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Antes de que leas esta historia, quiero que sepas que soy una amante del romance. Con este libro no estoy buscando ser una poeta, ni ser famosa. Solo quiero sentir amor a través de mis palabras. Si esta historia resulta ser un auténtico cliché, no lo hice a propósito.Solo quiero crear una historia de amor. Enamorarme. Gracias!

1.
Adoro viajar en auto.
Me encanta como el movimiento te calma sin que te des cuenta. Vas cerrando los ojos de a muy poco y sientes que todo a tu alrededor se va interrumpiendo a tu ritmo. Luego, de la nada, te duermes. Y es el tipo de sueño que realmente te deja descansar. Mágico.
Al sumarle música, uno se transporta a otras galaxias y puede reflexionar.
Si, hermoso. Realmente hermoso.
Menos si tienes que ir al baño. Y..... Yo me encontraba en esa situación.
Baño. Baño. Baño. Baño.
Tenía que ir al baño. En ese mismo momento.
Llevabamos 10 horas en el auto. Y era tradición de familia no parar hasta llegar a nuestro destino. Pero, necesitaba ir al baño y tenía miedo de no poder aguantarme. Estaba apretujada contra mi asiento, intentando no mover un músculo y haciendo toda la presión posible para no orinarme. Creo que si respiraba demasiado hondo, o si simplemente movía el dedo, no iba a poder aguantarlo más. Detestaba sentirme así. Era como si mi cuerpo no funcionara bien, ya que yo no podía satisfacer las necesidades que me demandaba, entonces se vengó y hizo que mi cabeza explote de dolor.

Pero gracias a dios existe la música. Si no, ya habría estado bañada en hermoso pis. La voz de Paul McCartney es simplemente sanadora. No creo que las canciones fueron hechas para evitar que chicas de 16 años se hagan encima. Pero funcionaba.

-¿Alguien podría decirme cuánto tiempo falta por favor? -pregunté algo desesperada.

-Ya falta poco Ari. -respondió mi madre algo bufona.

-¿Cuánto es poco?

-Poco.

-Este no es el momento de bromear -hasta hablar me costaba-. ¡Necesito ir al baño, por favor, duele mucho! ¿Cúanto falta?

-A cualquier dolor, la paciencia es lo mejor.-dijo tranquilo mi padre.

- Hablo enserio, necesito que paremos. Y ese refrán es terrible.

-Ari, solo relájate.-me respondió mi padre.

-¿Porqué son siempre así?-me quejé, y volví a ponerme los auriculares.

Realmente amo a mi familia. Pero creo que no entendían lo seria que era la situación. Pero como me di cuenta que no iba a sacarles ninguna información, decidí distraerme un poco y observar mi alrededor, a ver si me calmaba un poco.

El paisaje no era muy interesante. Solo árboles y pasto.
Pero el auto era una imagen bastante inspiradora.
Primero, teníamos a mis papás en los asientos delanteros. Ella iba muy simple, llevaba una camiseta gris y unos jeans negros. También, de sus orejas colgaban sus aritos y de su cuello su collar de siempre, cada uno con forma de luna. Nunca me quiso contar de dónde los sacó, pero eran realmente hermosos. Solía pedírselos de chiquita, aunque fuera imposible que me los prestara.
Mi padre iba con pantalones cortos y una camiseta ilustrada con la cabeza de Edgar Allan Poe. Él adoraba leerme sus historias, y era muy apasionado de la lectura. Yo también lo disfrutaba. Tenía todos los pelos parados, y llevaba sus anteojos doblados, que estaban medio rotos, pero él los adoraba.
Su lado del auto era muy ordenado. En cambio, cuando uno pasaba la vista a la parte de atrás, entendía que el sentido del orden no era hereditario. Mis hermanos estaban sentados uno al lado del otro, a mi derecha. Habían decidido traer todos sus juguetes, y yo sabía que se iban a quedar en la valija durante todas las vacaciones, ya que se olvidarían que los habían traído. Pero, durante el viaje, se les ocurrió sacarlos todos y empezar a jugar.
Eran mas de 40 juguetes.
Por lo menos un 20% de ellos terminaron en mi cabeza, y aunque en ese momento estaban dormidos, todos los asientos habían quedado repletos de cosas de plástico con colores "llamativos". Hay que sumarle que al sacarlos de su lugar, también desparramaron una buena cantidad de la ropa guardada, incluyendo uno que otro de mis corpiños. Entonces si uno observaba el espacio en el que tenía que viajar mi pobre ser, veía tres asientos con objetos metidos en todos sus rincones, dos nenes de 6 años durmiendo pacíficamente, y una adolescente apretujada contra lo que quedaba de espacio en el auto. Además, esos dos nenes adorables tienen una manía de hacer competencias de gases, y la pobre adolescente casi se desmaya.
Esa era la situación en la que me encontraba. Y encima me estaba haciendo encima. Pero justo cuando me iba a quejar de nuevo, el auto paró y sin que me diera cuenta ya nos estábamos bajando de este último.
-¡AIRE PURO! ¡POR FIN!- grité alegremente.
Nos encontrábamos en un hermoso hotel, esos de 5 estrellas. Eran las 2 de la tarde, a si que el sol brillaba intensamente.  Enfrente mío tenía dos altos edificios con ventanas de vidrio y muchos arbustos alrededor. Realmente parecía muy agradable. Pero antes de seguir observando, o de siquiera ayudar a mis padres a sacar las valijas, salí corriendo para el baño. Corriendo como nunca lo había hecho en mi vida.
-¡BAÑOOOOO!- grité mientras movía mis piernas a toda velocidad.
Vi pasar muchos turistas que me miraban raro, y me movía con poca agilidad entre los arbustos, pero no me importaba nada, solo quería ir al baño.
Entré al lobby con una desesperación que aumentaba. Estaba completamente agitada y observaba todo a mi alrededor para encontrar algún cartel.
Y. Lo ví. El hermoso pedazo de cartón que rezaba "toilettes". Me metí en el cuarto con la energía que me quedaba y al entrar en un cubículo... Finalmente hice pis...
Fue hermoso. Mi panza se relajó y respiré profundamente. Lo había logrado.
Salí, me lavé las manos bien lavadas y me miré un poco en el espejo.  Tenía una sonrisa maligna. Había aguantado hasta allí.
Mi pelo estaba un poco alborotado, pero realmente no importaba. Era de un agradable color marrón. Pero mas claro de lo común. Mi remera de ABBA estaba algo arrugada pero no podía hacer nada al respecto.
Mis auriculares colgaban de mi cuello. Me los puse de nuevo y la canción "For no one" sonaba a un volumen muy complaciente . Era una de mis canciones favoritas.
Fui al lobby mucho mas tranquila y me senté en la primera silla que encontré. Era una habitación medio rara. Más que habitación, un pasillo. En el fondo de este estaban los baños y alrededor de las paredes había lineas de sillas. Pero en el medio de todo se encontraban largas mesas llenas de computadoras, y de personas que las utilizaban. Dónde terminaba el pasillo no había nada mas, y al doblar a la izquierda supuse que estaba el escritorio donde se hacía el chek in.     Las paredes eran medio amarillentas, y las luces demasiado fuertes, y gente muy bronceada iba y venía.
Decidí esperar a mi familia allí porque no tenía la fuerza para ir a buscarlos.
Cerré los ojos y disfruté de la música.

- ¡Es que no lo entiendo Luke! ¡Es muy complicado!- se quejó un niño que estaba en las computadoras.

Abrí los ojos y lo ví.  Se encontraba del otro lado de la mesa. No parecía tener mas de 10 años. Usaba una interesante vincha con orejas de cerdo y parecía estar muy confundido por algo que le proponía la computadora.

- Milo ya sabes que las matemáticas no son lo mío. ¿No te lo explicaron en clase?- preguntó un chico que supuse era Luke, pero que no llegaba a ver.

-¡Si! ¡Pero no entendí y la maestra no quiso volver a explicar! Luke, ¿qué voy a hacer?- se lamentó el niño.

Me encanta ayudar. A sí que me levanté y caminé hacia Milo, porque las matemáticas eran mi especialidad. Me senté a su lado. Era aún mas chiquito de lo que pensaba, con lindos ojos marrones y esa mirada de inocencia que se pierde con el tiempo. Tenía la piel algo oscura, y el pelo alborotado y negro. Llevaba una remera con algún que otro personaje de ficción y una malla negra. Sus dientes estaban medio chuecos, pero eso no le impedía sonreír.
-¡Hola! ¿Necesitas ayuda?- le pregunté.
Se me quedó mirando.

-Milo, responde.- le ordenó Luke, al que todavía no podía ver porqué en el medio de él y Milo se encontraba una niña.

- Ehhh... Si por favor.- respondió algo tímido y nervioso.

- Déjame ver...- le dije.

El ejercicio era bastante fácil. Se trataba simplemente de una reducción de fracciones.
-Mira, eh Milo ¿no?
- Si.- sonrío.
- Aquí te piden que esta fracción sea lo mas pequeña posible, es decir que no se la pueda dividir más.....

Seguí explicándole hasta que lo entendió, siempre escuchando muy atentamente lo que decía.
- Muchas gracias... ¿señorita?- me dijo dudoso.
-Ari. Fue un placer.
Volví a mi asiento, satisfecha por ayudar. Me puse los auriculares y cerré de nuevo los ojos. Empecé a relajarme y respiré muy hondo. La música siempre hacía todo mejor, hasta un viaje de 10 horas.
Pero de repente sentí que alguien se sentaba a mi lado, y, sobresaltada, abrí los ojos.
Un chico realmente hermoso se encontraba al lado mío
Tenía ojos verdes mezclados con marrón, y una cara en forma de corazón. Todo su rostro era... simplemente dulce. Tenía el pelo algo largo, pero no le llegaba hasta los hombros, y un hermoso collar con maderitas negras, rojas y amarillas. Su piel era del mismo tono que la de Milo.
Me sonreía.
- Gracias por ayudar a mi hermano. Soy Luke.- me dijo, estirando una mano para que la estreche.
-Ari.- dije, dándole la mía.
Luego, solo se me quedó mirando. Y sonrió.
-Eres muy linda, ¿sabías?

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⏰ Last updated: Jul 27, 2018 ⏰

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