Cincuenta y dos (*)

Start from the beginning
                                    

Ella suspira, acomoda un mechón de su cabello detrás de su oreja mientras me observa.

—No ha despertado —murmura.

Niego, intentando procesar lo que ha dicho.

—¿No ha despertado? —inquiero —¿Cómo que...? —el terror me llena —Mamá ¿Cómo que no ha despertado?

—El auto impactó más de su lado, que del tuyo —informa —El cinturón no fue suficiente para evitar que se golpeara la cabeza, además el bebé entró en crisis y...

Dejo de escuchar cuando ella dice aquello, mis oídos zumban, lo hacen de una manera que no me permite prestar atención a nada más.

"El bebé entro en crisis" "Ella no ha despertado"

—William, cariño, necesitas estar tranquilo —pide con suavidad —va a estar bien, ella despertará pronto y han conseguido estabilizar a tu hija. Aún sigue con vida, ambas están con vida. Cielo, tranquilo.

Cierro los ojos, sintiendo la daga de culpabilidad clavarse en mi pecho con fuerza, si tan solo hubiese sido un poco más cuidadoso, si hubiese prestado atención al camino, nada de esto estaría ocurriendo.

—Fue mi culpa —un susurro aterrorizado brota de mis labios —mamá, fue mi culpa.

—No, cielo, claro que no —asegura —el otro auto invadió el carril, tú solo intentaste esquivarlo. No fue culpa tuya.

Mi visión se hace borrosa y pronto, me siento tan jodidamente asustado.

—Necesito verla —suplico —mamá, por favor.

—Hablaré con el doctor ¿de acuerdo? haré todo lo posible para que la veas.

Acaricia mi rostro una vez más antes de marcharse. Cuando me quedo solo en la habitación, el dolor y la culpabilidad parecen estallar en mi pecho. De una manera exponencial, de una forma tan aterradora que no sé qué hacer.

No me perdonaría jamás perderlas, no conseguiría vivir tranquilo el resto de mi vida si ellas se iban.

Jamás volvería a ser feliz, y no importaba lo que dijeran porque cargaría con el peso de la culpa hasta mis últimos días.

(...)

No estaba listo para verla así, tan frágil, conectada a cables que monitoreaban sus signos vitales.

Un suspiro tembloroso brota de mis labios cuando me acerco, mi madre empuja la silla de ruedas en la que me encuentro hasta conseguir dejarme a un costado de la cama.

—¿Mi hija está bien? —inquiero hacia la enfermera que se encuentra en la sala.

—Hacemos todo cuanto está a nuestro alcance para garantizar su bienestar, si se presenta alguna complicación recurriremos a cesárea de emergencia, pero por ahora, están estables, solo esperamos que su esposa despierte pronto —informa. Me dedica una sonrisa comprensiva antes de marcharse.

Muerdo mi labio inferior con fuerza, al mismo tiempo que extiendo una de mis manos para conseguir tomar la suya.

Mi corazón se estruja con violencia, mi visión se vuelve borrosa y tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no romperme aquí.

—Lo siento, Ann —susurro con voz rota —lo siento tanto, mi amor.

Afianzo mi agarre en su mano. Esperando por alguna respuesta, por algún indicio.

—Tienes que despertar, amor, tienes que hacerlo porque de lo contrario, voy a volverme loco, Anna, no puedo tolerar perderte ¿escuchas? Te necesito conmigo. Así que, por favor, te suplico que despiertes.

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now