Los demás también se alegraron por la maravillosa noticia y después de intercambiar unas cuantas impresiones más, abandonaron el hospital; Amy quedó notablemente de mejor ánimo, sentía dentro de ella que había hecho una buena amiga en Madison y quizá también en su hermana, eso la alegraba, al parecer no todo era tan malo en su nuevo lugar; empezó a darle más tiempo a pensar en la próxima consulta con su nueva paciente y así continuó ese día.

A la mañana siguiente, se presentó en el elevado edificio que albergaba al menos a 3 empresas distintas, siendo la más importante la prestante firma de abogados Scott & Finley; la acompañaba una enfermera que acostumbraba hacer trabajos domiciliarios para algunos pacientes.

En recepción les dieron el gafete de visitantes y luego las guiaron hasta el piso donde funcionaba el departamento de bienestar laboral; una vez allí fue conducida por una mujer de mediana edad y mirada amable, al despacho de Madison, donde esta la esperaba en compañía de un hombre que causaba buena impresión con su presencia, además de que era bastante guapo y lucía muy elegante.

-que bueno que hayas venido – Madison la recibió con una sonrisa honesta – aunque en verdad lamento hacerte venir hasta aquí

- se le pagará con generosidad – él hombre al lado de Madison no parecía tan amable cuando de ella se trataba, pero la sonrisa de Madison mantenía a Amy tranquila

- Amy, él es mi esposo – aclaró su paciente, con suerte, próxima amiga

- un gusto señor Scott

- le estoy muy agradecido doctora; sé que no es el conducto regular; pero gracias por acceder a atender a mi esposa en este lugar; no quiero que ella se exponga innecesariamente

- no tenga cuidado; para mi no representa ningún inconveniente; al contrario, me ha dado la perfecta excusa para salir del hospital; además, su esposa me ha simpatizado desde que la conocí

- mi ángel, ella fue la doctora que me atendió en aquella ocasión cuando Aiton Cooper me lastimó – Amy pudo notar el cambio en la expresión de Scott, la mención de el hombre en cuestión le hacía enojar en serio

- las dejo, es mejor que estén... - fue interrumpido por alguien que abrió la puerta del despacho sin llamar

- lamento interrumpir, pero un asunto urgente y privado requiere mi presencia en Plymouth – era Dave Finley, quien no se veía con muy buena cara, no obstante, le sonrió a la doctora en cuanto la reconoció – dejé con tu secretaria todos los expedientes que adelanta mi despacho; hazte cargo – Spencer asintió con un poco de intriga, de sobra sabía que la familia de Dave estaba en Plymouth

- cuenta con ello, despreocúpate y en lo que pueda ayudar, sabes que cuentas conmigo

Luego de unos minutos, Dave se retiró y luego de él lo hizo Spencer dejando que Amy pudiera finalmente hacer su trabajo.

La enfermera procedió a tomar las muestras necesarias; Amy la auscultó una vez más y luego comentó

-eres alguien muy saludable, presiento que vas a tener un hermoso embarazo

- me alegra que lo digas, no quiero que mis actividades se vean afectadas; me gustaría que te hicieras cargo de todo lo que tenga que ver con mi estado ¿crees que sea posible?

- me encantaría que así fuera, lo intentaré y te informo

Luego de un rato, Amy se despidió y salió en compañía de la enfermera quedando de verse para comer.

...

Dave había estado en su despacho, se preparaba para el siguiente caso en que él y el equipo legal de Scott y Finley, trabajarían; esa mañana se había levantado con una sensación muy poco usual en él, era como si supiera que algo malo estaba a punto de ocurrir que cambiaría por completo su tranquila existencia; y no se equivocó, ya que un par de horas después de comenzar su día laboral, recibió una llamada a su móvil privado, cuando identificó el número, un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo, dudó en atender pero el móvil seguía sonando, al parecer la persona al otro lado de la línea no estaba dispuesta a rendirse; apretando los dientes, dio contestar

- padre... - su voz surgió con un timbre áspero

- Dave... – la voz que le respondió del otro lado no era la de su padre, era de la última esposa de este; y como previniendo lo que ya él iba a hacer, agregó – no cuelgues por favor; es tu padre, ha sido internado de urgencias en la clínica privada de su amigo de toda la vida; al parecer no le queda mucho tiempo, ha pedido verte – un silencio pétreo se instaló en Dave, no respondió, no haría falta, cortó y se dejó caer en su sillón giratorio.

Por largos segundos permaneció inmóvil, casi no respiraba, no estaba preparado para semejante noticia; después de un tiempo se levantó y fue por un trago, lo necesitaba; caminó por el enorme despacho totalmente contrariado, inundado de recuerdos, cosas que desearía que desaparecieran de su historia, pero eso era sencillamente imposible.

Esa llamada lo había dejado con un conflicto muy grande, se debatía entre si ir o quedarse simplemente, ignorando la nueva situación que se le presentaba. Sacudió la cabeza, él no era así, debía ir, tenía que hacerlo, por más que se le revolviera el estómago por tener que volverlos a ver, a ellos...

Tomada la decisión hizo un par de llamadas y salió rumbo al despacho de Spencer, necesitaba dejarlo a cargo de sus casos, su secretaria le informó que este estaba con su esposa en el despacho de ella; hacia allí se dirigió sin demora, pero los que lo conocían y se cruzaban con él, se daban cuenta que estaba totalmente abstraído, ajeno a todo lo que lo rodeaba; entró en el despacho de Madison sin llamar y soltó la información, pero entonces la atractiva doctora que al parecer se había hecho amiga de Madison, logró distraerlo solo unos segundos, arrancándole una sonrisa autentica; escuchó como Spencer le ofrecía su ayuda y entonces supo que no todo era malo, solo debía mantener cada cosa en su lugar; le sonrió por segunda vez a la doctora en ese corto tiempo, se despidió y salió de allí un poco más relajado.

Mientras iba en el avión no dejó de pensar en el asunto familiar que le ocupaba, se dijo que debía considerarlo bajo su carácter pragmático, seguro y practico; por otro lado la bella y rubia doctora lo tenía asombrado también, se preguntaba porque razón alguien a quien había visto un par de veces y con quien apenas compartiera unas cuantas frases de cortesía, le había logrado reubicar en cuanto la vio y ella le sonrió; tal parecía que la joven le era agradable, decidió darle algo de atención a ese asunto, ya que él aparentemente, todo lo planificaba, lo analizaba y si era viable, rentable o soportable, lo hacía, lo decía o lo tomaba, según fuera el caso. En su vida las mujeres tenían solo cabida el sábado en la noche, en su mayoría eran amigas que se esforzaban por casarlo, lo cual era relativamente imposible, puesto que después de la decepción que había sufrido a sus 26 años, había decidido que las mujeres eran parte de los negocios a los que debía hacerle frente con cabeza fría cada día; en otras palabras, los sentimientos estaban descartados por completo; se decía a si mismo y se sometía a terapias de autoayuda donde el fin más importante para él, era mantener al máximo sus emociones, bajo un fuerte autocontrol.

CUIDARÉ DE TÍWhere stories live. Discover now