Capitulo 1

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CAPITULO I: Color rosa, no tan rosa.

Me despierto con el sonido del despertador martillando mis oídos y la intensa luz del sol dificultando mi vista. ¿Qué demonios sucedió anoche? Recuerdo que salí a tomar con Marcus, pero no tengo idea de cómo llegué a casa. Observo a mi alrededor y, aunque estoy en mi hogar, mi amado esposo no está a mi lado. ¿Qué diablos está pasando? La migraña me está matando, así que decido no darle más vueltas y me levanto para vestirme. Hasta este momento, no era consciente de que estaba desnuda; probablemente me excedí con las copas y Marcus me trajo a casa.

Me dirijo a la cocina en busca de alguna nota que me indique dónde diablos está mi esposo. Esto parece ser una historia que se repite una y otra vez. Opto por tomar una ducha después de ingerir una pastilla para el dolor de cabeza. Me relajo al instante cuando el agua empieza a caer sobre mi piel. Sin embargo, noto algunas marcas moradas alrededor de mis manos. No me preocupo; no es la primera vez que mi esposo y yo somos un poco rudos en la cama. Ese hombre me pone la piel de gallina; es simplemente mi sueño hecho realidad. Lo conozco desde la secundaria, donde fue mi profesor de finanzas. Fue amor a primera vista. De niña solía imaginar mi vida futura con un príncipe azul, y ahora, a mis 23 años, puedo decir con orgullo que estoy satisfecha con lo que hemos logrado juntos.

Marcus Adams, mi esposo, es el mejor hombre que pude haber conocido. Aunque amigos y familiares insistieron en que tomamos las cosas demasiado rápido, es mi vida y no escuché sus opiniones. A pesar de la falta de aprobación de la mayoría, estoy increíblemente feliz a su lado. Marcus es alto, guapo y posee una próspera compañía hotelera y un bufete de abogados. Sí, es mayor que yo, con 38 años, pero su atractivo, su encanto, y su generosidad hacen que la diferencia de edad sea irrelevante. Podría considerarse mi sugar daddy, cumpliendo cada uno de mis caprichos con su vasta fortuna.

Durante nuestros dos años de matrimonio, he sido la mujer más feliz del planeta. A pesar de las habladurías sobre verlo con mujeres de su clase, en términos de dinero y edad, no me preocupa en lo más mínimo. Creo conocer lo suficientemente bien al hombre con el que comparto mi vida como para confiar en que no me engañaría. Y si lo hiciera, al menos los dólares de sus negocios caerían en mi cuenta. ¿Podría considerarme un tanto interesada? Tal vez, pero de cierta manera, disfruto este estilo de vida que estoy llevando.

En cuanto a mi atuendo, opto por unos pantalones de ejercicio y una camisa grande. Aunque tengo una variedad infinita de ropa, ¿para qué perder tiempo arreglándome cuando estoy en casa? Residimos en una lujosa mansión en las afueras de Nashville, un lugar agradable con pocos y discretos vecinos. Con orgullo me considero una ama de casa, aunque Marcus paga una universidad en línea para que pueda seguir persiguiendo mi sueño de convertirme en una destacada diseñadora gráfica.

Mis días suelen ser bastante monótonos, encerrada en este hermoso palacio. A veces me siento como Rapunzel, resistiéndome a salir. Después de todo, ¿por qué debería hacerlo? Aquí en casa tengo todo lo que necesito. Marcus ha equipado el lugar con máquinas de ejercicio, piscina, jacuzzi, y mi armario está lleno de ropa de los mejores diseñadores, obtenida antes de que salga a la venta, gracias a los esfuerzos infalibles de Marcus. Aunque me autodenomino ama de casa, debo admitir que cuento con servicio. Salgo solo cuando la soledad se vuelve insoportable, como en estos momentos, aunque la migraña no me permite estar despierta mucho más tiempo.

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En ocasiones, me siento estúpida. Una parte de mí sabe que Marcus me está engañando desde hace algunos meses. Salidas misteriosas, llamadas de números desconocidos, o incluso desaparece durante cinco días seguidos sin avisar, como lo está haciendo ahora. Llamo cada hora a su celular, esperando ansiosamente que conteste, pero no lo hace. Sin embargo, no estoy preocupada. Sé que él está bien, ya que me he cansado de ver historias de sus amigos en las que aparece con una maldita castaña a su lado. ¿Qué tiene de malo mi cabello rubio? ¿Qué tiene esa mujer que yo no tenga? Maldito infeliz.

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