Capítulo 2

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Habían pasado 3 meses. Estábamos en marzo.
Las vacaciones navideñas habían pasado ya hace tiempo ¡Gracias a Dios!
Había tenido a todas mis tías, reunidas en la cena de navidad y año nuevo, preguntando por Emilio. ¡Vaya manera de estarle echando limón a la herida!
Aún recuerdo las primeras semanas. Casi no hablaba con mis padres. No es que no confíe en ellos o que llevemos una mala comunicación, al contrario, ellos siempre me han apoyado en todo, y son las personas en las que más confío y más amo en este mundo, pero esto era diferente.
Mis padres me habían dejado muy claro lo que pensaban sobre la situación. Ellos siempre habían sido amables con Emilio, lo invitaban a comer, a los eventos familiares, en fin, lo querían mucho por ser un muchacho respetuoso y muy simpático. Pero el hecho de que tuviera que partir por un año y medio y poner pausa a sus estudios universitarios, eso a ellos no les parecía muy bien. Por una parte, lo entendía. Trataban de proteger a su única hija de una decepción amorosa. Mi mamá en ocasiones se sentaba a platicar conmigo, con una taza de té en las noches. Me aconsejaba sobre las posibles decepciones que podría tener si seguía mi noviazgo con él. Yo sólo la escuchaba, pues tenía en mente que lo hacía porque me quiere, pero siempre le dejaba claro que estaba dispuesta a enfrentar cualquier situación por Emilio.
Por esa razón, ellos no podrían saber que seguiríamos nuestra relación a pesar de la distancia. Lo último que quería era que me estuvieran sermoneando a cada rato. Después de todo, los únicos que entendíamos nuestra relación éramos nosotros dos. No había necesidad de estar ventilando nuestro secreto, eso lo volvía más privado y especial.

Lunes 13 de marzo

Estaba a punto de empezar otra semana más en la universidad, y claro, era lunes. El día en que recibiría correo. Obviamente tenía que fingir ante los demás esa emoción. Para mis padres, mis amigos, y también para Annia, yo había roto mi noviazgo con Emilio.
El padre de Emilio nos había puesto algunos "horarios" para estar comunicandonos. Los lunes, miércoles y fines de semana, Emilio y yo podriamos hablar por videollamadas o correo electronico. Definitivamente, un papá como el suyo sería difícil para mí.
Tenía que estar al pendiente de mi correo electrónico y de mi celular, pues no había un horario fijo en el que me llegaban los correos. A veces llegaban en la tarde, otras en la noche, pero muy pocas veces en las mañanas. Es por eso que después de medio día era cuando más me entraban las ansias.
Mientras pensaba en donde había guardado mis cuadernos y libros, me encontré con mi ficha de registro, la que había utilizado al entrar a la carrera. No pude evitar suspirar, después de todo, apenas iba en mi segundo semestre.
Al guardar la ficha, recordé de nuevo que a Emilio nunca le interesó estudiar una carrera en sí. Con la empresa de su familia tenía su futuro asegurado. Yo nunca le reproché nada ni le dije lo contrario. Para ser sincera, a mí tampoco me agradaba mucho la idea de retrasar sus estudios, pero esa no era mi decisión. Siempre estuve a su lado apoyándolo.

<<Ya no tengo que seguir llorando>> Me dije a mí misma al notar como mis ojos se humedecían.
Tomé un baño que duró 3 canciones, y me alisté para ir a la universidad.
Mientras terminaba de arreglarme, mi teléfono sonó. Era Annia en la pantalla.

-Ya te estabas tardando, prima- Me burlé de ella, sabiendo que su intención era controlar mi forma de vestir, como siempre.

-De acuerdo, empieza a describirme lo que traes puesto- peguntó emocionada.

-Un pans súper cómoda, con tenis y cabello agarrado- mentí divertida.

-Genial, Isabella, atraerás la mirada de todos- me resopló con tono sarcástico.

-Bueno, no todas tenemos esa suerte de tener el cabello largo hasta la cintura, lacio y pelirrojo como tú, primita.- Sabía que haciéndole cumplidos sobre su cabello la relajaría.

Perdona si te olvidoWhere stories live. Discover now