Draco recordó cómo había rechazado la ayuda de Hermione al principio, y se estremeció al pensar en lo que podría haber sucedido si ella no lo hubiera noqueado cuando acepto. Gracias a Merlín era terca.

—Fue un luchador de la Resistencia quien me maldijo —dijo, recordando un poco más—. Uno de los tuyos.

Ella gruñó, sin emoción. —Sí. La guerra saca lo peor de todos nosotros, creo, estaré feliz si nunca vuelvo a ver esta maldición otra vez. Bebe esto.

Draco obligó a la poción a bajar por su garganta, sintiéndose entumecido, y luego luchó contra el impulso de devolverlo todo.

—Hablando de eso, aunque he podido curarte, estás lejos de recuperarte, no estarás lo suficientemente bien como para irte por varios días. La carne necesita volver a crecer en el espacio dejado por la maldición. —Draco se encontró queriéndose levantar de nuevo ante la descripción—. Y te sentirás desorientado por la medicina que he tenido que darte, es mucho más fuerte de lo que me hubiera gustado, pero...

—¿Pero?

—Digamos que nuestros suministros son limitados, después de todo estamos en guerra, la señorita Granger estará aquí pronto, no intente salir por su cuenta, señor Malfoy. No puedo garantizar que no te harán daño si alguien te ve escabullirte.

¡Ah! Así que estaba en algún escondite. ¿Por qué, en nombre de Merlín, lo trajeron aquí? Seguramente sabían que no era prudente tener a un mortífagotan cerca, aunque estuviera incapacitado. ¿Qué podría valer tanto el riesgo?

—De todos modos, no hay una maldita puerta —gruñó—. ¿Y por qué me ayudas?

Mirando alrededor buscando una respuesta, se dio cuenta de que estaba solo otra vez.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

—Malfoy.

Draco despertó despacio, inmediatamente frustrado de que otra vez se había quedado dormido. Estaba junto a las líneas enemigas, no podía permitirse ponerse en peligro. Ya estaba vulnerable, pero la medicación lo tenía extremadamente aturdido y le resultaba difícil mantenerse despierto.

Se las arregló para darle una débil mirada. —¿Dónde está Lovegood?

—Realmente no lo sé —dijo Hermione.

—¿Por qué me has curado? Espero que no esperes que caiga sobre ti para llenarte de gratitud.

Ella sonrió. —¿Gratitud? ¿De ti? No, no estaba esperando exactamente recibir algo a cambio, y mucho menos que me des las gracias.

—Bueno, bueno, porque no tendrás ninguna, ¿dónde está mi varita? —Dio una palmadita en la cama sin poder encontrarla.

—Lo siento, ¿esperabas mantenerla? Estoy segura de que te das cuenta de lo ingenuo que es pensar eso.

—Y estoy seguro de que te das cuenta de que eres una perra —dijo bruscamente.

—Por supuesto, ya te sientes un poco mejor —murmuró, con las mejillas enrojecidas—. Tal vez ya sea hora de irme.

—¡Espera! —dijo él, queriendo patearse por hablar antes de que su cerebro se lo hubiera dicho. Parecía ser su segunda naturaleza contrariarla, pero ella era su única oportunidad de descubrir lo que estaba haciendo aquí. Tenía que mantener su atención un poco más.

—Lo siento —él intentó.

Hermione levantó una ceja. —Por supuesto que no.

—No, no lo estoy —admitió—. Pero puedo tratar de mantener los insultos al mínimo si me dices qué diablos estoy haciendo aquí.

Uno de los monstruosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin