Capítulo 3: Lilas y violeta, no tan alegre como crees

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Una por una las personas pasaron para dejar caer su flor sobre la tumba. Sentí todas las miradas en mí mientras daba los pasos que me llevarían al frente. Ellos sabían quien era, tanto como me hubiera gustado pasar desapercibida no podía simplemente llegar a Rike sin anunciar quien era. El maldito control de migraciones existía aquí también. Por un instante toda la atención estuvo en mi cuando me paré frente a la tumba. Cerré los ojos, inspiré profundamente intentando que el perfume de las lilas no me revolviera el estómago.

—Farvel broderne —susurré y dejé caer la flor junto a las demás—. De mi sangre nacieron y a mi sangre le sirvieron, y con mi sangre les agradezco por ello. Ahora tierra son y a la tierra vuelven, pero siempre vivirán con los testigos como anclas a este mundo.

Sería hipócrita hablar de dioses, aún cuando todos esperaban que lo hiciera. La última descendiente directa y aún vida de uno de ellos, y aquí estaban sin molestarme en dar bendiciones. Ella me conocía, ella hubiera preferido la cruda verdad antes de una mentira sin sentimiento. Había dicho unas palabras como era esperado, como la pequeña niña que había sido tiempo atrás había querido, pero no conseguirían más de mí.

Me alejé mientras los demás presentes daban sus condolencias y el espiritualista decía unos pocos versos más. ¿Cuál era el punto? Holland me echó una mirada cuando me detuve a su lado pero pretendí pasarla por alto. Debía ser una escena demasiado extraña para ella, no sabía como era un funeral entre brujos pero claramente no debía de ser así. El perfume de las flores estaba comenzando a darme náuseas aún cuando había logrado imponer unos buenos pasos entre nosotras y el resto del cortejo.

—Sus ritos son extraños —murmuró Holland.

—Para nosotros tus ritos son extraños. ¿Acaso entierran a sus muertos con guantes también?

—Unos guantes especiales —respondió ella y suspiré.

—Al morir nuestra verdadera apariencia queda al descubierto, es considerado una gran ofensa no cubrir los cuerpos para que nadie pueda verlos. Nadie puede ver tu verdadera apariencia sin tu consentimiento, no importa si estás vivo o muerto.

—¿Los conocías?

—A ella.

—Lo siento.

—Nunca entendí por qué los demás seres se disculpan por una muerte.

—¿Los cambiaformas no lo hacen?

—No —respondí al cabo de unos segundos, mi vista aún perdida en el nuevo lecho de flores—. La muerte... No es lo mismo para nosotros que para los demás, no creo que signifique lo mismo ni lo veamos del mismo modo. Este es el final, no hay nada para nosotros después de la muerte, tan solo podemos creer que seguiremos existiendo en los recuerdos de quienes permanecen vivos.

—¡Eso es horrible! ¿Pero cómo? —preguntó Holland con espanto y le sonreí tristemente al mirarla—. ¡Tienen una religión! ¿Qué hay de sus dioses?

—Hay mucho de la historia de mi pueblo que no sabes, tampoco es como si los brujos se interesaran en aprender o a nosotros nos interesara compartir.

—Es... deprimente.

—Es un maldito funeral Holland. ¿Cómo pretendes que no sea deprimente? —espeté y ella sacudió su cabeza.

—No. No entiendes. He estado en funerales antes, espero que nunca tengas que presenciar el funeral de un brujo porque no hay nada más fuerte o doloroso. ¿Pero esto? Es un dolor silencioso. No hay lágrimas o gritos, el silencio me está volviendo loca. ¿Cómo pueden callar su pena? Es tan... Maldita sea, ni siquiera sé cómo ponerlo en palabras.

Ni lo pienses (Trilogía Nina Loksonn #1)Where stories live. Discover now