Capítulo 2

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Simón se encontraba durmiendo plácidamente cuando escucho la puerta ser golpeada fuertemente, buscó sus lentes y miro la hora en su celular 2:45 de la mañana hacía apenas cuatro horas que había llegado a Madrid  se levantó a toda prisa para ver quien llamaba con tanta insistencia

En cuanto abrió la puerta un chico de casi su misma edad entro a toda prisa a la casa arrollándolo en el proceso.

— ¿Hey, disculpa pero que se te ofrece?

— ¿Donde está ese desgraciado?

— ¿De que desgraciado hablas?

— Juan Pablo Isaza, el dueño de esta casa.

— Oye de verdad lo siento, pero tu novio debe estar en otro país ahora mismo.

—¿Mi novio? Ese infeliz no es mi novio, Jehová me libre —dijo el extraño chico mientras se persignaba.

— Vale, lo que sea que ustedes sean, Juan Pablo no está aquí.

— Soy su mejor amigo, pero el muy imbécil me hizo creer que no se iba hasta mañana por la tarde.

— Te refieres a hoy por la tarde? Porque si no te has dado cuenta son casi las tres de la mañana.

— Vale, yo lo siento no quería despertarte solo creí que Isaza me gastaba una broma —dijo el chico haciendo un extraño puchero.

El chico de lentes sonrió para el extraño chico, a pesar de haber sido arrancado cruelmente de los brazos de Morfeo sentía que por alguna extraña razón no podía ser grosero con el apuesto chico que tenía frente a sus ojos.

Y es que aunque Simón no lo quisiese admitir el chico frente a el era toda una belleza y a pesar de la escasa iluminación que le proporcionaba la única lámpara encendida en aquella se podía apreciar perfectamente que el buen parecido de aquel extraño era digno de admirar.

Una fuerte tos lo saco abruptamente de su ensoñación, bajo su —ahora completamente teñido de rojo— rostro para ocultarlo de aquel chico que reía a carcajada limpia hasta el punto de casi llorar y Simón podía jurar que esa risa era la melodía más perfecta que alguna vez hubiese escuchado, tal parece que por más que lo intentase aquel chico no podía dejar de reírse ya que se encontraba casi doblado a la mitad mientras se sostenía fuertemente el abdomen y aunque a Simón le incomodase un poco que alguien se burlase de él, la idea de privarse de escuchar esa risa le parecía lo más trágico de todo el universo.

Levanto el rostro justo en el momento en el que el chico logro —para  sorpresa de ambos— parar de reírse.

— Vale, lo siento pero estabas demasiado concentrado y tu reacción fue épica —logró decir aunque se podía adivinar perfectamente que aún no había parado completamente de reírse— soy Juan Pablo Villamil.

— Un gusto, yo soy Simón Vargas.

— Escondiste la llave de la alfombra —dijo Juan Pablo en un tono poco acusatorio.

— Sí, Juan Pablo me sugirió que lo hiciera para evitar que su para nada dramático mejor amigo irrumpiera en la casa, pero como ya ves, no funcionó.

— De verdad lamento haberte molestado y no puedo creer que Isaza ande hablando tales cosas sobre mí.

— Ni yo, la verdad —dijo Simón haciendo reír nuevamente a Juan Pablo

Simón se balanceó varias veces sobre sus pies, se sentía realmente estúpido al no saber cómo actuar frente a Juan Pablo, era consciente de que las relaciones sociales no eran lo suyo, pero en ese momento sentía como si todas las palabras hubiesen muerto atoradas en su garganta.

Punto Y AparteWhere stories live. Discover now