Sin poder evitarlo, buscó la última revista que había visto sobre ella y el tal Guillermo en su tablet.

Amaia, con una amplia sonrisa se paseba por la sala sin mirar a ningun punto en concreto y contestando con monosílabos.

-¡Si, buah! Que ganas tengo de llegar...encima este maldito retraso del vuelo. La próxima vez no hago transbordo en Londres.

-...

-¿Entonces vienes tú a recogerme? Muchas gracias, gracias.

Alfred miró la revista y miró a la Amaia real, que se había apoyado descuidadamente en la pared mientras se ladeaba el pelo hacían un lado, ese gesto que no había perdido puso nervioso a Alfred. ¡Qué guapa estaba la jodida! Y soltando una maldición para sí, cerró la tablet y cerrando los ojos para no torturarse más, subió el volumen de sus cascos.

-Si, yo también tengo muchas ganas de verte y contarte como fue la gira por Latinoamérica. Ya falta menos, unas horas.

-...

-Si, muchos besos para ti también.

Amaia colgó y se guardó el móvil. Mientras mantenía la conversación había estado mirando de reojo a Alfred, le había costado horrores concentrarse en la llamada teniendo enfrente de ella a su ex, pero esto le había servido para mirarlo mientras parecía que no lo hacia. Quería acercarse a él, abrazarle, be...Amaia se sacudió la cabeza, tenía que parar, había estado tanto tiempo alejada de él que ahora no sabía como actuar, pero parecia que Alfred había elegido ignorarla o dormirse, o ambas opciones. Se mordió el labio y fue a sentarse en otro de los sillones.

Casi una hora después la azafata volvió para avisarles que ya podían embarcar y diculpandose en nombre de la compañia les pidió que la siguieran.

Amaia iba a seguir al resto cuando se fijó que Alfred no se había movido y seguia con los ojos cerrados y los cascos puestos.

La zafata que también se había percatado de la situación puso su mejor y dulce sonrisa antes de intentar acercarse pero Amaia que había visto las intenciones le bloqueó el paso.

-Yo lo aviso. Somos viejos conocidos.-sonrió amablemente.

La azafata iba a protestar pero el hombre que anteriormente le había preguntado por la hora del embarque empezó a quejarse sobre la hora que se estaba haciendo y las cosa tan importante que tenía que hacer una vez llegara a Barcelona.

La azafata la miró no muy convencida y dandole el número de puerta empezó a caminar seguida del resto de pasajeros.

Amaia sonrió mientras se acercaba a él, le encantaba verlo dormir, parecia un bebe, esos 5 años le había sentado de maravilla seguia tan guapo o más si podía.

-¡Alfred! ¡El avión! Nos vamos.-susurró acariciandole la cara como cuando estaba en la cama y ella se despertaba antes.

-Titi.-Suspiró con una dulce sonrisa.

A Amaia se le paró el corazón, llevaba tanto tiempo sin escuchar ese apelativo que tuvo que contenerse para no tirarse a abrazarlo. Con un nudo en la garganta volvió a insistir.

-¡Alfred! Tenemos que irnos.

Esta vez tuvo que zarandearlo un poco.

-Cinco minutos más Amaix.-Sonrió aún con los ojos cerrados.

Todo sucedió muy rápido, y de estar solo tocando su hombro acabó entre sus brazos y con los labios de él sobre los de ella.

Al no percibir respuesta de ella, Alfred se despertó del todo y volvió a la cruda realidad. Ese viaje no lo estaban haciendo juntos, no estaban esperando juntos ese avión para irse juntos a otra ciudad. La palabra "juntos" ya no iba unida a ellos y eso torturó un poco más los torturados cozarones de ambos.

Destino o casualidadWhere stories live. Discover now