-¡Jonathan! ¡Su nombre es Jonathan! –Dijo Brisa mientras venía corriendo hacia nosotras y lo decía lo más “bajo” posible.
-¿Quién? –Preguntó Natalia.
-El hermoso castaño de adelante…- Respondió Brisa mientras se sentaba en su silla.
-Y, ¿No sabes cuantos son? –Pregunté.
-¿Cuántos son qué?- Dijo Brisa algo confundida.
-De los compañeros nuevos idiota…- Dije sonriendo. Y esa sonrisa no había salido forzada, por fin una sonrisa que salió por si sola.
-Oh… Son solo dos.- Dijo riendo.
-Pues, entonces uno de ellos es Jonathan, su compañero es…? -
-Si lo recuerdo bien, su nombre es Steven.-
-Se me antojan palomitas.- Dije hambrienta, ya que al salir de casa no había comido nada.
-¿Palomitas? ¿A esta hora de la mañana? Vomitarías.- Dijo Natalia con cara de asqueada.
-Si, PALOMITAS.- Dije eso y al instante la maestra entró al salón.
-Buen día.- Dijo la Sra. Collins con esa actitud que da aún más ganas de morir.
-Buen día.- Respondió todo el salón al unisono.
-La odio. La odio demasiado.- Dijo Brisa.
-Te entiendo.- Le respondí.
-Muy bien. Tenemos dos alumnos nuevos el día de hoy.- Dijo mientras dejaba su bolso sobre el escritorio. –Por favor, ¿Podrían presentarse?- Preguntó la profesora y se pudo oír un Si, claro en laparte de adelante del salón. Al instante, se pararon dos chicos.
-Pues, hola. Soy Jonathan.- Dijo un castaño tocando su cuello nervioso.
-Y yo soy Steven.- Dijo el rubio que estaba a su lado metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. -¿Ya nos podemos sentar?- Murmuró a su amigo mientras sonreía. Lo admito, tenía una sonrisa bonita.
-Muy bien, pueden tomar asiento.- Dijo la profesora sacando unos papeles de su bolso. –Abran sus libros de historia en la página cuarenta y dos y comiencen a leer.- Y eso hice, al igual que todo el salón. Alcancé mi libro de historia y empecé.
-Pss.. ___ ¿Tienes comida? – Susurró Brisa inclinándose hacia mi para que no vea la maestra. Reí despacio y le respondí. -¿Comida? No lo creo. Ni yo he desayunado.- Brisa hizo una mueca y volvió a su lugar. Los minutos parecían horas, mis párpados pesaban y eran once páginas para leer. Hermoso día escolar.
…
-Entonces, ¿Cómo se supone que alguien puede aprenderse once hojas de historia? –Pregunté enfadada, ya que para mi, once hojas, es bastante.
-Leyendo ___. Leyendo.- Respondió Natalia.
-Miren quien va por ahí…- Dijo Brisa con cara de furia.
-¿Quién está?- Le pregunté mientras acomodaba mi cabello.
-Dios, que no se le acerque.- Volvió a hablar y esta vez con peor cara.
-¿Pero de quien diablos hablas Brisa?- Levanté la vos.
-De eso.- Señaló a Britany, quien estaba caminando en dirección a uno de los chicos nuevos, y al parecer era Jonathan. -Zorra.- Natalia y yo reímos ante los celos de Brisa.
-Ya, no creo que le hable.- Traté de “calmar” a Brisa.
-¿No crees? Pues mira eso.- Dijo furiosa señalando al banco enfrente nuestro donde estaba Jonathan y Britany sentada a su lado. –Ya es suficiente.- Brisa puso sus pies firmes y se levantó.
-¡No! Ni lo pienses.- Dije tomándola del brazo. Brisa bufó y volvió a sentarse.
…
-Una soda por favor.- Pedí amablemente a la dueña del pequeño almacén.
-Aquí tienes.- Dijo la mujer mientras me daba la bebida y yo el dinero.
Al fin ya había terminado todo y era hora de irse a casa. Abrí la soda y tomé un sorbo, pero alguien me interrumpió.
-Hola..-