Capítulo 27: Extorsión.

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POV Poché:

Al día siguiente me desperté antes que Daniela, y aunque aún seguía enojada, decidí prepararle el desayuno, al menos sabía hacer unos huevos y tostar pan. Me levanté hacía el baño y después de cepillarme los dientes fui hacía la cocina para así comenzar a hervir el agua para el café y a batir los huevos. Al tener todo casi listo encendí la tostadora e introduje las rebanadas de pan en ésta misma, serví cada porción en su plato y me felicité mentalmente por no haber quemado la casa. Mientras escuchaba como mi novia se levantaba y se duchaba aproveché y preparé dos lattes — el mío más bien parecía capuchino, no me gustaba tan suave — y al terminar, dejé todo en el mesón que separaba la cocina de la sala. 

Escuché a Daniela salir del baño y esbocé una sonrisa asomándose al pasillo, al verme me devolvió una sonrisa y en ese momento olvidé mi enojo de ayer. Segundos más tarde comenzamos a desayunar, ella aún con la bata de baño y el cabello húmedo. No hablamos mucho, al contrario, la casa fue invadida por un silencio abrumador. No fue hasta que ambas dejamos los platos vacíos que se acercó y dejó un corto beso en mis labios.

Felicitaciones, te quedó delicioso. — Y se levantó hacía la habitación para comenzar a arreglarse. 

No pienso fregar los trastes, yo cociné. — Le grité sonriendo y negando con la cabeza para dejar todo en el fregadero, si no era ahora los tendría que fregar al llegar.

Escuché su risita y fui hasta mi estudio, hoy dejaría que ella usara el auto, no tenía ganas de salir de casa, además, me sentía un poco más cómoda con la vigilancia que nos había brindado el padre de Calle. Comencé a pensar que todo mejoraría pronto. Y qué ilusa fui. Al encender la computadora, espere que iniciara completamente y solté un suspiro recostandome del espaldar de la silla. 

¿Amor no te vas a vestir? — Escuché la voz de Calle desde la otra habitación. 

No amor, llévate tú el auto, hoy no tengo nada que hacer. — Respondí en el mismo tono de voz, mientras le daba otro sorbo a lo que quedaba de mi café.  

Comencé a revisar el correo electrónico de trabajos y respondí un par de ellos, no podía aceptar todas las ofertas hasta saber qué iba a pasar con mi auto, que aunque tenía pocas esperanzas, aún me gustaba pensar que lo tendría de vuelta. Minutos más tarde escuché el sonido de los tacones de Calle aproximarse y apareció con un vestido rojo y maquillaje en el mismo tono, levanté una ceja y solté un suspiro pesado, sin duda era el que mejor le quedaba. Mordí mi labio inferior y asentí con la cabeza para levantarme y acercarme a ella, al estar a escasos centímetros dejé un beso en su cuello y apreté su cintura, había perdido la cuenta de cuántas veces había detestado que tuviese que irse, por un lado odiaba el trabajo, y por el otro, me fascinaba la idea de verla así de elegante todos los días. 

¿Segura no me quieres llevar? — Dijo con un hilo de voz gracias a mis besos que ahora viajaban por su hombro. Negué con la cabeza y levanté la mirada hacía ella. 

No amor, ve tú, aquí te espero. — Y le guiñé el ojo. — Ten un lindo día. 

Ella simplemente sonrió y salió de mi estudio, permitiendo admirar su espalda descubierta y sus nalgas. Esta mujer iba a matarme un día de estos. Solté una risita y volví a mi silla, escuchando como Calle volvía a despedirse y segundos más tarde escuché la puerta. Por alguna razón me persigne y volví a centrar mi atención en la pantalla de la computadora. Cerré el correo de trabajos y abrió automáticamente el personal, había un par de ofertas de redes sociales, mensajes de grupos de familia, lo normal, pero entre ellos uno llamó mi atención:

TENÍAS QUE SER TÚOnde histórias criam vida. Descubra agora