02. Héctor, Angie y sustos diversos

50.2K 5.7K 4.5K
                                    

Los mejores amigos siempre llegan de maneras inesperadas, en momentos inoportunos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los mejores amigos siempre llegan de maneras inesperadas, en momentos inoportunos.

Lo que me resultó inesperado incluso sabiendo ello, fue que fuera el policía que me arrestó en medio de la acera por desconfiar de un extravagante sujeto merodeando sin rumbo. La placa de Héctor esa mañana brilló más que las mismas luces del callejón, su uniforme negro con bordados de logos de seguridad publica lo delataron incluso antes de su aspecto intimidante, pero estaba realizando patrullaje, no hubo razón para ocultarse.

Tal vez exageré con el temor que le tuve, es dos cabezas más pequeño que yo y tiene un tatuaje de gato en el cuello. En mi defensa, cualquiera es un peligro con un arma.

—Identifíquese. —ordenó, su semblante malhumorado hizo que detuviera mis pasos.

En caso de que fuera malo, mi mochila sería inútil. Me la pegué al pecho en lo que me acercaba a hablarle en voz baja, bajé la cabeza.

—Belcebú.

—Sí —enarcó una ceja, sus brazos se cruzaron—. y yo soy Taylor Swift.

—¡¿De verdad?! Aprendiste a camuflarte bien —puse mi mano en su hombro—. me alegra no tener que esconderme entonces, como sabes, en el infierno andamos hechos un caos.

—¿Disculpe? —entrecerró los ojos, ese verde me recordaba a la menta—. es la primera vez que lo veo por aquí, asumo que se acaba de mudar. Recordaría haberlo visto de no ser el caso.

—Sí, caí del cielo hoy, Taylor.

—Oficial Viveros —corrigió—. será mejor que me diga su nombre o muestre su documento de identidad ahora, pues me da la impresión de estar de incognito.

—No tengo una —confesé preocupado—. de verdad acabo de llegar, la chica a la que le robé se lo puede confirmar.

—Deje explicarlo algo señor belcebú —pronunció mi nombre con cierto desagrado—. admitir un robo, no traer documentos de identidad y merodear por un barrio privado de manera sospechosa es más que suficiente para un arresto temporal.

No se movió ni un centímetro en toda la conversación, parpadeé varias veces procesando lo que dijo. Tenía el impulso de quitarle su gorro para limpiarlo de los primeros copos de nieve que empezaron a caer, el clima frío de diciembre hizo que mis piernas temblaran.

—Me puede decir Bells si no le gusta, dramático.

—Los roles no son algo que me diviertan, en especial de criaturas ficticias como los demonios. Tengo una zona que patrullar, Bells ¿Va a resistirse, explicar que hace en propiedad privada o acompañarme a la comisaría?

—Siendo sincero no tengo a donde ir, si me lleva en su auto colorido sería de gran ayuda.

—Oh, un vagabundo —utilizó su brazo para señalar el sendero cubierto por nieve hasta el auto—. por favor, acompáñeme.

Un demonio enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora