Capítulo 2

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Volví a doblar la carta y la metí en el sobre. Pasados unos segundos de acabar de comprender lo que ponía en la carta, le di el sobre a Partha.

- Ya la ha leído, supongo. Como se menciona en la carta, puede coger tres cosas no más grandes que la palma de la mano, ¿entendido? Marcharemos en treinta minutos empezando... Ya. Si quiere, puede arreglarse un poco, pero al llegar a Arcavus la cambiaremos totalmente, así que no hace falta que se esmere mucho en...

Dejó de hablar en el momento en el que yo me puse a correr por toda la casa buscando qué narices me podía llevar. No podían ser muy grandes, así que opté por llevarme las llaves de casa. No me servirían de mucho en Arcavus, pero, por si volviese, estaría bien poder entrar en mi piso. También decidí coger un pequeño tentempié. Opté por unas galletitas de chocolate con virutas también de chocolate. Por último, me llevé un colgante que me regaló mi madre al morir mi padre.

Sujetando el collar, me entró un recuerdo de mi madre. Ella vive a una hora de mi pueblecito, aunque una o dos veces por semana viene a visitarme para traerme cereales integrales y comprobar que su hijita está bien. Pude comprender que no volvería a ver a mi madre y que su relación conmigo debería desvanecerse. Ella fue la única persona que me crio desde pequeña ya que mi padre murió antes de que yo naciera. Aunque no podía hacer nada para parar mi traslado a Arcavus.

Cogí las tres cosas y me volví a encontrar con Partha. Él estaba sentado en el brazo del sofá de mi salón. Estaba jugando con un pequeño aparato que yo consideré muy extraño en ese momento. Se trataba de un cuadrado echo de un material parecido al hierro. Éste tenía una partición por el medio que permitía abrir el aparato.

- ¿Ya lo tiene todo? - Miró otra vez su muñeca, aunque su reloj seguía sin aparecer. - Aún le quedan quince minutos. – Dejó de mirar su muñeca para dirigir su mirada hacia mí. Me miró de arriba abajo como si fuese un robot como si me estuviese analizando. - ¿Planea usted ir a Arcavus en pijama y con unas zapatillas de un unicornio?

Esta vez fui yo quien cambio su mirada. Miré hacia mis pies y pude comprobar que no me había cambiado. Aún llevaba los pantalones de pijama y la camisa de gatitos espaciales. Entre todos los objetos que debía coger, había olvidado por completo de que llevaba el pijama aún. Era tan cómodo y calentito que me había olvidado de que hoy no me había arreglado nada por la mañana. ¡Y encima tenía solo quince minutos para decidir que ropa ponerme para mi último día en mi mundo! Otra vez, me fui corriendo hasta mi habitación y abrí mi armario de par en par.

Fui gravemente aplastada por mi propia ropa.

Hacía mucho tiempo que no ordenaba mi armario, y todo mi vestuario estaba mal puesto encima de toda la demás ropa que si estaba bien puesta. Se notaba que la ropa que estaba doblada correctamente era la que nunca me ponía o la que usualmente llevaba a eventos más especiales.

Cogí otra vez el montón de ropa que estaba desperdigado por el suelo y lo puse encima de la cama. Me quité el pijama y me puse rápidamente una camisa de tirantes corta, por encima de la cintura, de color negro y con una chaqueta también negra con una capucha detrás. Cogí unos de los vaqueros rasgados que combinaban un poco con el suéter que ya llevaba puesto. Me senté en la cama y cogí mis botas predilectas y me las puse. Me fui corriendo hasta el baño y me lavé los dientes rápidamente. Al levantar la cabeza, Partha me dio un susto tremendo al ponerse detrás mío y verlo a través del espejo. Seguía mirando su muñeca sin señales de un reloj de pulsera.

- Le quedan cinco minutos. Debería ir acabando ya... Por cierto, ¿Tiene ya los tres objetos? – Le di el collar, las galletas y las llaves. Él pulsó un botón que yo no había observado antes situado en la máquina cuadrada de metal. Apretó suavemente el botón y el objeto se abrió por la mitad dejando salir un humo morado. Cogió lo tres objetos y los metió dentro de la cajita. No parecía que todo lo que yo había cogido tuviese que caber en ese pequeño cubículo.

