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—Entonces, será un café sin azúcar— la señora asintió y yo lo apunté en mi pequeña libreta —Bien, en un momento se lo traigo.

Caminé hacia al mostrador y pegué la pequeña nota para que la señora Adams lo tomara e hiciera el pedido.

Bien. Esta soy yo, Grace, trabajando en una pequeña cafetería aquí en Londres, no me pagaban mucho, pero tampoco mi sueldo era tan malo. Trabajaba duro para mantener mi pequeño departamento, vivo sola, se preguntarán, ¿y mis padres?, ellos seguían viviendo en Holmes Chapel, mi antiguo hogar, pero me yo mudé aquí para un solo propósito: estudiar mi último año de preparatoria. Pronto me iría a la Universidad, e iría a la mejor universidad de aquí en Londres, y se podría decir que el costo era mucho, así que, ¿por qué no ahorrar un poco desde ahora?.

—¡Shh! linda. — susurró, y yo me volteé para verlo —Buenos días.

—Jason. ¿Qué haces aquí?— tomé su mano y lo llevé hacia un rincón donde nadie pudiese vernos

—Vine a verte— dijo confundido por mi reacción —¿Te molesta?

—No, para nada— miré por ambos lados, asegurándome que nadie nos viera —Es solo que la señorita Adams no le gusta las distracciones, y no quiero perder mi trabajo.

—Tranquila linda, no pasará nada— acarició mi mejilla, yo sonreí.

—¿Cómo lo sabes?— crucé mis brazos divertida —No conoces bien a mi jefa.

—No tienes por qué preocuparte, Grace. — acarició mi brazo —No hay casi nadie en esta cafetería.

Reí.

—De todos modos, Jason.

 —Bien, te tengo una propuesta.

—A ver dime, ¿qué me propondrás?— torcí mi boca en una graciosa mueca.

—¿Qué te parece si hoy soy tu cliente?— me alzó una ceja —¿Qué dices?

No dije nada y lo abracé.

—Claro, así al menos podríamos estar juntos por un rato.

—Ah, ah— se soltó de mi abrazo —La propuesta aun no se acaba.

—¿Ah no?— lo miré confundida.

—Nop. También prométeme que después de que salgas de trabajar, saldremos al cine.

—Por supuesto que lo prometo— besé cortamente sus labios.

—Bien, es una promesa— chocamos palmas —Ahora sí, atiéndeme.

—Bien, señor— reímos —Usted siéntase aquí— se sentó —¿Qué desea ordenar?— saqué mi pequeña libreta y mi lápiz.

—Mhmm— pensó —Unos Waffles con una malteada de fresa— miró el cartel con el menú

—Bien— lo apunté en mi cuaderno —En un momento se lo traigo.

—¡Hey!— me giré a verlo.

—¿Desea algo más?— reí y el asintió con un adorable puchero

—¿Un beso?

Volteé a ver a la señora Adams quien estaba distraída y rápidamente planteé mis labios sobre los suyos.

Sonreímos, luego de separarnos.

—Bien, al rato regreso junto su pedido— le di un rápido guiño y salí corriendo a dejar la nota en el mostrador.

Amaba demasiado a Jason, y para decir verdad, me sentía afortunada por tenerlo, es decir, es dulce, atento, guapo y divertido, ¿quién no se enamoraría de él?.

Apenas llevábamos 5 meses como novios, y ya me sentía realmente enamorada de él.

¿Cómo nos conocimos?. Bien, el y yo cursamos el mismo año de preparatoria en la misma escuela aquí en Londres, nos conocimos porque el accidentalmente derramó su jugo de naranja sobre mi vestido, y supongo que reaccioné mal y le di una bofetada, él se disculpaba a cada segundo, y yo solo le respondía con puras malas palabras. Al día siguiente, me sorprendió con muchas rosas en mi casillero, junto un adorable osito de peluche que sostenía un letrero con un mensaje que decía, "Realmente lo siento, pero agradezco haber conocido alguien tan hermosa como tú, Jason xx". Desde ahí, nuestra historia de amor comenzó.

—Aquí su orden— dejé su bandeja en la mesa —¿Algo más?

—Sí, deseo que se acabe tu hora de trabajo— bromeó, yo reí

—Tan solo me falta 30 minutos— miré el reloj del mostrador —Pero tranquilo, ya falta poco.

—De acuerdo, puedo esperar— besó mi mejilla

—Te amo.

—Yo más— rozó tiernamente mi nariz con la suya, amaba cuando era cursi.

Miré hacia un lado y observé como había un nuevo cliente, pero no podía ver su rostro, ya que sostenía un enorme periódico que hacía tapar toda su cara.

—Tengo que ir a atender aquel cliente— me separé de su agarre —Recuerda, solo 30 minutos.

—Puedo esperar— asintió y me alejé de él.

Odiaba ser la única mesera en esta cafetería, así la señora Adams me daba más horas de trabajo y por culpa de esas horas mi vida social se iba poco a poco.

Pero ya qué, lo único importante aquí era el sueldo.

—¿Qué desea ordenar?— me acerqué al joven, saqué mi cuaderno junto el lápiz.

Escuché como el bajaba el periódico, pero yo seguía sin verlo, mi mirada estaba concentrada en la hoja de papel.

—Grace Hayden.

Y ahí es cuando por fin lo miré.

De repente sentí como mi cuerpo se paralizaba. ¿Qué hacia él aquí?, ya ha pasado un año, se suponía que no volvería a verlo.

—¿Harry Styles?.

—El mismo.

—¿Qué haces aquí?— susurré, no quería que Jason supiera quién era éste.

 —Vine por ti— sonrió cínicamente —Por fin te he encontrado.


Nunca Lo Sabrás | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora