Treinta y ocho. (*)

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—¿Quien...? —Anna no termina la frase, se incorpora con prisa y no puedo evitar lanzarle una mirada de advertencia por el brusco movimiento que realiza.

—¿Qué ha pasado? —Cuestiona mi esposa antes de abrazar a su mejor amiga. Montse solloza en cuanto Anna la abraza, una mirada de ella es suficiente para hacerme entender que necesitan privacidad.


Entiendo perfectamente que ahora no es momento para estar ahí. Miro una última vez más a Anna antes de tomar el picaporte de la puerta y salir de la habitación.

ANNA

Montserrat no ha dejado de llorar, y eso consigue inquietarme.

—Tranquila, Montse —pronuncio mientras acaricio su espalda —puede hacerle daño al bebé.

Ella tarda varios minutos más antes de conseguir reponerse.


—¿Qué es lo que ha pasado? — Inquiero nuevamente.

Comienzo a preocuparme de que por fin les haya dicho a sus padres y ellos hayan reaccionado de la peor forma, sin embargo, ella se encarga de hacerme saber que no ha sido eso en cuanto comienza a hablar.

—No lo ha aceptado —Habla —Me ha insultado, me ha llamado mentirosa y ha dicho que solamente quiero aprovecharme de su dinero, como si eso me importara Anna. No necesitaba nada más de él, nada más que su apoyo —solloza.

Me tardo un poco en entender por fin que me está hablando del padre de su bebé.

—Jodido idiota —mascullo con molestia —No puedo creer que haya hecho eso.

Montserrat solloza, así que lo único que puedo hacer, es abrazarla otra vez, intentando darle un poco de confort que estoy segura que necesita.


—Me ha sacado a empujones de su departamento, me grito en plena calle cosas horribles Anna —. ¿Es posible tener tanto odio hacia una persona que no se conoce? Creo que, en estos momentos, acabo de confirmar que efectivamente es algo que puede ocurrir. No conocía al idiota que por desgracia era el padre del bebé de Montserrat, pero estaba segura de que lo tendría en un lugar en mi mente para odiarlo por siempre.

—No lo necesitas cariño, tú eres una mujer fuerte que no vas a tener que depender de él. Eres perfectamente capaz de sacar a ese bebé adelante con o sin su ayuda.

—Lo sé, pero creo que en el fondo mantenía la esperanza de que se hiciera responsable de nuestro bebé. Pero... —Montse niega —He esperado demasiado de él.

—No vas a estar sola. Me vas a tener a mí, a Will y estoy segura que a tus padres también. Ellos sí que van a apoyarte Montse.

—Espero que así sea —Responde cerrando los ojos —Si ellos igual deciden darme la espalda no sé qué voy a hacer.

—Si ellos deciden hacer eso será muy su problema, vas a tenernos a nosotros que estaremos encantados de ayudarte, sabes que cuentas con nosotros para lo que necesites.

Ella no dice nada. Me mira por un par de segundos antes de que una ligera sonrisa aparezca en su rostro.

—Eres la mejor amiga del mundo. Lo sabes ¿no?

Sonrío. Extiendo mis brazos y mi mejor amiga no duda en aceptar en abrazo que me ofrezco.

—Soy tu mejor amiga, y las mejores amigas están ahí en todo momento.

(...)

La sola idea de contarle a mis padres sobre mi embarazo, hacía que un malestar se incrustara en mi pecho, no quería hacerlo, pero sabía que probablemente terminarían por enterarse, y por mucho, prefería que fuese por mí.

—No hablo con ellos desde hace meses —pronuncio con pesar —el último encuentro que tuve con mi padre, fue en el estacionamiento de nuestro antiguo hogar —le recuerdo.

—Bien, si no quieres decirles ahora, lo entiendo —pronuncia con una leve sonrisa en el rostro —aunque tarde o temprano terminarán por saberlo.

—Lo sé —concuerdo.

—Puedes llamarlos —insiste —no tenemos que ir hasta su casa para hablar con ellos. Una llamada o un mensaje...

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora