»Entonces, como la zona de las escaleras al ático de la casa está medio destruida, el reto de Cris consiste en encontrar un pasadizo que lo lleve al ático de la casa y abrir la ventana que da al frente, es decir esa—Joshua señaló la parte de arriba de la casa, donde había una ventana circular cubierta por mugre y polvo, o eso supuso el rubio debido a que no podía ver nada del interior desde ahí— ¿hay preguntas?

—No voy a volver a jugar contigo en mi vida—dijo el rubio frunciendo el ceño una vez el más bajo terminó de explicar.

—Oye, tú sabías perfectamente lo bueno que soy en ese juego. Es tu culpa por haber apostado—se defendió Joshua.

— ¿Y cómo se supone que saben lo de un pasadizo?—preguntó una de las chicas con bastante confusión—. Se supone que nadie entra ahí.

—Ah, sobre eso...Yo entré hace tiempo—explicó Alan, ganando que varios de sus amigos lo miraran algo sorprendidos—. Digamos que me gusta explorar, aunque tampoco estoy tan descerebrado como para entrar solo. Fui con mi primo, entre los dos encontramos el pasadizo al ático pero no subimos más—Alan miró a Cris y le sonrió, intentando transmitirle algo de confianza—. Entonces después de poner el reto hicimos un trato: yo lo acompañaría por la primera planta y el entraría a las habitaciones, así no estaría del todo solo cagándose en sus propios pantalones del miedo.

— ¡Oye!

— ¿Qué? No es ninguna mentira Cris, poco te falta para hacerlo. Realmente llegas a ser un bebé.

Unos cuantos chicos rieron, Cristian se sonrojó hasta las orejas y se tapó la cara por la vergüenza. Solo por el hecho de que no le gustaran los lugares oscuros y supuestamente malditos y que gritara en las películas de terror cuando iban al cine no lo hacía "un bebé", era bastante común tenerle miedo al sótano tenebroso de la biblioteca o gritar en las películas de Pesadilla en Elm Street. ¡Era perfectamente normal tenerle miedo a todas esas babosadas!

—Entonces, ¿para eso son los radios que me pediste?—preguntó Angie sacando ambos aparatos de su bolsa, Alan asintió con una sonrisa. No eran precisamente algo discreto, ¡ni siquiera parecían ligeros! Pero era lo mejor que pudo encontrar en su casa—.Les cambié las baterías antes de venir, más les vale tener cuidado porque si algo les pasa no sé qué le diré a mi padre.

—Lo tomaremos muy en cuenta Angie, muchas gracias—dijo Alan tomando ambos radios. Le pasó uno a Cris y los probaron: primero habló uno y luego el otro para luego asentir.

— ¿Listo?—Cris respiró profundamente, luego asintió. Alan le sonrió.

—Bien, a la cuenta de tres abrimos la puerta y entran a la casa—dijo Josh y junto con otro chico pegaron sus manos contra el gran portón de madera vieja.

—Viejo, creo que esta puerta se jala—mencionó el otro chico.

—La puerta se empuja, me lo dijo Alan—le dijo Josh, ambos comenzaron una pequeña discusión acerca de qué dirección se abría la gran puerta.

Aprovechando, Cris dio otra respiración profunda, mentalizándose acerca de lo que sea que pudiese encontrar en una casa maldita abandonada con una parte en ruinas. Alan lo miraba con la intención de darle ánimos y que de alguna forma se le quitara la cara de espanto que traía.

—Cris, créeme cuando te digo que no hay nada.

—Y te creo, tal vez solo tuviste buena suerte...

— ¿Sabes? Dicen que la parte más peligrosa es el sótano —Cris miró a su amigo abriendo los ojos con espanto—. Ya sabes: por toda esa porquería del ritual satánico... Hay quien dice que si entras no sales.

MIRRORSWhere stories live. Discover now