3. Un infierno para ti

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—Devuélveme eso —le ordeno a ese estúpido, acercándome a grandes pasos.

—Alcánzalo, pulga —desafía, alzándolo por encima de su cabeza, hacia atrás —. Te dije que voy a hacer de este año un infierno para ti—me recuerda en un murmullo cuando llego hasta donde está.

—Dame mi celular —me muerdo los labios por dentro, con la ira comenzando a inundarme de nuevo por culpa de este tipo.

—Claro...

Comienza a bajar el aparato, pero el brillo en sus ojos delata que no será para entregármelo amablemente. Entonces, antes de que pueda tomarlo, lo arroja de nuevo por encima de mí.

Volteo, asustada, creyendo que acabará destrozado en el suelo, cuando veo que otro compañero lo agarra. Es su amigo de la banda de rock.

Suspiro, para no romperle la cara de engreído a Urriaga, cuando lo escucho reír.

Me acerco a su amigo. Un chico fornido, con tatuajes que sobresalen por debajo de la manga de la camisa y un piercing que adorna un lado de su nariz.

Tengo que admitir que, a pesar de su pinta de chico rudo, es bastante guapo.

—¿Podrías darme mi celular? —le pido amablemente, rezando para que al menos su amigo sí tenga algo de decencia.

Como si eso fuera posible.

—Estás tan buena que te lo daría, nena —declara él, mirándome con cara de pervertido—. Tal vez, si me das un beso.

Le devuelvo una mueca de desagrado.

Definitivamente, los dos están cortados por la misma tijera.

—Ey, Bruno, pásame eso —le dice Lucas—. No confío en ti cuando se trata de chicas. Harías lo que fuera por una falda.

Al oír eso, hago un rápido cambio en mi expresión, fingiendo una mirada inocente y seductora.

—¿Me lo das, por favor? —le susurro a Bruno, acercándome un paso más, sin dejar de ver directamente sus ojos marrones.

No pienso besarlo, pero al menos puedo tratar de usar mis encantos en él.

Se muerde el labio inferior y se acerca también. Cuando parece que está a punto de entregarme mi celular, se lo lanza a su amigo y los dos estallan en carcajadas de nuevo.

Bueno, al menos lo intenté.

Volteo otra vez, aburrida de tanto juego, y me acerco a Lucas, mirándolo con rencor.

—Dos contra uno, qué cobardes —apunto.

Él se pone serio. No parece gustarle que lo llame así.

—No soy cobarde, porque ahora me lo quedo yo —se encoge de hombros y guarda mi celular en uno de los bolsillos de su pantalón.

—Si no me das lo que es mío, me estás robando —lo acuso sin miramientos—. ¿Quieres que la palabra "ladrón" se sume a la lista de adjetivos con los que te describe tu papi?

Sonrío con malicia al ver el enojo asomar a su rostro.

—Te lo devolveré —se defiende—. Cuando me dé la gana —sonríe también, intentando ocultar su rabia.

—Dámelo, ahora —insisto, tomándolo del cuello de la camisa.

—Ey, Allen. No va a volver a tus manos —se suelta de mi agarre—. Sólo tienes dos opciones ahora mismo; o aceptas que me lo quede, o lo arrojo por la ventana. Elije la que quieras, pero no te lo daré a ti —lo dice con tanta seguridad que hace que me aparte de él.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora