La reunión se prolongó bastante, y Kaito hizo un esfuerzo sobre humano (del cual se sentía bastante orgulloso, por cierto) para mantenerse concentrado y no pensar en lo que había dejado en su salón asignado para las prácticas de su equipo. Por suerte, logró también esconder la felicidad que vibraba en su interior.

Cuando por la noche estuvo en su habitación, después de un largo día, Kaito se dejó caer sobre la cama y la misma sonrisa de esa tarde apareció por segunda vez en su rostro. Se sentía muy contento con lo que había pasado, ni siquiera se molestaba en mentirse a sí mismo, y en ese momento pudo perderse una vez más en los recuerdos...

Uozumi fue el más estricto, duro y objetivo de los Ancient (Futaba y Saotome también, aunque un poco más flexibles en ciertas cosas) y Kaito aprendió muchísimo a su cuidado... Tanto como actor, en las diferentes habilidades que un artista debía tener, y como persona. Y fue un día, en el que Kaito se sentía cada vez más perdido, que Uozumi le brindó su apoyo con aquellas palabras que esta vez vinieron entintadas en una sencilla tarjeta. Jamás olvidaría ese momento, cuando la venda de sus ojos fue retirada, y ahora que lo pensaba mejor... ¿Aquello no pasó hacía exactamente un año?

Con ese último pensamiento, Kaito se levantó de un salto y corrió a uno de sus gaveteros, donde sacó el guión ya malgastado de su musical de segundo año que mantenía bien guardado. Y se detuvo en una página en específico, donde estaba tachado el nombre de "Sombra de Alexis" que había escrito a inicios de los entrenamientos especiales y en su lugar estaba escrito más abajo "Sombra de Lambert". Adicional, había una fecha... Precisamente la misma del día actual.

Entonces, ¿Uozumi le envío un presente para conmemorar aquel recuerdo? ¿O sólo era una curiosa coincidencia? Kaito se detuvo ante la posibilidad.... Y una corazonada le decía que si, que esa fue la intención de su superior. Pero, acaso... ¿Podía haber algo más en esa intención? ¿Estaba Uozumi Asaki transmitiéndole otro tipo de mensaje?

Kaito comenzaba a llenarse de nuevas dudas, no podía evitarlo considerando su forma de ser, y estaba seguro que si no las resolvía (al menos la mayoría) no dormiría esa noche. La vía más factible era preguntarle directamente a Uozumi, pero no sabía de él desde que el musical Shadow & Lights se llevó a cabo, y tampoco fue lo suficientemente valiente como para pedirle su número de contacto. Y lo lamentaba ahora, porque (además de hacerle llegar sus inquietudes) de verdad deseaba agradecerle por el detalle... Por sacarle una sonrisa, con tal agradable sensación, una vez más.

Sentado sobre el colchón, aún con el libreto en sus manos, Kaito dejó salir un fuerte suspiro. De nada servía llenarse de preguntas, a pesar de que la curiosidad lo consumía por dentro, pues de cierta forma continuaba sintiéndose contento con lo que había recibido de imprevisto... Y, debido a un ataque de ansias que lo golpeó de repente, se levantó de su asiento y salió de los dormitorios con un objetivo en mente; necesitar volver a ver las flores.

Los pasillos de la academia estaban desolados, nada fuera de lo normal considerando la hora, y Kaito sólo pensaba en llegar a su objetivo. Estando cerca, se percató que la luz de la sala estaba encendida y lo primero que cruzó su mente fueron sus muchachos de primer año ¿Cuántas veces les había dicho que el descanso también era importante? Bueno, después de todo, elllos le recordaban a sí mismo cuando tenía su edad. Dispuesto a dar otra reprimenda, vaya a saber por cuánta vez ya, Kaito abrió puerta... Pero lo que encontró estaba muy lejos de lo que había imaginado.

-¿Uozumi-san?-

Frente a las flores, que se mantenían igual de vivas que en esa tarde, se encontraba el remitente de aquel presente. Kaito había sido tomado fuera de base una vez más, y a causa de la misma persona.

-¿Has estado bien, Kaito?-

Sus miradas se cruzaron después de un tiempo, que si bien no fue mucho el anhelo de verse de nuevo lo volvía una eternidad, y Kaito se dio cuenta de que la verdadera sorpresa había llegado a él.

Olvidándose de todo, sólo viviendo para ese momento, Kaito se apresuró en alcanzar a Uozumi, atrapándolo en un abrazo. No había lugar para la vergüenza o alguna sensación capaz de frenar sus acciones, sólo tenía espacio para aquellas que hacían revolotear su corazón. Ahí, supo que había extrañado a Uozumi más de lo que imaginó.

Y Kaito estaba feliz, porque ahora podía agradecerle a Uozumi en persona por lo que le había obsequiado con tanto cariño.

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A la mañana siguiente, los cinco que conformaban el Team Tsukigami se percataron del aura llena de alegría que rodeaba a su superior... Y determinaron que tal vez se debía a las flores que seguían intactas en su lugar.

O será que, ¿Habría algo más?

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Notas finales: ¡Espero les haya gustado! y lamento los posible errores.

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