Cuarenta Y Ocho (*)

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—Esto, nosotros de esta manera, a punto de convertirnos en padres, enamorada de mí —le dejo un golpe en el hombro cuando dice lo último, logrando que ría un poco. —En serio, Ann. ¿Consideraste que pasaría?

—Siendo sincera, no —respondo en un suspiro —creí que seríamos un matrimonio como mis padres, adultos infelices teniendo todo el dinero del mundo. ¿Y tú?

—Puede que haya pasado por mi mente.

—Claro que no, dijiste que era insoportable —reprocho.

—Y tú que no era un gusto verme ¿o ya lo olvidaste? Yo solamente estaba siendo educado —pronuncia empleando un tono lastimero.

Una risa me invade, recordando la forma en la que se dio nuestro primer encuentro. Técnicamente no fue el primero, pero podría considerarse como tal.

—Es que no lo era —respondo aún entre risas.

—Y tú sí eras insoportable —pronuncia riendo también. —Ninguno mentía en esos momentos.

No respondo, el silencio se hace presente entre nosotros y algunos momentos después, él se incorpora.

—Iré a ver a John —informa —No me responde las llamadas ni mensajes —masculla con una mueca.

—Si no supiera que me amas, estaría celosa de él —Will me observa con extrañeza.

—¿Celosa de John? —inquiere —¿Por qué?

—Porque hacen casi todo juntos, e interrumpe nuestros momentos de intimidad, o porque sabe la mitad de nuestra vida privada —él ríe.

—Sí, bueno, es algo así como un psicólogo personal —confiesa. —no te pones celosa de los psicólogos.

Lo observo cambiarse la ropa por una más presentable, aun cuando el pantalón deportivo le quedaba bastante bien.

—¿Montserrat vendrá a cenar entonces? —inquiere.

—Sí, lo hará —informo.

—Bien —cuando se ha cambiado por completo y se ha colocado los zapatos, se inclina hacia mi cuerpo para dejar un beso en mis labios y luego otro sobre mi vientre.

—Te llamo cuando esté de regreso, si necesitas algo, avísame —pide.

—Claro, adiós —me hace un ademán y lanza un beso en mi dirección cuando se encuentra en la puerta. Hago el ademán de captar el beso imaginario y el ríe antes de marcharse.

Cuando se ha marchado le envió un mensaje a Montserrat para confirmar nuestra reunión en la casa y tras recibir una respuesta afirmativa, me quedo en la cama haciendo absolutamente nada.

WILLIAM

La visita a mi amigo no resultó tan bien como hubiese esperado, Kate aún estaba en su casa, y lo cierto es que aún no conseguía entender el porqué.

Anna me había enviado un mensaje hace una hora aproximadamente, informando que Montserrat se había marchado así que decidí volver a casa.

—¿La visita no resultó como esperabas? —Anna cuestiona con curiosidad apenas abre la puerta.

—No —confieso —Kate sigue ahí, en realidad no sé por qué. No me sorprendería el hecho de que estuviese intentando acercarse a John nuevamente.

Ella hace una mueca.

—¿Qué?

—William, tú amigo es lo suficientemente grande como para decidir qué hacer —masculla. —No debes interferir. Él no lo ha hecho contigo, se mantiene al margen siempre.

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now