Inesperado.

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El impacto y el dolor de una pesadilla puede ser mucho mayor que el de un puñetazo

JOHN KATZENBACH

Cuando abrí la puerta del cuarto la oscuridad me absorbió, entre sin siquiera buscar el botón de la luz. Recargue mi espalda en la misma cerrando mis ojos sintiendo mi cuerpo temblar, quería desaparecer.

Quería calmar el mar de resentimiento que se acumulaba en mi pecho desgarrándolo por querer salir.

¿Quién era yo?

¿Para qué estaba aquí?

Mi cabeza no dejaba de resonar con preguntas, con quejas que solo me hacían querer gritar.

Me dolía más la herida en mi alma que las que llevaba por el cuerpo, dolían como un infierno más que las que sangraban y palpaban.

No había peor dolor que perder tu alma, tu esencia de lo que conformaba ser tú.

Cuando pude volver enderezarme encendí la luz entre sollozos que ya no podía controlar y que me desgarraban la garganta con dolor. Me dirigí con las piernas débiles hacia el baño, encendí la llave para que se llenara la tina, cuando mire a mi lado quede perpleja.

Mi reflejo en el espejo me confundió tanto que tuve que acercarme, el rímel se me había escurrido por mis mejillas un poco.

Pero no era eso lo que me llenaba de furia; en el espejo estaba yo pero en mis ojos ya no me podía encontrar.

Me habían arrebatado lo que había luchado por crear, estaba furiosa que habían podido derribar toda mi estabilidad emocional tan fácil como si le hubieran quitado un dulce a un niño.

Años de lucha se habían destruido en minutos.

– ¿¡Por qué!?

Grite con todas mis fuerzas llevando con furia mi puño hacia el espejo escuchando el estallido de este cuando se partió. Me sostuve del lavamanos blanco mirando como de mis manos escurría sangre hasta perderse en el caño.

Solloce como una niña pequeña intentando liberar el dolor que ya no podía soportar, el maldito dolor que había intentado desaparecer con todas mis fuerzas por fin salía por todos mis poros.

Me quite la ropa como pude porque estaba adherida a mi piel, las manos me temblaron varias veces mientras lo intentaba. Finalmente termine sumergiéndome en la bañera dejando que el agua se tiñera con mi dolor, intentando silenciar los gemidos y voces que me atormentaban debajo del agua.

Lo triste fue que no pude desaparecer su imagen de mi cabeza.

La tristeza me había acompañado por mucho tiempo y parecía que no tenía ganas de irse pronto.

Inesperado.(#1SagaAnderson) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora