Capítulo 12.- Final

Comincia dall'inizio
                                    

Luego de inclinarse a recoger del suelo los trozos rotos, se puso de pie. Sin embargo al retirarse, Belisa le puso el pie y lo hizo caer al suelo, ahora el plato también se había roto y Tony se cortó un poco una de las manos.

—¡Tony! —Preocupado Mauro fue hacia él y lo ayudó a levantarse.

—No es nada, estoy bien. No te preocupes —el castaño presionaba la herida para contener la hemorragia.

Elena no pudo contenerse más, por nada del mundo iba a quedarse callada mientras en su cara lastimaban a su hermano.

—¡Fuiste tú, bruja ponzoñoza! —Elena miró a Mauro mientras señalaba a Belisa— Ella le metió el pie y adrede tiró la copa. Esta tipa es la bruja que fastidió a mi hermano y a mi amigo en la escuela. Todo lo hizo deliberadamente porque es más mala que una vívora venenosa.

Mauro estaba analizando toda la información, pero todo esto pasaba demasiado rápido.

—Si va a asociarse con mi esposo —dijo Belisa al Chef señalando a Tony y a Elena— consígase mejores empleados que estos, porque este par, no pertenece al gourmet de su restaurante. Ellos son solo un par de moscas en el alambre. Insignificantes y ridículos.

—Hasta aquí te aguanté —Elena se colocó frente a Belisa y le dio una cachetada tan fuerte, que casi la tira al suelo— ¡Esa es por todo lo malo que le has hecho a mi hermano!

Belisa puso la mano en su mejilla roja y alzó la mirada para insultar a Elena, pero la chica no le dio tiempo y la golpeó en la otra mejilla.

—¡Esta es por lo que le hiciste a mi bebé Dany cuando lo vestiste de porrista!

Elena tomó a Belisa por el cabello con todas sus fuerzas.

—¡Y esta es por mí!

La chica hundió el rostro de Belisa hasta el fondo del pastel ensuciándo su rostro, cabello y vestido.

La rubia pataleó mientras lloraba frustrada.

—¡Chef! —Se quejó— ¿Ya ve a lo que me refiero? ¡Ellos son gente corriente!

La chica se pasó la mano por la cara tratando de quitarse el pastel.

—¡Le exijo que despida a estas personas! No puede tolerar este comportamiento de sus subordinados —el accionista mayoritario y esposo de Belisa se puso de pie,  caminó hasta Tony y lo tomó con rudeza por la camisa— y todo por este muchacho torpe.

Si Tony estaba sorprendido por lo ruda que era su hermana, aun más se asombró cuando Mauro ni siquiera lo dudó y golpeó al hombre en el rostro con su puño. Sin dejarlo llegar al suelo de forma brusca tiró de su camisa y lo estrelló contra la mesa y con sus manos lo presionó inmovilizándolo. El hombre se quejó de dolor, si se movía de allí, el Chef podría golpearlo peor.

—Usted, o cualquiera que tenga la osadía de poner un dedo en él o en Elena, se las verá conmigo. Tony no es mi subordinado, es mi pareja y no tolero que nadie, absolutamente nadie, le falte al respeto —la voz de Mauro salió tan gruesa y seria, que su amenaza no solo asustó al otro hombre, sino que los demás inversionistas se pusieron de pie también.

Como nadie se atrevió a desafiarlo, se inclinó hacia el hombre inmovilizado para hablarle cerca del oído.

—Vas a tomar a tu mujer y te vas a largar de mi restaurante o te cortaré los testículos y te los prepararé en una sopa ¿entendiste, imbécil?

—Sí —Respondió el hombre con un quejido de dolor.

Mauro lo soltó y al ponerse de pie los miró a todos con odio. Se giró hacia su esposa y tiró de ella para irse.

Tony, chocolate y picanteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora