—¡Will, perdona! ¿Sabes dónde está la clase de literatura?
Ríe. Me señala una entrada de dos puertas, con varios libros amontonados fuera, a los lados de la propia puerta. Me siento imbécil.
—Fíjate un poco más.— sonríe y se va.
«Por lo menos, le he hecho reír» pienso y decido entrar en aquella enorme sala.

Libros. Libros y libros por todas partes. Una biblioteca. Maravilloso.
—¿Robert?— llamo por él, básicamente, porque no lo veo.
—¡Janette!— miro hacia arriba. Unas enormes escaleras que dan a un segundo piso, también que forma parte de la biblioteca. — ¡Sube!
Empiezo a subir las escaleras, contándolas. 21, 22, 23... Y siguen 40, 41, 42... Aquí tendría que hacer un ascensor. 64, 65, 66...
Llego a arriba, pero muy cansada.

—¿Quieres matarme?— me tiro al suelo.
—No seas exagerada. Además, podías haber venido por la puerta de arriba, solo subías al siguiente pasillo y listo; qué complicada eres.— ríe, burlándose de mí.
—¿Yo complicada?— me levanto y me siento en una silla.
Él cierra el libro que estaba leyendo y busca por las estanterías.
—Bien, empezaremos por algo ligero.
Perfecto. Me da mucha pereza empezar por la historia de Londres o algo así...
—Aquí está.— saca un libro del tamaño de "La historia interminable". ¿Esto se supone que es ligero?
—¿¡Es en serio?!
—¿Qué ocurre? — pregunta extrañado, colocando el libro sobre la mesa que está a mi lado.
—¿Este es tu concepto de "ligero"?
—Pues sí. ¿Algún problema?— me mira, serio.
—No...
Decido no quejarme, así será peor, probablemente. Ahora que lo pienso. ¿Cuántas veces me habré dicho eso?...
—Perdona, sí. Es que es un libro gigante, no pretendo ser grosera, pero preferiría empezar por algo de mejor nivel.
Sonríe ampliamente.
—Muy bien.
—¿De verdad?
—Claro que sí.— abre el libro y, de dentro, saca otro mucho más pequeño.— No te has puesto a gritar como una niña mimada; tampoco te has quedado sin hacer nada... Muy bien.
—Gra...¡gracias!— sonrío.
—Ponte cómoda, por favor. Vamos a empezar. ¿Quieres un poco de café o algo?— se sienta en la silla que está a mi izquierda.
—No, muchas gracias.— se sirve para él una taza, con leche mucha y azúcar.
—Como gustes.
Abrió el libro y comenzaron las clases. Se me pasaron rápido, la verdad. Robert es bastante agradable y hace que las clases sean, más o menos, llevaderas.
—Hasta mañana, Robert.— me da dos besos y yo a él.
—Hasta mañana.
Salgo de la biblioteca y cierro la puerta. Camino un poco por los pasillos, pero, de repente, alguien me pone contra una pared. Me aprieta fuerte las muñecas, haciéndome daño. Es un chico alto, de pelo oscuro y de ojos amarillos; sí, sí, amarillos y brillantes.
—¿Qué quieres?— intento quitarle de encima, pero es muy fuerte.
—Eres la princesa... Así que todos esos rumores eran ciertos.
—¿Qué rumores? ¡Habla claro!— sigo con mis esperanzas de que me suelte.
—Qué típico... La chica pobre, maltratada por sus padres, que solo quiere cuidar a su hermanita... Y, de repente, se convierte en princesa... ¿Por qué tú? ¿Por qué alguien tan miserable? Todo muy típico de una novela barata, ¿no?— coge ambas de mis muñecas con una sola mano y con la otra coge fuerte mi mentón, levantándolo hacia su cara.
—¿Cómo sabes todo eso?... ¿¡Qué es lo que quieres?! ¡S...suéltame!— forcejeo un poco y hace más fuerza. Acerca mucho su cara a la mía. Roza nuestros labios y se mezclan nuestras respiraciones. Me sonrojo mucho e intento mirar hacia otro lado, pero me aprieta el mentón hacia él. Sus ojos penetran en mi mirada. No sé si me pone nerviosa, estoy enfadada o qué...
—¿Qué importa cómo lo sé? Sólo...
—¡Gale!— una voz de hombre interrumpe. Intento mirar, pero el brazo del chico de cabello oscuro me tapa el lado del que viene la voz.
—¿Qué quieres?
—Suelta a la princesa.— el tal Gale hace una mueca de desagrado y me suelta, apartando mi cara con fuerza, como si apartara a una mosca. Me quedo mirando hacia la derecha, al suelo.
Por alguna razón, no puedo moverme. ¿O no quiero?
—Nos volveremos a ver...— me susurra al oído y lame mi mejilla. Pongo cara de asco –aunque intento ocultarlo–, y me limpio con la mano.
Gale se va y deslizo mi espalda por la pared hasta el suelo. Me siento y miro mis piernas.
—¿Te ha hecho daño?— miro al chico. Tiene un ligero parecido a Gale. Su cabello también es oscuro y sus ojos son anaranjados, como una mezcla entre avellana y amarillo.
—Es...estoy bien...— no le miro directamente a los ojos. Se pone de cuclillas a mi lado, me coge el mentón de manera delicada y gira mi cara hacia él, para ver sus ojos.
—¿Segura? No soportaría que te hiciera algo...— me sonrojo un poco.
—Se...segura...— me sonríe. Tiene una sonrisa muy cálida, sincera y tierna. Me coge de la mano y me levanta.
—Soy Owen... Gale es mi hermano, discúlpale. Acabamos de llegar al castillo. Sabe que eres la princesa y, también sabe que estás prometida con Leo. Ellos son enemigos y quiere todo lo que Leo tenga, por eso es que...
—¿Cómo sabe mi vida y lo de mis padres?— le interrumpo un momento.
—¿Sabe sobre tu vida?— su pregunta parecía sincera.
—Por lo visto...
—¡¡Janette!!— ambos miramos hacia nuestra derecha. Armin viene corriendo.
—Armin, ¿qué ocurre?— al llegar a mí me abraza fuerte.— ¿Qué...?
—¡Te he dejado sola! ¡Y yo sabía que Gale podría hacerle algo y...!
—No te preocupes, Armin. Ya llegué yo.— responde Owen.
—Pero era mi deber proteger a la princesa... Y no he sabido hacer ni eso.— el de ojos miel mira al suelo.
—Armin, gracias por venir.— le acaricio la mejilla.— Eres genial, en serio. Sé que me protegerás a partir de ahora. ¿Aun sigue en pie lo de montar a caballo?
—¿Vas a montar a caballo?— Owen sonríe de lado.
—Si Armin quiere, sí.
—Claro. La esperaré en los establos después de sus clases, “my princess”.— hace una reverencia. Sonrío, igual que ellos dos.
—Y yo la veré luego, a la hora de la cena...— Owen besa mi mano y me mira a los ojos y luego a mis labios. Asiento con la cabeza para confirmar.
Se va y yo me voy con Armin.

AGAIN [Pausada]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant