Respiré con fuerza una vez más y lo arrugué en la mano, estrujándolo con fuerza y luego lo lancé a la basura repartida por el suelo.

            —Ese es tu lugar.

            Y volví a guardar el papel con las indicaciones, comenzando a caminar hacia casa. Estaba claro que si quería volver a ver a Belial tendría que buscarlo yo; Belial no iba a volver a presentarse ante mí una vez más.

            Busqué el colgante en mi cuello y lo apreté con fuerza, ideando mientras caminaba lo que haría al día siguiente cuando me encontrara con el extraño chico.

            No tardé mucho en comprender que no era lo mismo idear algo —incluso aunque estuviera toda la noche sin dormir pensando en la manera que haría algo o actuaría de tal manera—, que realmente hacerlo.

            Posiblemente el problema no residía en si podía o no hacerlo, sino que por mucho que hubiera pensado en lo que podría pasar, jamás sucedía de la manera que uno quería o pensaba que iba a suceder.

            Para empezar, ¿qué era exactamente Aize? ¿Una tienda? ¿La sala de reunión gubernamental de bichos? Ni siquiera sabía qué era aquel chico invisible o aquella cosa que aún me daban nauseas al pensar en un suculento flan.

            ¿Y la ropa? ¿Cómo debía vestir? Por primera vez en mis dieciocho años de vida, comenzaba a ver mi armario desde otra perspectiva. Nunca me había preocupado mucho no vestir a la moda o hacerme con el último modelito de esta o aquella revista de moda... pero por más vueltas que le daba no había nada que realmente quisiera ponerme ese día.

            Sin darme cuenta, mientras sacaba una tras otra prenda del interior del armario, mis manos agarraron el vestido que me había comprado en el pueblo y lo sostuve en la mano, mirándolo embobada durante unos segundos, recordando la manera que había conocido a Belial, la forma que mi vida había cambiado.

            ¡Uah! Comenzaba a deprimirme. Sacudí con fuerza la cabeza y lo aparté junto al resto de la ropa. Pese a que deseaba encontrarme con Belial y una parte de mí esperaba que el milagro ocurriera y que Belial estuviera en ese lugar llamado Aize, no descartaba la certeza de que iba a ir a un lugar peligroso y sabía —al menos la parte racional que dividía mi cerebro— que las posibilidades de encontrarme con él eran demasiado bajas.

            No tardé en encontrar a lo que el chico invisible había llamado Aize. Durante mi larga y tediosa noche de vigilia había imaginado como sería el lugar, donde se encontraría realmente, pero aquello era simplemente... demasiado. Ni siquiera tenía forma de buscar una palabra mejor para explicar lo que sentía en ese momento, tratando de que nadie me golpeara demasiado mientras permanecía inmóvil, obstaculizando una gran variedad de transeúntes de todos los estilos y tamaños —que aunque yo no me fijé en ellos y ya para ser sincera tampoco estaba segura de que me hubiera percatado de que hubiera alguien a mi alrededor a no ser por los empujones que de vez en cuando hacían que tuviera que moverme unos centímetros a la izquierda o a la derecha—, frente a una puerta de metal gris.

            En mitad de una calle tan concurrida...

            ¿Dónde quedaba la música siniestra y el ambiente lúgubre y solitario de típica película de terror?

            Aquello superaba mis expectativas —si hubiera tenido algunas, claro—, pero no sé... lo mínimo era encontrarlo en algún rinconcito custodiado por alguna terrible criatura, una puerta tallada en madera de sólo Dios sabría de qué lugar con imágenes amorfas de criaturas fantásticas, un ángel sobre el umbral, observando a todo aquel que intentara penetrar en aquel lugar llamado Aize... vaya, llegados a ese punto donde acababa de recibir otro empujón y un insulto que preferí ignorar, me conformaba con que al menos hubiera estado en un lugar lejos de las miradas ajenas. ¿Me sentía decepcionada? Suspiré ruidosamente y me moví hacia delante cuando vi de reojo como una bicicleta iba a pasar a toda velocidad justo en el camino donde me encontraba. Comenzaba a volverme paranoica.

Desire (Silence 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora