¡Estoy en Harry Potter! {Draco Malfoy} | El cáliz de fuego.

Capítulo 40; Sálvalo.

— ¡No! Es decir ¡Si! –suspira– si te quiero Leen... pero me hierve la sangre que seas amiga de Potter, me molesta verte en los pasillos riendo, en el gran comedor junto a su mesa, en clases ayudando al idiota de Weasley. Preferirías que estuvieras haciendo todo eso conmigo...

— Draco, realmente son excelentes personas, son amigos fenomenales que me han aceptado a pesar de ser una Slytherin, lo mismo va para ellos. Son amigos como lo son Dylan y Logan, no tienes porque ponerte celoso

Noto como Draco toma mi cara con sus manos, están un poco frías pero me encantan. Sus hermosos ojos me ven fijamente, tratando de leer lo que piden a gritos: que me bese. No sé si mis ojos me delataron, pero hizo lo que estos pedían. Fue un beso dulce y corto, pero se sintió como que Draco hubiera dicho todo en un beso.

— Lo siento por no entregarte las cartas, no pensé con claridad

— Está bien, no hay problema. Pero que no se vuelva a repetir –lo amenazo.

— Nunca más –pone su mano en su pecho a lo cual río.

— ¿Donde están las cartas?

— Pues...

— Draco Lucius Malfoy

— Las arrojé a la chimenea –responde rápidamente antes de salir corriendo por las escaleras.

— ¡No te atreviste!

El día pasó rápido y nos encontrábamos en la mesa central y habiamos terminado de cenar, hubieron momentos en los que rondaba el silencio entre Lucius y Narcissa, Draco sólo mantenía el ceño fruncido y miraba a su madre. Me gustaría saber que es lo que está ocurriendo. Antes de que apareciera Rump con un chasquido, le agradecí a la madre de Draco.

—Estaba delicioso, Narcissa –dije.

—Me alegra que te haya gustado –sonríe– Aileen, ¿Podemos hablar un minuto?

Sentí que algo se removió dentro mío. Tal vez nervios, no lo sé.

—Si, claro

—Acompáñame

Narcissa se levantó de la mesa, dejando a Lucius y Draco sentados en ella, intercambiando miradas, observé a Draco antes de levantarme y tenía una mirada confusa, creo que no sabe de qué hablará su madre conmigo. Seguí los pasos de Narcissa y nos adentramos en una habitación con estanterías llenas de libros, mapas, artefactos y todo tipo de cosas para su estudio. Tomé asiento en un sofá color gris y a mi lado se sentó Narcissa.

—Aileen, esto es algo muy delicado de lo que quiero hablarte

—Me estas asustando un poco, Narcissa –digo con mi voz un poco suave.

—No, no. No quiero asustarte, es sólo que no sé cómo decirlo

—¿Es sobre Draco?

—En cierta parte, sí. Tus padres nos han dicho a Lucius y a mi que sabes que Quién-tú-sabes ha regresado, que lo has visto...

Lo que dijo no lo esperaba, estoy hablando con los padres de Draco que son mortífagos. ¿Qué se supone que diga?

—Oh, pues sí. En la tercera prueba, él asesinó a un chico...

—Sí, Aileen, era amigo tuyo y lo siento por eso. Pero te cité aquí para hablar más que nada de lo que ocurrirá

Frunzo el ceño.

—¿Qué ocurrirá?

—El vendrá. Tiempos oscuros se acercan y sobre todo, para Draco. Sé que puedes ayudarlo, eres amiga de Harry Potter y él es nuestra única salvación, Aileen. Damen y Acacia, me contaron que sabes que los reclutarán, que lo que hicieron en el pasado pesará y repercutirá contigo, al igual que a Draco. Sólo pido que por favor, se protejan el uno al otro...

Noto como sus ojos empiezan a cristalizarse.

—Aileen, he escuchado de tí por otras partes... Quién-tú-sabes ya sabe de ti. Alguien le comentó que sabes cosas que no tienen explicación y eso le llamó mucho la atención y más si sabe que eres hija de Damen y Acacia.

Trago fuerte.

—Narcissa, yo... Yo haré hasta lo imposible para lograr que nada nos pase, a mí, a mis amigos y a Draco. Si es necesario pelear lo haré, el mató a mi hermana y eso no se lo perdonaré nunca

—Aileen, sólo ayuda a Draco. Eres amiga de nuestra única salvación y sé que Draco nunca se acercará a él, pero tú eres la única que puede lograr eso. Si hay un momento en el que yo ya no pueda proteger más a mi hijo, te necesitaré más que a nadie, Leen.

—Cuenta conmigo para lo que sea, Narcissa. Si hay algo por lo que siempre lucharé será por las personas que quiero, Quién-tú-sabes no ganará.

—Sálvalo.

Todo ahora tiene sentido.
Pero, ¿será necesario arriesgar mi vida por estar en este lugar?