capítulo 1

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Sintió el helado viento congelar sus mejillas trayendo consigo un par de notas que se escapaban desde el salón de baile donde ella se suponía debía estar, pero como siempre esa pequeña espinita demasiado impulsiva se había clavado en su pecho y no había tenido más remedio que salir solo por unos segundos, necesitaba reponerse, pensar dos minutos, volver a su natural estado, pasar todo bajo la lupa del análisis y volver a sentirse como ella misma.

<Je pense, donc je suis> Pienso por ende yo soy

Dentro sentía que el aire era irrespirable desde que él hizo acto de presencia, trayendo consigo recuerdos, que no dejaban de ser dolorosos a pesar del paso del tiempo.

Sé había preparado para verlo, pero el impacto de encontrarlo incluso mas atractivo de lo que recordaba, derrumbó todos los muros invisibles donde había encerrado las emociones y contrariedades que despertaba ese descarado libertino dentro de ella.

El conde de Burford, hermano mayor de Elizabeth, durante su primera temporada pretendió cortejarla enviandole flores cada tanto y bailando con ella siempre dos piezas en las veladas que coincidían, su padre esperaba escuchar una petición muy pronto y ella ¿Para que negarlo? Estaba enamorada del caballero.

¿Quien podría culparla de todas maneras? El Conde fue incluso antes de debutar su amor platónico, además él se encargó de hacerla caer en sus bien armadas redes de libertino, encuentros a escondidas, un par de besos robados, promesas al oído... pero todo quedó de un día para el otro en el aire, se dió cuenta que solo era un juego, uno para mantenerse entretenido mientras esperaba a su amante americana... o mejor dicho se preparaba para ir tras de ella.

En el fondo sabía que no estaba hecha para eso, desde antes de debutar. Tal vez si estuviera más interesada en las veladas y menos los movimientos socialistas de los que Adrien, su hermano mayor, era seguidor las cosas serían diferentes. O talvez si su madre continuará con vida, tendría más sentido para ella buscar un marido, pero aparte del Conde no podía evitar rechazar a cada caballero que se acercaba a ella pretendiendo cortejarla. Le había dado vueltas a la idea cada noche desde que puso un pie en Inglaterra diez años atrás, su abuela fue muy clara cuando partió de Francia, su única misión en la vida era buscar un matrimonio con un hombre de su misma posición, un inglés de noble cuna, y en las dos temporadas anteriores solo en una se vió tentada a realmente intentarlo y fracasó.

Ya era su tercera temporada social y su padre aún dentro de su infinita paciencia comenzaba a presionarla, incluso Adrien preguntaba de vez en cuando por su falta de interés en buscar un esposo y su hermano no era lo que se podía catalogar como un ejemplo a seguir, por muy bueno que fuera para los negocios e inversiones, no era un secreto para nadie que no tenía reparo en satisfacer sus deseos carnales cuando le parecía más oportuno y con la dama que se presentará más... dispuesta.

-Pensé que Lord Bristol había educado a su hija para no salir sola a los jardines, pero veo que hay cosas que nunca cambian- dijo la inconfundible voz barítono de Lord Burdford con sus puyas habituales disfrasadas con un tono suave y mesurado, que hacía bastante difícil diferenciar una provocación en toda la regla con un halago.

Su presencia terminó al instante con la paz que se respiraba en el tranquilo templete, herizando cada vello de su cuerpo de la misma forma que hacia casi tres largos y eternos años.

Monett se esforzó por mantenerse serena y no mostrar cuanto le afectaba verlo de nuevo, no podía decir que no lo esperaba, Elizabeth había mencionado el regreso de su hermano en varias ocasiones las semanas previas a la apertura oficial de la temporada y en cada ocasión se convenció que eso no la afectaría en lo absoluto. Conoció al conde poco antes de ser presentada en sociedad debido a los negocios y amistad que lo vinculaban con Adrien. Cuando era una debutante con demasiadas ilusiones en su cabeza deseaba asistir a todas las veladas para compartir un baile con el rubio que era lo más parecido a un principe de cuento que conocía y los más alejado a sus ideas siempre fundadas más en pensamientos racionales que en cuentos fantásticos.

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora