Sin quererlo, la ira inundó sus delgado y pálido cuerpo, una ira acompañada de la decepción e incredulidad. Por lo que ella sabía, nunca le había dado razones a sus padres razones para pensar mal de ella, ¿por qué lo hacían ahora?

Respiró hondo para calmar las inapropiadas palabras que golpeaban su garganta, estando a punto de salir. Se levantó del sofá con tranquilidad, tratando de no demostrar su creciente enojo.

—Lo entiendo—fingió una sonrisa—. Pero repito: no estoy en nada con Finn, fue un reto. Nada más-las últimas dos palabras las dijo lo más claro posible—. Si me disculpan, quiero ir a dormir.

Tanto su madre como su padre asintieron, como si le dieran permiso para retirarse. Ella, un poco más calmada, se dio media vuelta y puso sus pies en camino hacia la habitación, tratando borrar el incómodo y desagradable momento que acababa de pasar.

Finn.

Miraba apenado a través de la ventana hacia la casa de enfrente, donde por entre los cristales podía divisar a la chica a la cual acababa de besar sentada en el sofá de la sala, con sus padres frente a ella. Pudo suponer la situación. Soltó un suspiro, sintiéndose impotente por no poder ir a ayudarla.

—¿Qué tanto miras, Finn?—la pregunta de Jaeden lo sobresaltó.

Se encogió de hombros.

—Es solo que me preocupa Annie.

Sentía un nudo de culpa en el estómago, la pobre chica estaba en problemas a causa suya. Aunque en realidad, él le había dado la oportunidad de negarse, y ella había insistido en llevar el beso a cabo. Sin embargo, aceptaba que aquella excusa no lo libraba de ninguna culpabilidad.

Se preguntaba cómo estaría ella en esos momentos, ¿se estaría arrepintiendo de haberlo besado? Esas eran preocupaciones a las cuales no les encontraba ninguna respuesta. No entendía porque le tomaba tanta importancia al asunto, pero el punto era que lo hacía. Aunque le costara admitirlo, no paraba de pensar en Alanna, y no precisamente por lo que acababa de pasar; de hecho llevaba tiempo con la muchacha en su cabeza.

—Esto es culpa suya—además de mía, pensó el muchacho mientras recriminaba a sus amigos—. Les dije que no la retaran.

Recordaba el momento después de que la invitara a la reunión, sus amigos habían comenzado a molestarlo al tiempo que él intentaba esconder su sonrojo. Lo empujaban entre ellos mientras reían a carcajadas ante la cursi acción de Finn. Entonces sacaron la idea que los había llevado a terminar en ese conflicto: Jack había sugerido retar a Alanna a besar al pecoso, solo para probar si era capaz de ello. Por esta razón había hablado con ella en la cocina, cuando estaban sirviendo las bebidas.

Él, en un comienzo, se negó rotundamente, no queriendo poner incómoda a la niña; pero luego se dió cuenta de que sus intentos serían inútiles. Dejó que pasara, y esos eran los resultados.

—Vamos, Finn, todos sabemos que te hemos hecho un favor—frunció el ceño ante la respuesta de Jack hacia su acusación. Este puso los ojos en blanco a la vez que alzaba una ceja, ahora burlón—. ¿Vas a decirnos que no querías besarla?

Aquella interrogación logró callarlo por completo y quitar cualquier expresión de su pálido rostro. No porque lo pusiera nervioso la respuesta, sino porque en realidad no tenía una. No había reparado jamás en si quería o no besar a Alanna, tan solo había cumplido el reto. Y ahora, que Jack se lo preguntaba, su cabeza era un lío tratando de encontrar una contestación no confusa. Aunque todo era muy confuso para él en esos momentos.

¿Sentía algo por Alanna? ¿Quería besarla? No lo sabía. ¿O simplemente no quería aceptar la respuesta junto con sus sentimientos?

Sacudió la cabeza, en un intento de despejar su mente. No muy efectivo, ha decir verdad.

Después de un rato se encontró en su cuarto, sus cuatro amigos ya se habían ido, dejándolo solo con sus ideas inconclusas. Ya estaba listo para dormir, se había puesto la pijama después de darse una ducha y sus dientes yacían limpios. Solo había un inconveniente: no podía dormir. Simplemente, no podía hacerlo.

Era de madrugada, rondaba entre las dos o tres con treinta minutos, la última vez que se había acostado a tales horas había sido por haber estado leyendo algún libro, pero ahora la causa era muy diferente. Por supuesto, la anterior no era una persona, Alanna si lo era. Seguía pensando en la muchacha y en sus sentimientos hacia ella, trataba de descifrar si estos eran tan simples como los de una amistad, o de algo más que se mantenía en negar.

Decidió que estar a oscuras quizás lo ayudaría para conciliar el sueño, por lo que se levantó para apagar la luz, sin embargo la aparición de esta en la habitación que podía ver perfectamente a través de la ventana lo detuvo.

Volteó para poder observar la escena y se encontró con una Alanna que, como él, tenía puesta una pijama. Esta se encontraba caminando alrededor de su habitación mientras que con los puños acariciaba sus ojos cerrados, y en aquél momento Finn se sorprendió a sí mismo pensando en lo adorable que se veía de esa forma.

Rápidamente, se acercó a la ventana de su cuarto y dio repetidos golpes, esperando que ella pudiese escucharlo. Para su suerte, así fue. Alanna volteó, poniendo su atención en Finn a la vez que se acercaba al cristal a pasos torpes. Le dedicó una sonrisa al muchacho, pero este pudo ver la chispa triste que ensombrecía sus ojos. Sintió de nuevo el nudo de culpa en el estómago.

Estaba demasiado cansado como para escribir algo, así que subió su ventana, indicándole a Alanna que hiciera lo mismo. Ella lo hizo y Finn rió un poco al ver como el viento desordenaba su cabello, luego escuchó a la niña acompañar su risa.

—Lo siento mucho—se apresuró en decir una vez terminaron de reír—. Te he metido en un problema.

La castaña sonrió ante lo que para ella era una tierna acción por parte de Finn.

—No te disculpes, Finn—dijo, encogiéndose de hombros—. Yo insistí en cumplir el reto.

Por un momento consideró decirle respecto a que él ya sabía sobre ello antes de que Jack se lo colocara, más pensó que aquello no cambiaría las cosas, así que se limitó a asentir con una avergonzada sonrisa.

—¿Que te han dicho tus padres?—quiso saber. Se confundió un poco cuando las mejillas de la chica se tiñeron de rojo.

—Te digo luego—contestó, pero por su incómodo rostro Finn creyó que en realidad no se lo diría. Sin embargo, pronto su expresión fue reemplazada por sus labios curvados hacia arriba—. Gracias por preocuparte.

Este hizo un gesto afirmativo y la saludó con la mano en forma de despedida, el cual ella repitió. Cuando estaban a punto de cada uno cerrar sus ventanas, una pregunta que llevaba rato molestándolo cruzó por su caótica mente.

—Annie—la llamó, y la nombrada volteó rápidamente hacia él, expectante—. ¿Te arrepientes del beso?

Su pregunta hizo que ella se sonrojara por segunda vez a lo largo de su conversación, y en su momento de silencio supo que se estaba debatiendo entre si decirle o no la verdad. La niña suspiró.

—En verdad, no—bajó la vista después de su respuesta, ahora tímida.

—Bien, porque yo tampoco.

Entonces sonrió y notó como ella también lo hacía disimuladamente.

VOY A HACER UNA NUEVA FANFIC DE FINN, VA ESTAR AMBIENTADA EN LOS AÑOS 1960, SE TRATA SOBRE QUE ELLOS SE CONOCEN Y SE ENAMORAN, PERO ENTONCES SUS PADRES LOS OBLIGAN A CASARSE (ENTRE ELLOS). Y AUNQUE AQUELLO NO LES IMPEDÍA ESTAR JUNTOS, NO ESTABAN LISTOS PARA ELLO. ALLÍ LA MADRE DE LA PROTAGONISTA LES DICE QUE SE ESCAPEN POR UNOS MESE MIENTRAS ELLA INTENTA CONVENCER A LOS DEMÁS PADRES DE QUE NO SE CASEN. ¿QUÉ LES PARECE? ¿LA LEERÍAN?

SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Where stories live. Discover now