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Niall llegó a su casa y lo primero que hizo fue encerrarse en su cuarto, se recostó sobre su cama y miro el techo, no sabía cómo describir lo que sentía y no quería saberlo. Jamás olvidaría el rostro de dolor de Zayn.

No era la primera vez que las palabras no salían de su boca, ni tampoco la primera que sus actitudes no eran las correctas. Hablar significaba romper un vínculo, afrontar la realidad y sufrir, no estaba dispuesto a eso.

Ni siquiera con Jos, él era testigo de su silencio y ambos eran cómplices en un crimen, estaban marcados.

Jos era amigo suyo desde la infancia, lo conoció antes que a Louis, pero en algún punto de su infancia el beta tuvo que marcharse y meses después volvió, al regresar Niall ya tenía otro amigo.

Toda su vida había corrido con mucha suerte y quisa ese era su castigo. No lo podía tener todo.

Todo le estaba pasando en el momento equivocado y dudaba que alguien siquiera pudiera entenderlo.
Su abuelo decía que nadie sentía el dolor ajeno hasta que le sucedía, tenía razón.

La lluvia se escuchaba sobre el tejado de la casa, con un suspiro se levantó de la cama, maldiciendo entre dientes, y fue a cerrar la ventana, solo le faltaba enfermarse.

Su madre apareció frente a su puerta, llevaba su cabello oscuro recogido en una coleta, pero algunos mechones caían sobre sus hombros, su vestido rojo de flores le envolvía el cuerpo, se veía cansada.

—¿Te encuentras bien, hijo?

—Sí, he tenido un día difícil.

Su madre levantó las cejas.

—Baja, hoy vienen tus tíos, tu padre ha hecho ya las compras para la cena.

Echo una mirada a la calle a través de la ventana, soltó un suspiro y se sacó los zapatos.

—No quiero bajar, me encuentro mal.

—¿De dónde vienes? —le preguntó.

—De con Zayn y antes de que digas algo, hemos terminado. —su tristeza era evidente hasta en la voz.

—¿Estás bien?

—Sí.

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Días después.

Estaban recostados sobre su cama, con la puerta cerrada y con la casa vacía, por supuesto, no era tan tonto como para invitar a Harry a su casa con su padre y Sofía presentes.

Mark había salido de viaje por unos días y Louis había decidió permanecer solo, Nana iba y le hacía las comidas del día, las refrigeraba y volvía al día siguiente. Mario estaba con su padre y el resto de los empleados tomaron un descanso.

Con su cabello suelto y sus oscuras pestañas marrones que resaltaban sobre sus mejillas rosas, Harry estaba entretenido con su celular. Esa era la tercera noche que iba a hacerle compañía.

Ambos eran ajenos al exterior.

—¿Te irás pronto hoy? —Harry se giró para mirarlo, le besó la frente y le removió el cabello.

—Me iré ya, mi padre está preguntando por mí.

—¿Y si te quedas aquí?

Harry se sorprendió, pero Louis se mantenía tranquilo. Quería estar cerca de él.

Cada mañana, al despertar, seguía la misma rutina. Desde que estaba saliendo con Harry ser predecible era seguro. Lo primero que hacía en las mañanas era alistar su habitación, recibir a Nana y esperar al maestro que acudía a darle clases, luego en la tarde iniciaba sus tareas, por las noches su padre le llamaba antes de que Harry llegara.

—No puedo, hoy me toca cubrir en el hospital a mi padre.

—No quiero pasar la noche solo. El velador me da miedo.

—Solo te cuida. Si te sientes mal, me marcas y vengo en la mañana, ¿está bien?

—Sí.

Los primeros días le costó acostumbrarse a su presencia o siquiera sentir real lo que estaba viviendo, lo que estaba sintiendo.

Toda su vida se había acostumbrado a estar solo, a fingir que era alguien que no y a negar sus sentimientos.

Estar con Harry se sentía como estar libre, pero caótico, como si estuviera haciendo paracaidismo y hubiera saltado al vacío.

No quería contárselo a nadie, pero Niall había aparecido justo ese día en su casa, ahora lo sabía y aunque no quería pasar ningún momento del día preguntándose ¿Qué era lo que pensaba de él? ¿Qué diría? O incluso ¿sé lo contraria a otros?

Era consciente de los problemas por los que ahora estaba atravesando, pero no era la primera vez que sucedía, a Niall la mayoría de las veces se le soltaba la boca frente a personas que no debía. Emma, su madre, siempre le decía que no era una buena persona, que se alejara de él, pero ella siempre veía males donde no los había y lo único que quería para él era la infelicidad.

Cuando desapareció, se preguntó si en verdad se había marchado, si en verdad la vida que tenía ella al lado de su padre y él la volvía tan infeliz, pero con el paso de los días entendió que no tenía caso preguntarse toda su vida qué era lo que había pasado.

—¿Louis?

—¿Sí?

—Debo irme.

Asintió, ambos se pusieron de pie y buscaron sus zapatos, luego bajaron las escaleras en silencio hasta que llegaron a la puerta.

—¿Vendrás mañana?

—Siempre que me lo pidas. 

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¿Qué les gusto?

¿Qué no les gusto?

Doctor Styles. La Sombra Del Pasado.•S.E• ||Larry Stylinson||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora