Joel, que era un experto en animales y no se fiaba, se acercó a su amigo, miró su mano y dijo con decisión: <sí­, es un mapache>.

De repente se escuchó un claxon de autobús al final de esa calle que, por cierto, se llamaba C/Carreterí­a. Se podría decir que era un claxon de coche pero no sonaba completamente a claxon de coche; se podí­a decir que era un claxon de autobús, pero no era un claxon de autobús. Era una mezcla de los dos, aunque al sonar una segunda vez, se dieron cuenta de que tení­a unos matices al sonido de un tren.

Todos corrieron hacia el final de la calle, donde se hallaba un autobús pequeño de color cobrizo y con un cartel cutre en el techo que poní­a: "CAMPAMENTO".

Este vehí­culo se podía confundir con un viejo tren, ya que, tenía las paredes mohosas y de hierro o cobre con ruedas diseñadas para andar por raí­les y que, aún así­, andaba por carretera. O también se confundí­a con un autobús por su tamaño tan peculiar.

- Este...el autobús para el campamento- dijo Adelle. Lo examinó un poco y no lo veía muy estable.

Iori pegó en la mohosa puerta del tren-tobús, que así­ lo llamaron. Nadie abrí así­ que, pegó otra vez y más fuerte. Nada.

- Pega más fuerte- dijo Gabby.

- ¿Más?- respondió Iori.

- Dejadme a mí­- dijo Cassandra.

Ésta última pegó un golpe en la puerta con todas sus fuerzas y la puerta se abrió chirriando al hacerlo. Justo en frente, en el tren-tobús y sentado en el asiento del conductor, habí­a un señor viejo con la cabeza calva salvo dos mechones de pelo canoso puntiagudos. Llevaba puesta una camiseta de talla extremadamente grande y, aun así­ le quedaba pequeña. Tení­a su vista fija en Cassandra y con los párpados verrugosos y con bolsas. Se asimilaba a las centenarias estatuas de gárgolas que rodean la catedral francesa de "Notre Dame". Parecía que tuviera cientos de años y todos esos años los hubiera pasado comiendo en vez de respirando.

- Hola señor, ¿Usted va a llevarnos al campamento?- dijo Joel, casi muerto de miedo.

- Jajajajajaja...jajajaja...jajaja- dijo Rappe, que así­ se llamaba, según ponía en la etiqueta de su camiseta. Una etiqueta de forma rectangular pero muy profesional; con letras de colores y un clip para unirlo a la camiseta.

Tras la risa volvió a poner expresión seria y dijo muy lentamente, casi a velocidad de tortuga:

- Pasad si no queréis morir-.

Esto retumbó en todo el alrededor e hizo que los cinco se estremecieran de miedo. Estaban casi tan paralizados como el conductor y Adelle se armó de valor y dijo:

- Eh....vale...pasamos-.

- Es broma sirenita, sentaos. Os llevaré al campamento ese que decís- dijo Rappe.

Nadie supo de donde vení­a ese apodo con seguridad. Puede que fuera por los cabellos dorados y los ojos azules, rasgos que se le atribuyen a las mitológicas sirenas o puede que fuese por su maleta en la que había un dibujo de cola de sirena.

- ¿Sirenita?- dijo Gabby antes de soltar una carcajada.

Adelle hizo como que le gustó el apodo e invitó a sus compañeros a subir al tren-tobús. Los compañeros le hicieron caso y Rappe cerró la ruidosa puerta con una palanca que tení­a a su izquierda. Únicamente había cinco asientos, así­ que cada uno escogió un sitio. El vehí­culo por dentro no era mucho más mohoso que por fuera con una apariencia vieja y decadente.

- Ese Rappe es muy raro- dice Cassandra.

- Y muy gordo- dice Gabby.

- ¿Tenéis puesto todos el cinturón?- dijo Rappe gritando. Esto no era necesario porque con susurrar se oía perfectamente en todo el tren-tobús.

- Hmmmmm...no hay- dijo Joel tras haber mirado un par de veces a izquierda y derecha un cinturón inexistente,

- Ah es verdad. No sé, es lo que se suele decir- dijo Rappe.

Entonces Rappe apretó una palanca y las ruedas poco a poco empezaron a rodar por un mecanismo de cuerdas y tuberías mohosas porque no tení­a motor.

El instituto estaba a la entrada de la ciudad y aunque el vehí­culo iba lento salieron en seguida de la ciudad.

En frente del busto de Cervantes, a la entrada de la ciudad, había un rí­o o arroyo llamado "Arroyo Cervantes". En esta ciudad todo era alrededor de Cervantes, incluso el nombre era "Nuevo Cervantes".

Por dónde íbamos; Gabby, Adelle, Cassandra, Iori, Joel y Rappe salí­an de la ciudad. Entonces pasaron el busto y llegaron a una cuesta empinada hacia abajo.

- ¿Qué hay detrás de la cuesta?- dijo Rappe.

- Mí­ralo tú mismo, un rí­o- dijo Adelle.

- Nos vamos a estrellar- dijo Joel.

Rappe giró la palanca y el tren-tobús bajó a toda prisa por la cuesta. Todos estaban gritando. Llegaron al final de la cuesta. Rappe intentó frenar con la palanca de freno pero, al hacer tantas fuerzas, la arrancó.

- Chicos, tenemos un problema- dijo Rappe.

- Ostras Pedrí­n, la palanca está arrancada, vamos a caer al rí­o- dijo Iori.

En efecto; se acabó la cuesta, llegaron a la carretera, esquivaron unos cuantos coches y se chocaron contra la valla que indicaba que se acababa la carretera.

Rompiendo la valla que separaba la carretera del río en mil pedazos estuvieron un instante en el aire y chocaron contra el suelo profundo del rí­o ocasionando una salpicadura muy fuerte del agua. Que empezó a entrar en el vehículo, pero por desgracia no se oía ningún grito ¿Estarían muertos?



Luna MenguanteWhere stories live. Discover now