pero está tan abrumado esos días que dudo que tenga tiempo de ponerse a planear algo.

Así que el marcador sigue a mi favor.

Me acuesto en la cama, el jueves, y me coloco los auriculares. Le doy play al video en mi celular y vuelvo a escuchar la música como cada tarde de esta semana. Cierro los ojos y disfruto. Porque sí, Lucas puede ser un idiota y todo, pero su estilo es muy bueno y tiene muy linda voz.

Stacy ingresa a nuestra habitación, para buscar unos broches.

—¿Qué escuchas? —pregunta, al instante en que se acerca al aparato.

—Nada —me apresuro en estirar mi móvil y darle al botón de salida, pero en la urgencia aprieto cualquier aplicación.

Lo último que haría en el mundo sería dejar que alguien me viera disfrutando escuchar a Lucas cantar.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora