Treinta y tres (*)

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—Me encantaría quedarme de esta manera todo el día —asegura apartándose —pero tenemos responsabilidades que atender. —me recuerda.

Se incorpora, acomodando la camisa en si sitio mientras sonríe.

—Anna...

—Y deberías ponerte algo —reprende señalándome —Que Montserrat vendrá aquí en cualquier momento y no me agrada la idea que te vea como dios te trajo al mundo —pronuncia con diversión. —Date prisa —pide antes de lanzar un beso en mi dirección y luego sale, dejándome con una genuina sonrisa en el rostro.

(...)

Un par de horas más tarde, Anna se encuentra guardando a prisa las cosas necesarias para ir a la casa hogar, Montserrat la espera, sentada en una de las bancas del comedor mientras bebe un café con tranquilidad.

—Listo, creo que tengo todo —afirma colgándose el bolso en uno de sus hombros, camina hasta colocarse frente a mí y luego de inclina para dejar un casto beso sobre mis labios —Adiós, cariño.

—Adiós, te amo —pronuncio. Ella sonríe, dedicándome una mirada sobre su hombro y un "yo también" antes de salir.

Me había ofrecido a llevarlas hasta la fundación, sin embargo, ellas habían asegurado que no era necesario. Observo la hora en el reloj que cuelga de la pared, no estaba seguro de si tenía algún pendiente que requiriera mi presencia en la empresa, así que decido marcarle a mi secretaria para confirmar.

Cuando obtengo una respuesta negativa, decido quedarme en casa.

Faltaban varios muebles por traer, puesto que la casa había sido una especie de regalo sorpresa, no nos habíamos tomado el tiempo para empacar todas las pertenencias en cajas para poder trasportarlas, así que necesitaría mucha ayuda.

Termino de desayunar y me incorporo para llevar todos los trastes al fregadero, los lavo todos y los ordeno a un lado para después dirigirme al baño para tomar una ducha.

No me demoro mucho, lo hago en el menor tiempo acostumbrado para poder dejar todo listo antes de que Anna regrese, después de un día largo de trabajo creo que lo último que se desea hacer, es el aseo.

Le había enviado un par de mensajes a John para preguntarle si estaba disponible para ayudarme con la mudanza, tras una respuesta negativa de su parte, llamo a Dann.

La llamada me manda directo al buzón de voz.

—Grandioso ¿Dónde están cuando uno los necesita? —inquiero con fastidio mientras vuelvo a marcar el número para llamarlo.

El responde esta vez.

¿Hola? —La voz adormilada de mi amigo que se escucha del otro lado de la línea me hace saber que acabo de despertarlo.

—Hola, Dann —saludo mientras me dejo caer sobre el cómodo sillón de la sala —¿Estás ocupado hoy? Me preguntaba si podías venir a ayudarme con la mudanza, un par de manos extra no me vendrían mal.

Lo escucho maldecir y por un momento, temo haber llamado en un mal momento. Aguardo en silencio, esperando por una respuesta.

—¿Todo en orden? —inquiero al notar que no parece tener intención alguna de responder.

—Espérame en tu departamento —pide —mantenerme ocupado hará que mi mente se despeje —confiesa. Antes de que siquiera pueda responder algo, cuelga la llamada.

Salgo de la casa, tomando las llaves que se encuentran justo en la mesa del comedor mientras me aseguro de cargar lo necesario conmigo. No me toma demasiado tiempo llegar al departamento, la escasez de tráfico es un factor para hacer que, en menos tiempo del pensado, me encuentre estacionando fuera de mi hogar.

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now