- ¿Que narices es eso? – Pregunté yo ansiosa por saber el nombre y la utilidad del cuadrado ese.

- Lo llamamos Ayant y es una caja con capacidad infinita que la mayoría de arcavianos tenemos. Normalmente se utiliza para los traslados, aunque desde hace unos doscientos años los ciudadanos también lo han empezado a comprar. Por cierto, ¿ha acabado ya? Le quedan sólo dos minutos.

- Creo que ya casi estoy... Sólo me falta... - Me revisé de arriba abajo para comprobar que lo llevaba todo bien. Todo parecía correcto, así que decidí maquillarme un poco y ponerme rímel y pintalabios. Al ver mis utensilios de maquillaje, Partha se sorprendió bastante, parecía que hubiese visto a un alienígena besando a un fantasma.

- ¿Qué cojones es eso, y porqué te lo pones en los labios?

Su acento cortés desapareció en ese instante. Supongo que al nunca haber estado en la Tierra o haber estado poco, nunca debe haber visto ningún tipo de material de cosméticos. Me salió una pequeña sonrisa y una risita me salió de los labios. Se me pasó por la cabeza la idea de gastarle una pequeña broma y aprovecharme de la situación que se me había dado. Decidí inventarme un poco la utilidad del maquillaje y decirle a Partha que el rímel era un repelente anti-hombres y que el pintalabios es veneno.

- Esto es rímel y lo utilizamos como repelente anti-violadores y pervertidos. La mayoría de australianas para protegernos. – Le enseñé el rímel. Él lo cogió con un poco de asco y lo dejó rápidamente en el fregadero del baño. Volvió a dirigir la mirada al pintalabios que tenía en la otra mano. – Esto otro es un pintalabios y es veneno contra personas que te quieran besar o lo que sea. Divertido, ¿verdad?

- P-por supuesto... Ya nos tenemos que ir. – Aferró con fuerza mi muñeca y me empujó hacia fuera de mi piso.

Dejé rápidamente el pintalabios en el fregadero y volví a mirarme en el espejo para comprobar que llevaba bien el maquillaje en unos instantes. Pasamos por el pasillo y Partha cogió el Ayant situado en la mesita de café del salón. Abrió con fuerza la puerta de la entrada con la mano opuesta a la que cogía mi muñeca. Al pasar por ella, su apariencia volvió a ser la del chico rubio con ojos azules que me estaba plantado delante de mi puerta hace media hora. Sus músculos no cambiaron, aunque los tatuajes y la ropa si lo hicieron. No obstante, me parecía aún más atractivo con el piercing en la nariz y la piel de color azul. Supongo que siempre me han gustado los chicos raros y rebeldes. Como a cualquier adolescente friki que ya tiene sus años.

Al llegar al ascensor, Partha me dejó de agarrar y pulsó el botón donde estaba escrito con rotulador permanente un cero. Mi bloque de pisos es muy antiguo así que, con el paso del tiempo, se empezaron a borrar los números de cada piso y los vecinos empezamos a escribir los números otra vez con el rotulador. Él se dio cuenta y no tardó en comentar sinceramente lo que le parecía.

- Vaya mierda de ascensor que tenéis, ¿no? Mira que es cutre esto de escribir los números de cada planta con rotulador, eh... Quiero decir... Me parece de muy mal gusto que ustedes hayan escrito los números con rotulador persistente... Si, eso...

Las puertas del ascensor se abrieron para dejarnos paso a nosotros. Yo seguía riéndome de lo que antes había sucedido; ya empezaba a irse eso del acento formal que no le pegaba nada.

Antes de salir del vestíbulo del bloque, recordé que no había ninguna parada de autobuses delante de mi casa, aunque en la carta especificaba que el autobús si me recogería allí. Me extrañé muchísimo.

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Hey bebesitos! (me gusta el nombre :D)

Os traigo los dos primeros capítulos de esta novela que estoy  escribiendo, a veh si oh gutah. Dejadme un me gusta y un comentario hater si os ha gustado </3

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⏰ Last updated: Feb 21, 2018 ⏰

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